Un archivero o archivólogo o archivista es una persona con titulación de educación superior o educación media dedicada o especializada en la organización y mantenimiento de un archivo, o también en el cultivo de la disciplina de la Archivística. Es un documentalista o gestor de documentos de archivos.[cita requerida]
Profesionalmente, un archivero puede depender de una administración pública (un ente público, una universidad, etcétera) o de una empresa, fundación o universidad privada. Su tarea principal consiste en elaborar y aplicar el cuadro de clasificación de la documentación del organismo, institución o entidad para que se aplique tanto en los archivos de gestión u oficina como en el archivo definitivo, y controlar su seguimiento y actualización. Lleva a cabo, además, los instrumentos de descripción necesarios para facilitar la búsqueda y recuperación de documentación por parte de los usuarios que tienen acceso al archivo (guías, inventarios y catálogos).[cita requerida]
La archivística es la ciencia o disciplina de los archivos y centros de documentación, así como la archivología y la teoría de la archivística. Tradicionalmente, ha sido una ciencia auxiliar de la historia, y se ha independizado buscando su objeto de estudio propio dentro de las ciencias de la información y la documentación, manteniendo su conexión evidente con la historia, ya que el tratamiento y la gestión de la información documental histórica (en distintos soportes) proporcionan fuentes de vital importancia para la historia y la historiografía, por lo que en muchos casos, los técnicos superiores en archivos históricos suelen ser historiadores especializados en archivística.
Existe en Francia un archivista muy importante llamado Pierre Daunou.
En España existen diversas titulaciones oficiales que capacitan para la profesión de archivero, tales como:
Según el Diccionario de Términos Archivísticos:[1][2]
La Archivística sería la disciplina que estudia los Archivos, la Archivonomía el conjunto de métodos, leyes o normas de Archivística y la Archivología su epistemología.
La historia del archivero en México se relaciona con la historia del Archivo General de la Nación ya que nos menciona como fue que se empezaron a crear los primeros archivos en México. En 1770 el segundo conde de Revillagigedo, Juan Vicente Güemas Pacheco y Padilla, mediante el Ministerio de Gracia y Justicia envía un proyecto para la creación del Archivo General de la Nueva España puesto que era necesario y urgente para tener una mejor organización de la Secretaría de Cámara del Virreinato. Dicho archivo reunió los papeles de la antigua Secretaría de Cámara y los restos de las dependencias para así tener un mejor cuidado en los papeles (AGN, 2002). Este proyecto fue aprobado por las autoridades, se consideró Castillo de Chapultepec como un lugar propio para el archivo. Los presupuestos e ideas estuvieron a cargo del Ing. Miguel Constanzó quien buscó reformas para habilitar el espacio, aunque después de todo su trabajo no se llegó a ningún acuerdo y no llegó a cumplirse. La Real Orden del 28 de abril de 1792 integrada por las Ordenanzas para el archivo General disponían de 81 artículos la base de su funcionamiento, dichas Ordenanzas fueron redactadas por Revillagigedo. (AGN, 2002). Los únicos que siguieron guardando sus archivos fueron las oficinas de Gobierno debido a su puntual planeación y la Secretaría del Virreinato se conservó en su palacio, aunque era una manera de mantener de manera confidencial dichos archivos dio lugar numerosas pérdidas de documentos debido a que no existían normas jurídicas en los archivos de la administración. Después de la independencia Ignacio María de Aguirre y Juan de Dios Uribe fueron comisionados a repartir la documentación tomando en cuenta los diferentes ramos que abarcaban y se mandó a los recién creados ministerios.
Fue hasta el 23 de agosto de 1823 que se inauguró el Archivo General y Público de la Nación, esta designación propuso que no solo prestaría los servicios exclusivamente al gobierno, sino que estarían abiertos para aquellas personas que estuvieran interesados en consultarla. Dicho Archivo dependió de la Secretaría de Estado y del Departamento de Relaciones Exteriores e Interiores quienes se encargaban de arreglar los locales que se disponían para dicho uso (AGN, 2002). José Fernando Ramírez fue uno de los personajes que se dedicó a la protección de los Archivo durante la ocupación Norteamérica en 1847. Durante el siglo XIX Benito Juárez le devolvió su estatura administrativa que había sido perdida durante los gobiernos de Santa Anna (AGN, 2002). Durante la entrada de un nuevo gobierno realizó un cambio administrativo que dependió del Ministerio de Relaciones Exteriores e Interiores, mediante este gobierno el Archivo pasó a formar parte de la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, fue hasta 1918 que se reincorporó a la Secretaría de Gobernación de la que hasta la fecha depende.
La determinación de la nueva casa para el Archivo General se dio hasta 1977 en la antigua Penitenciaría de la Ciudad de México, conocida como Lecumberri (AGN, 2002).
En el año 2003 se crea Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México A.C. (Adabi de México) que tiene entre sus objetivos primordiales apoyar la profesionalización de los archivistas de todo tipo promoviendo cursos de capacitación en diferentes instituciones a nivel internacional.[3]