Una cadenza (término italiano que significa cadencia) en música es, genéricamente, un pasaje ornamental anotado en partitura o improvisado interpretado o cantado por un solista o solistas, normalmente con un estilo rítmico "libre", y a menudo como exhibición virtuosística.
Una cadenza es el momento dentro del concierto en el que la orquesta interrumpe el toque de los instrumentos, dejando al solista un tiempo libre que puede ser improvisado, aunque normalmente ya están escritas de antemano. Puede ser que para un mismo concierto haya varias cadenzas. Esto ocurre normalmente al final del primer movimiento, aunque puede ocurrir en cualquier momento del concierto. Un ejemplo es el Concierto para piano n.º 1 de Chaikovski, donde en los cinco primeros minutos se ejecuta una cadenza, o en las Pequeñas Czardas de Pedro Iturralde . Otro ejemplo claro son los dos conciertos para piano de Franz Liszt, en el primero en mi bemol mayor, se ejecuta una cadenza después de una corta introducción de la orquesta, a los pocos compases de haber iniciado la obra, y en el segundo concierto en la mayor, después de una introducción en un tempo lento el piano ejecuta una breve cadenza para cambiar la idea melódica y cambiar a un tempo más rápido y agitado. Sin embargo, en la mayoría de los conciertos se puede oír la cadenza casi al final de la obra pero esto ocurre mayormente en obras de alrededor del siglo XVIII en las cuales no existían ciertas libertades para la composición.
Originalmente las cadenzas datan de la ópera en las cuales el solista improvisaba ornamentos en la cadencia final de una aria (de ahí proviene el nombre, como variación de la palabra cadencia), posteriormente se ejecutaban como una improvisación en los conciertos, luego comenzaron a ser escritas. Un ejemplo puede ser Beethoven, quien escribió las cadenzas en sus cuatro primeros conciertos para piano. Luego de esto se escribían las cadenzas de forma casi obligatoria y cada vez fueron aumentando de tamaño y dificultad. Por ejemplo la cadenza en el Concierto para piano en la menor de Edvard Grieg es de dificultad y duración media o normal, sin embargo, en obras como el Concierto para piano n.º 2 de Prokófiev o en el Concierto para piano n.º 3 de Rajmáninov la cadenza asume proporciones y una dificultad enormes, como si fuesen un movimiento adicional.
Pese a todo, un concierto no debe incluir una cadenza de forma obligatoria, dos ejemplos de esto son el Concierto para piano n.º 5 de Beethoven y el Concierto para piano n.º 1 de Chopin, ambos carentes de cadenza, o al menos de la indicación de cadenza, ya que poseen ciertas secciones virtuosas para el solista que podrían ser consideradas como tal. También encontramos cadenzas en solos instrumentales con piano u otro acompañamiento, situados cerca del principio o del final o en ambos. Por ejemplo "The Maid of the Mist," solo de corneta por Herbert L. Clarke, o un ejemplo más moderno: el final de "Think of Me" en el que Christine Daaè canta una corta pero apasionada cadenza, en El fantasma de la ópera de Andrew Lloyd Webber.
Compositores que han escrito cadenzas para otros intérpretes en obras que no son suyas: