Greta Garbo | ||
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Greta Garbo en 1929 | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Greta Lovisa Gustafsson | |
Apodo | La Divina, la Mujer que no Ríe | |
Nacimiento |
18 de septiembre de 1905 Estocolmo, Suecia | |
Fallecimiento |
15 de abril de 1990 (84 años) Nueva York, Estados Unidos | |
Causa de muerte | Neumonía e insuficiencia renal | |
Sepultura | Skogskyrkogården | |
Nacionalidad | Estadounidense (desde 1951) y sueca | |
Religión | Luteranismo | |
Características físicas | ||
Altura | 1,71 m (5′ 7″) | |
Familia | ||
Padres |
Karl Alfred Gustafsson Anna Lovisa Johansdotter | |
Educación | ||
Educada en | Escuela de Arte Dramático (1922-1924) | |
Información profesional | ||
Ocupación | Actriz | |
Años activa | 1920-1941 | |
Sitio web | ||
Premios artísticos | ||
Premios Óscar | Óscar Honorífico (1955) | |
Distinciones |
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Firma | ||
Greta Lovisa Gustafsson (Estocolmo, 18 de septiembre de 1905-Nueva York, 15 de abril de 1990), conocida por su nombre artístico, Greta Garbo, fue una actriz sueca nacionalizada estadounidense que vivió la mayor parte de su vida en Estados Unidos y adquirió reconocimiento internacional por participar en varias producciones cinematográficas de Hollywood, tanto mudas cuanto sonoras, en los años 20 y 30. Se retiró de la actuación en 1941.
Si bien inició su carrera artística como modelo publicitaria, se consagró principalmente en el cine, donde empezó a actuar en 1920. Su primer papel protagonista lo obtuvo en la película muda de 1924 La saga de Gösta Berling, bajo la dirección de Mauritz Stiller. Al año siguiente, fue contratada por los estudios Metro Goldwyn Mayer, razón por la cual a la brevedad se trasladó a Hollywood.
Asentada en Hollywood, filmó veinticuatro películas; se le atribuyó el apelativo de «la mujer que no ríe» por sus condiciones actorales para el drama. Entre las producciones mudas donde actuó destacan Torrent —su primer filme estadounidense—, Flesh and the Devil, de Clarence Brown, Love, The divine woman y A woman of affairs.
Publicitada con el eslogan de «¡Garbo habla!», en 1930, se estrenó su primera película sonora (dirigida por Clarence Brown): Anna Christie, la cual le valió la primera de sus cuatro nominaciones a los premios Óscar como mejor actriz. Finalmente, sería galardonada con uno honorífico en 1954, pero no acudió a recogerlo; en su lugar fue Nancy Kelly.[1]
Durante la década de 1930, fue dirigida por cineastas como Clarence Brown, George Fitzmaurice o Edmund Goulding, y actuó junto con algunos de los actores más importantes de aquellos tiempos como Robert Montgomery, Clark Gable, Melvyn Douglas y John Gilbert. Su papel de Nina Ivanovna «Ninotchka» Yakushova en la comedia Ninotchka (1939), dirigida por Ernst Lubitsch, fue muy elogiado. Al momento de su muerte, contaba con cerca de treinta películas filmadas, dos cortometrajes y varias publicidades. En 1999, Garbo fue nombrada por el American Film Institute como la quinta mejor estrella femenina de la historia de Hollywood.[2]
Nacida en Södermalm, barrio humilde de Estocolmo, con el nombre de Greta Lovisa Gustafsson, se convirtió en el principal mito del séptimo arte. Su precoz retiro, con apenas treinta y seis años, contribuyó a engrandecer la leyenda de la Garbo.[3]
El American Film Institute la considera la quinta estrella femenina más importante de la historia del cine.
Fue conocida con los apodos de «la Divina», «la Esfinge» y «la Mujer que no Ríe», debido al rictus serio de su rostro, solo interrumpido en una escena de su memorable filme Ninotchka, donde suelta sorpresivamente una carcajada. Esta excepción hizo correr ríos de tinta en periódicos de todo el mundo con el titular «¡La Garbo ríe!».[1]
Su vida siempre estuvo rodeada de misterio y de múltiples preguntas que jamás respondió. Se retiró a los treinta y seis años,[1] y vivió el resto de su vida casi recluida.
Precisamente su enigmático comportamiento y su pertinaz soltería dieron pie a múltiples rumores en los medios acerca de su lesbianismo; entre esos rumores, el de ser amante de la actriz mexicana Dolores del Río y de la escritora hispanoestadounidense Mercedes de Acosta, con quien mantuvo veintiocho años de amistad y abundante correspondencia que quedó como un legado después de la muerte de Mercedes en 1968.[4]
También fue sospechosa su distante relación con Marlene Dietrich, ambas fingieron que no se conocían hasta que las presentó Orson Welles en 1945. Pero se ha desvelado que habían trabajado juntas en una película muda, siendo muy jóvenes ambas, y que tuvieron una breve relación amorosa. Según estos rumores, Greta se sintió maltratada y burlada por Marlene, y al hacerse famosas optaron por evitarse y negar todo contacto. Dietrich consideraba a la Garbo como una mujer estrecha de mente, de carácter provinciano y siempre se refería a ella en términos despectivos. Tantos rumores, que sus amigos nunca confirmaron o desmintieron, a la larga solo acrecentaron la leyenda de Greta Garbo, convirtiéndola en uno de los más grandes mitos del séptimo arte.
