Los balnearios populares fueron 16 recintos construidos en Chile entre 1971 y 1973, durante el gobierno de Salvador Allende bajo el programa de «turismo popular»,[1] en los que se buscaba albergar durante la temporada de verano a personas de bajos recursos para que pudieran realizar vacaciones de manera económica.[2][3][4]
La construcción de los balnearios populares respondía a la aplicación de una de las 40 medidas presentadas en el programa de gobierno de la candidatura presidencial de Salvador Allende, específicamente la número 29, que establecía «organizar y fomentar el turismo popular».[5] El 20 de noviembre de 1970 el Ministerio de Vivienda y Urbanismo emitió el Decreto 755 que establecía la «Comisión Coordinadora del Plan de Balnearios Populares»;[6][7] dicha comisión encargó la planificación y construcción de los balnearios a la Dirección de Planificación del Equipamiento Comunitario (Dipec), perteneciente al mismo Ministerio,[3][8] siendo los arquitectos Manuel de la Fuente y Fernando Vargas quienes diseñaron las estructuras que se erigirían en los recintos.[9]
El 10 de enero de 1971 se inició la construcción de los primeros balnearios populares, siendo inaugurado el primero de ellos el 6 de febrero, correspondiente al ubicado en la localidad de Peñuelas en Coquimbo;[10] en dicha oportunidad el recinto recibió a 500 pobladores provenientes de Valparaíso.[1] El 9 de febrero fue inaugurado el segundo balneario popular, ubicado en Papudo,[11] el 11 del mismo mes el tercero en Los Vilos,[12] y el día 17 el balneario de Las Cruces.[13] En total, durante la temporada de verano de 1971 se habilitaron 7 balnearios populares, los que recibieron a 2700 familias de bajos ingresos.[1] El mismo año, producto de los temporales que afectaron a la zona central de Chile, los balnearios populares de Las Cruces y Llallauquén albergaron a alrededor de 500 damnificados.[1]
Los pabellones tenían forma de A, en los cuales se distribuían las familias en cada una de las cabañas —las cuales contaban cada una con 6 literas individuales y una litera matrimonial—,[1] existiendo a la vez zonas comunes como los comedores —lo que permitía que las mujeres jefas de familia descansaran en las vacaciones y no se preocuparan de cocinar—,[14] baños, lavadero de ropa y vajilla, y zonas de esparcimiento y de juegos infantiles.[15] La administración de los recintos pasaría a manos de la Oficina de Turismo Social, dependiente de la Dirección de Turismo (Ditur),[4] y se estableció una tarifa de 10 escudos por persona cada día, para albergar a cada familia durante un plazo de 10 días;[9] en 1973, producto de la inflación, la tarifa había aumentado a 60 escudos diarios.[16]
En la temporada de verano de 1972, los 15 balnearios populares que se encontraban habilitados recibieron aproximadamente 50 mil visitantes.[1] Mediante el Decreto 1289 del Ministerio de Tierras y Colonización, promulgado el 21 de septiembre de 1972, fue creada en el Departamento de Bienes Nacionales de dicho Ministerio la Sección Balnearios Populares, a la que le correspondería informar sobre terrenos que serían aptos para instalar dichos recintos, así como realizar estudios al respecto.[17] A su vez, a fines de 1972 se firmó un convenio entre la Ditur y la Central Única de Trabajadores (CUT) para traspasar las responsabilidades de administración, mantención y conservación de los balnearios populares.[14]
Luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, los recintos donde se ubicaban los balnearios populares fueron ocupados por las Fuerzas Armadas, y algunos de ellos se convirtieron en centros de detención y torturas, como por ejemplo los ubicados en Santo Domingo, Puchuncaví y Ritoque.[4] Otros balnearios tuvieron sus instalaciones reconvertidas, o sus terrenos fueron vendidos a privados.[18] El 31 de agosto de 1978 fue promulgado el Decreto 608 del Ministerio de Tierras y Colonización, que derogaba la Sección Balnearios Populares del Departamento de Bienes Nacionales.[19]
En 1972 se realizaron dos cortometrajes que documentan el proceso de construcción y uso de los balnearios populares: el primero, titulado Un verano feliz, fue dirigido por Alejandro Segovia y elaborado por el Departamento de Cine y Televisión de la Central Única de Trabajadores (CUT),[21] mientras que la segunda pieza audiovisual es Balnearios populares, de Luigi Hernández, Óscar Caro, Leopoldo Valdés y Héctor Flores.[22]