En la curia regia del Reino de León se incorporan elementos procedentes del estamento popular, exclusivamente ciudadano. Con esta medida nacen las llamadas, por primera vez en Europa, Cortes. Fueron las famosas Cortes de 1188, reunidas en el Claustro de San Isidoro de León, por iniciativa del joven rey leonés Alfonso IX. En estas Cortes, además de ampliar los Fueros de Alfonso V de León del año 1020, se promulgaron nuevas leyes destinadas a proteger a los ciudadanos y a sus bienes contra los abusos y arbitrariedades del poder de los nobles, del clero y del propio Rey. Este importante conjunto de decretos ha sido calificado con el nombre de "Carta Magna Leonesa". Fue el inicio de un nuevo marco político por el que se regirían los otros países de Europa. Alemania aplicó el ejemplo leonés en 1232; Inglaterra en 1265; Francia en 1302; en España, en los distintos reinos peninsulares, Cataluña en 1192 (la cual llegó a prohibir la monarquía); Castilla en 1250; Aragón en 1274; Valencia en 1283; Navarra en 1300.La curia regia conserva sus funciones consultivas, que solo ampliará más adelante, y en ellas el elemento popular está claramente diferenciado. Las cortes están constituidas por tres estamentos (clero, nobleza, representantes de las ciudades) y aparecen como un diálogo entre el rey y la curia, por un lado, y los representantes de las ciudades y villas por otro, sin oposición a que cada estamento se consolide por separado. La incorporación de elementos populares responde solo a necesidades económicas. Frenada la Reconquista, la corona precisa de mayores ingresos, y a fin de obtenerlos crea nuevos impuestos, lo que produce un alza de precios. Por ello, la clase ciudadana quiere obtener alguna contrapartida y regular el gasto regio.