El dormitorio (del latín dormītōrium) es el espacio de una vivienda especialmente diseñado para dormir.[1] Además de la idea de descanso, el dormitorio tiene asociado la idea de privacidad a diferencia de otros espacios de uso común como la cocina, la estancia o el comedor.
En algunas culturas existen espacios en la vivienda que son usados para otras actividades durante el día y se usan como dormitorios durante la noche, mientras que en algunas otras existen habitaciones usadas exclusivamente como dormitorios.
En las casas victorianas más grandes, era común tener accesible desde el dormitorio un tocador para la dama de la casa y un vestidor para el caballero.[2] Los dormitorios en ático existen en algunas casas; dado que solo están separados del aire exterior por el techo, generalmente son fríos en invierno y pueden hacer demasiado calor en verano. La pendiente de las vigas que sostienen un techo inclinado también las hace inconvenientes. En las casas donde vivían los sirvientes, a menudo usaban dormitorios en el ático.
En el siglo XIV, la clase baja dormía sobre colchones rellenos de heno y paja de escoba. Durante el siglo XVI, los colchones rellenos de plumas comenzaron a ganar popularidad entre quienes podían permitírselos. A la persona común le iría bien si pudiera comprar un colchón después de siete años de matrimonio.[3] En el siglo XVIII, el algodón y la lana comenzaron a ser más comunes. El primer colchón de muelles helicoidales no se inventó hasta 1871.[3] El colchón más común y más comprado es el colchón de muelles internos, aunque hay disponible una amplia variedad de materiales alternativos, como espuma, látex, lana e incluso seda. La variedad de opciones de firmeza va desde un colchón relativamente suave hasta uno bastante firme. Un dormitorio puede tener literas si dos o más personas comparten una habitación. Un orinal guardado debajo de la cama o en una mesita de noche era habitual en el período anterior a la fontanería y los baños domésticos modernos en las viviendas.
En diversas regiones el dormitorio se conoce también como cuarto (Venezuela, Perú, Uruguay y Argentina), recámara (México), habitación, pieza y alcoba.
Muchas casas en América del Norte y Europa tienen al menos dos dormitorios, generalmente un dormitorio principal (dedicado a los cabezas de familia, como el marido y la esposa) y uno o más dormitorios para los niños o huéspedes.
Los muebles y otros artículos presentes en los dormitorios varían grandemente, dependiendo del gusto y de la tradición local. Por ejemplo, un dormitorio puede incluir una o varias camas de formas y tamaños específicos (individual o de matrimonio, literas, empotradas, etc.), aparadores, mesillas, uno o más armarios y una alfombra. Los armarios empotrados son menos comunes en Europa que en Norteamérica; así hay mayor uso de vestidores o de armarios individuales en Europa. Algunos dormitorios también incluyen artículos tales como un tocador o escritorio, una televisión y otros accesorios (tales como lámparas, teléfono, despertador, etc.).
Algunas habitaciones que se pueden asociar al dormitorio son:
La iluminación del dormitorio de un hogar debe invitar al relajamiento y al bienestar. Para que un dormitorio sea confortable, necesita la flexibilidad que los diferentes tipos de luz le pueden dar. Distribuya la iluminación por toda la habitación de acuerdo con su utilidad y sus hábitos personales.
En dormitorios considerar 50 lux para luz general y 200 lux en las cabeceras de camas. No olvidar que los colores y materiales de sus muros, pisos, cielos, cortinas y mobiliario contribuirán a una mayor o menor reflexión de la luz. Los colores cálidos se acentúan con luces incandescentes o halógenas.
Al ingresar al recinto, deberá poder encender una luz que le permita visualizar la totalidad del espacio antes de dirigirse a un lugar específico. Como iluminación general, considerar la posibilidad de instalar una luminaria con pedestal que dirija la luz hacia abajo o una columna con luz hacia arriba.
Otra alternativa, es instalar una luz general de cielo sobre la base de focos ubicados cerca de los clósets o armarios. Muy habitual y práctico es colocar una lámpara encima del velador. Con ella se consigue un ambiente cálido y personal, pero no es muy práctico para la lectura.
Las lámparas de sobremesa suelen ser muy decorativas, pero si no son suficientemente firmes y no cuentan con una buena base, se caerán con facilidad, especialmente a la hora del aseo. Si le gustar leer en la cama, es preferible utilizar lámparas con pantallas y brazos articulados a cada lado de la cama y con luz incandescente. Esto permitirá ajustar la luz para que no se refleje directamente sobre los libros.
Si quiere reducir los contrastes fuertes de luz, instalar una luz de fondo sobre los cuadros que están sobre el respaldo de la cama. También es posible instalar lámparas de luz muy tenue en caso de niños que sufren de nictofobia o fobia a la oscuridad.