Boroa (del mapudungún: Forowe ‘osario’), antiguamente también Voroa; es un pueblo ubicado en la comuna de Nueva Imperial, Región de la Araucanía (Chile), en las riberas del río Cautín.[1]
Con acuerdo de sus capitanes, García Ramón había resuelto fundar un fuerte, que a la vez que impusiese respeto a los indios de esa comarca, sirviera de lugar de refugio y de asilo de los cautivos españoles que lograsen escapar de las manos de sus opresores. Creíase con fundamento que en los contornos de las destruidas ciudades de la Imperial y de Villarrica, debían hallarse retenidos muchos de esos cautivos; y se pensaba que un establecimiento español colocado en los campos intermedios, prestaría los más señalados servicios para el rescate de aquellos infelices. Gobernador eligió un hermoso llano, situado en la comarca de Boroa sobre la margen izquierda del río Cautín. Sin demora inició los trabajos para la construcción de un fuerte que por su extensión llegó a ser el más considerable que se hubiere levantado en Chile. Aunque faltaban en el campamento los indios auxiliares que tan útiles servicios solían prestar en estas ocasiones, los españoles, desplegando la más infatigable actividad, alcanzaron a ver aquel fuerte, al cabo de cuarenta días, rodeado de un ancho foso, defendido por sólidas y espesas palizadas, y provisto de espaciosos galpones y de chozas para contener una guarnición considerable.[2]
En el siglo XIX, participaron en las guerras de la independencia al lado del bando realista. Viajaron a las pampas argentinas al terminar «la guerra a muerte» junto al cacique Coñoepán y los Vilu de Maquehue, y allí fueron derrotados por el cacique Calfucura. Es quizá por esta razón que se mantuvieron alejados de los arribanos y de su alianza durante las décadas siguientes del siglo XIX; no participaron en las guerras contra el ejército de Chile, cuyas incursiones punitivas no los alcanzaban por encontrarse lejos del campo de batalla y protegidos por dos enormes ríos. Sin embargo, en 1881, al levantarse todos los pueblos contra la ocupación de la tierra, el cacique principal de Boroa, Juan de Dios Neculmán, encabezó la rebelión.
El mestizaje de este sector ha sido mayor que en el resto del mapuche. Era bien visto que un cacique tuviera mujeres cautivas «españolas» como esposas. La singular riqueza de los boroanos, explican sus características raciales.[3]