La voz fue recogida por primera vez en el diccionario de autoridades en el año 1726. El DRAE propone dos etimologías: probablemente del árabe al-fara» ("el impar"), y con menor certeza del árabe hispano «alḥarḍún», y este del árabe clásico «ḥirḏawn» ("lagarto"). Otros manuales lo relacionan con la voz árabe «al-fard» ("escudo").[4][5]
El alfardón, como tal pieza hexagonal, suele presentarse combinado con pequeñas baldosas cuadradas como pequeñas olambrillas, nombradas en algunos manuales “chillas”.[6]) con los que forma imaginativos juegos octogonales; así puede verse en algunos suelos de muy diversos edificios en la península ibérica, como por ejemplo el Palacio de la Aljafería de Zaragoza o en algunas estancias del monasterio de Vall de Crist en Altura (Castellón).[a][5]
También es habitual en las techumbres de madera decorando alfarjes con los típicos juegos de “chillas” y alfardones.[7]
↑Son ejemplares las solerías de pavimentación en algunas estancias de Vall de Crist, datadas entre finales del siglo xiv y comienzos del xv. Se conservan imaginativas combinaciones de varios tipos de «loseta bizcochada» (cuadradas, rectangulares, alfardones exagonales y azulejos octogonales, haciendo composiciones geométricas con las olambrillas decoradas en azul). Sobre un fondo básico de azulejería blanca, listada por una cenefa de color azul cobalto, con chillas y alfardones de tipo vegetal, separados por saetinos, conjunto en el que se combinan tonos rojos, blancos y negros. También hay juegos de alfardones lobulados en alfarje de la armadura del coro (que es de «seis vigas de papo liso y contrapares perfilados con labor de menados a base de alfardones lobulados y chillas estrelladas»).