Aún hoy su rostro es considerado quizás el más perfecto que haya pasado por la gran pantalla. El semiólogo Roland Barthes lo considera «un arquetipo del rostro humano» y afirma:
El rostro de la Garbo representa ese momento inestable en que el cine extrae belleza existencial de una belleza esencial.[5]
Ramón Novarro, su contraparte en el filme sobre Mata Hari de 1931, opinó de su pareja fílmica:[6]
[Garbo] Es todo lo que uno podría soñar. Además de hermosa, es seductora, llena de misterio, con una lejanía que solo los hombres comprenden, porque esa es una cualidad que usualmente solo se encuentra en los hombres. Pienso que todos deberían casarse, todos excepto los artistas. No se puede servir a dos amos: matrimonio y arte… Greta Garbo es, ante todo, la artista y yo, espero, también lo soy. Ella ha prometido que no se casará nunca y sé que yo tampoco lo haré.Ramón Novarro (1931)
Greta Garbo inició su carrera como actriz en Suecia, en la época del cine mudo, donde participó en varias producciones como extra y en otras dos junto con el director Mauritz Stiller, quien también fue contratado por Hollywood.
A la temprana edad de catorce, falleció el padre de Greta, viéndose forzada a abandonar la escuela para trabajar y de este modo, ayudar a la familia en su desaventajada condición económica (estando solo su madre y dos hermanos). Posteriormente, consiguió trabajo en un almacén conocido como Pub, en Estocolmo y no tardó mucho en ser escogida para las campañas publicitarias de los grandes almacenes. Tan pronto como apareció su foto en los periódicos, la escogieron para un cortometraje publicitario para la misma cadena Pub. Esto en definitiva, le hizo probar el sabor de lo fílmico ya que pronto apareció en otro cortometraje. Un director de comedias, Eric Petscher, le dio una pequeña oportunidad en su producción Luffar-Petter (Pedro el Tramposo) en 1922 y muy pronto la joven Greta, recibió una beca para estudiar en una escuela dramática en Estocolmo.
En 1924, Garbo tuvo la primera gran oportunidad, cuando el afamado director Mauritz Stiller le dio un papel en su filme La leyenda de Gosta Berling (Gosta Berlings Saga). El éxito de esta película benefició a ambos; Greta y Stiller fueron contratados con la gran M.G.M. (Metro Goldwyn Mayer) en California. Su primer filme fue El Torrente (The Torrent) y poco a poco Garbo se convirtió en una de las grandes estrellas del cine mudo con películas como Amor (Love) y La mujer ligera (A woman of affairs), entre otras. Con el galán John Gilbert rodó tres películas casi consecutivas de gran éxito. Iniciaron un idilio y decidieron casarse, pero Garbo no se presentó a la boda y Gilbert terminó ese día peleándose con el productor Louis B. Mayer, que se había reído de ella. A pesar de este desencuentro amoroso, Garbo y Gilbert siguieron trabajando juntos y cuando él ya vivía su declive como estrella, ella le recuperó para un papel en La reina Cristina de Suecia.
El ascenso de Greta Garbo como estrella fue en los últimos años del cine mudo. Pero la llegada del sonoro no la perjudicó, como a Mary Pickford, Gloria Swanson y otras divas del momento. Aunque las novedosas películas con sonido delataban su fuerte acento sueco, Garbo retuvo y reforzó su estrellato, y ya con su primera película sonora (Anna Christie de Clarence Brown) fue nominada al premio Óscar.
Películas como Mata Hari, La reina Cristina de Suecia y Anna Karenina afianzaron la leyenda de la Garbo. Se cuenta que al rodar Ninotchka, y por miedo al fracaso, quiso dejar la profesión, si bien ya anteriormente había ido reduciendo sus trabajos.
Fue nominada como mejor actriz por la Academia Americana de Cine en 1930, 1932, 1937 y 1939, pero nunca recibió un Óscar, olvido que años más tarde la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas decidió enmendar con un Óscar honorífico en 1954 que rehusó recoger, porque según sus propias palabras «no quería verle la cara a nadie». El trofeo le fue enviado a su domicilio.
