Un acróstico (del griego ákros: «extremo», y stikhos: «línea», «verso» o «estructura») es una composición poética o prosaica cuyas letras iniciales, medias o finales de cada verso u oración, son leídas en sentido vertical y forman un vocabulario o una locución. Por extensión, se llama también acróstico a la palabra o frase formada con la composición acróstica.[1]
Los poetas provenzales son por algunos considerados como los primeros que se dedicaron a este género de composiciones y de ellos al parecer lo aprendieron los poetas castellanos.[2]
Este tipo de artificio literario se ha extendido especialmente en momentos históricos en los que las formas rebuscadas han tenido más predicamento, como el Barroco literario.
El acróstico más característico de la lengua española está constituido por los versos que conforman el Prólogo de La Celestina de Fernando de Rojas, (1499), en cuyas octavas se puede leer la siguiente frase:
El bachiller Fernando de Rojas acabó la Comedia de Calisto y Melibea y fue nascido en la Puebla de Montalbán.
Los primeros versos son los siguientes:
En el Cancionero general castellano se lee esta octava de arte mayor de Luis de Tovar, en el que puede leerse el acróstico Francyna. Tiene además otra particularidad y es que en el cuerpo de cada verso se incluye el nombre de otra dama: Eloysa, Ana, Guiomar, Leonor, Blanca, Isabel, Elena, Marya.
Los diez libros de Fortuna de Amor que escribió el poeta sardo Antonio de Lofraso y publicó en Barcelona en 1573, concluyen con una composición titulada Testamento de Amor que consta de 168 versos en 56 tercetos cuyas iniciales dicen:
En el drama La Corte del Buen Retiro de Patricio de la Escosura se lee un soneto acróstico cuyas iniciales dicen Isabel de Borbón.