Un cangilón es un recipiente usado para el transporte de agua como complemento de un ingenio motriz. Originalmente fabricados en arcilla, madera o metales, los más recientes son de plástico. También puede usarse en el acarreo de materias sólidas o semisólidas. En ingeniería, se denomina cangilón a la pieza de carga de los sistemas para transporte vertical de material a granel.[1]
Sinónimo de arcaduz,[2] este vaso se utiliza preferentemente en las norias, donde los cangilones, sujetos con cordajes o cadenas, elevan el agua hasta un canal de regadío. Como ingenio mecánico también se usa en plantas de cereales, distribuyendo semillas dentro de silos de almacenaje. Puede tener otras aplicaciones industriales diversas.
El DRAE lo considera vaso grande de barro o metal, por lo general con forma de cantarilla sin asas, empleado para traer, tener y medir líquidos. Para Nebrija es vaso de barro y medida romana para el vino (congius).[3] Puede aparecer escrito con ‘j’ (canjilón) en repertorios y diccionarios de galicismos, provincialismos,[4] o americanismos;[5] así como en el refranero (“Todas las cosas tienen su tiempo y sazón, y siempre la olla y canjilón”).[6] También aparece de forma reincidente y característica en la obra del nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez: «...nada se olvida del agua que no acaba de caer del canjilón de las horas muertas»,[7] o en «...el puente de arco que rueda, que rueda, monstruosa noria de canjilones en ascua».[8]