Una gama de exitosas películas continuarían, pero serían filmes como Grand Hotel, La reina Cristina de Suecia, Ana Karenina y Camille,[7] las que siempre se asociarían a su imagen e incluso le valieron nuevas nominaciones al Óscar. En 1939 Garbo realiza su primera comedia, Ninotchka, la que no solo fue un gran éxito comercial y de taquilla, sino que contribuyó a una nueva nominación al Óscar. M.G.M encontró una nueva forma de mercadear a una de las más grandes estrellas: como comediante. En 1941 Garbo volvió a la comedia ligera con el filme La mujer de dos caras (Two-Faced Woman), que sería su última aparición en el cine.
Greta Garbo fue asociada a la frase «Quiero estar sola», si bien ella precisó: «Quise decir que me dejen en paz, lo que es diferente». Su estilo de vida fue calificado de ermitaño y un tanto huraño, pues, a diferencia de otras estrellas, la Garbo se mantuvo alejada de los grandes eventos de Hollywood, prefiriendo la soledad y el anonimato.
En la cúspide de la popularidad, Garbo dejó el mundo del cine a la temprana edad de treinta y seis años, y pasó el resto de su vida en un bien alhajado apartamento en Nueva York, cerca de Central Park, rodeada de obras de arte; coleccionó cuadros de Renoir, Pierre Bonnard y Kandinsky, entre otros maestros. Vivió totalmente retirada y evitando cualquier contacto con los medios informativos. No acudía a fiestas ni actos públicos; incluso cuando le ofrecieron un Óscar Honorífico, lo rechazó. Su última entrevista fue tan breve como sorprendente: el periodista empezó diciendo «Yo me pregunto...» y ella le interrumpió y se marchó diciendo: «¿Por qué preguntarse?».
Tras sus años en Hollywood, Garbo se muda a la ciudad de Nueva York, y en el año 1951 se hace ciudadana estadounidense. Finalmente, en 1954, recibió un Óscar por su gran trayectoria cinematográfica. En los siguientes treinta años de su vida, mantendría contacto con grandes personalidades de la jet set y, a pesar de no haber aparecido en ninguna película desde La mujer de dos caras en 1941, el interés del público hacia su persona nunca decayó. Los paparazzis la asediaban constantemente, y los rumores de su regreso al cine (algunos falsos, otros reales), nunca faltaron. Garbo más tarde comentaría: «Mi vida ha sido una travesía de escondites, puertas traseras, ascensores secretos, y todas las posibles maneras de pasar desapercibida para no ser molestada por nadie». La gran estrella de antaño pasó a convertirse en la reclusa más famosa del mundo.
Desde que fue descubierto su retiro en los años sesenta, los periodistas la acosaron hasta el último momento e hicieron guardia ante su casa persiguiéndola para fotografiarla en su vejez, motivo por el cual se la veía siempre con grandes gafas oscuras y sombreros que ocultaban su rostro. Tales precauciones no bastaron; fue fotografiada en varias ocasiones, incluso en el año de su muerte, y en 1976 la revista People publicó imágenes suyas nadando desnuda, captadas con teleobjetivo.
A pesar de su temprana retirada, contó con una importante fortuna gracias a sabias inversiones inmobiliarias en la lujosa zona de Rodeo Drive (Beverly Hills, Los Ángeles). Pero vivió con sencillez, comiendo frugalmente, y aunque cultivó la amistad de famosos como Aristóteles Onassis y el fotógrafo Cecil Beaton, vestía de forma muy discreta y llevaba el pelo cano, sin teñir, para pasar desapercibida. En una ocasión, compartió un viaje de taxi con Burt Reynolds, quien no la reconoció; él no supo quién era hasta el momento de despedirse.
La salud de Garbo comenzó a declinar a mediados de la década de 1980 y el 15 de abril de 1990 murió víctima de un síndrome renal y de neumonía en la ciudad de Nueva York. Tenía ochenta y cuatro años. En junio de 1999, sus cenizas fueron enterradas en el cementerio Skogskyrkogarden en Estocolmo. Su fortuna, estimada en veinte millones de dólares, fue heredada por una sobrina suya, residente en Nueva Jersey.
Año | Categoría | Película | Resultado |
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1930[8] | Óscar a la mejor actriz | Anna Christie | Nominada |
Romance | Nominada | ||
1938[9] | Mejor actriz | La dama de las camelias | Nominada |
1940[10] | Mejor actriz | Ninotchka | Nominada |
1955[11] | Óscar honorífico | Trayectoria profesional | Ganadora |
Greta Garbo se convirtió en un ícono del cine y tras su muerte se evocó su figura en distintas obras cinematográficas y literarias.
El escritor palentino César Arconada publicó en 1926 una célebre Vida de Greta Garbo. No se trata de una biografía convencional, sino de un libro vanguardista y fantasioso, escrito con una prosa magnífica.[16]
El poeta Antonio Portela dedicó un poema a Greta Garbo en su libro Dogos[17] y realizó su tesis doctoral con el tema El mito de Greta Garbo en la literatura española e hispanoamericana, bajo la dirección del profesor Luis García Jambrina. Esta tesis fue defendida ante el tribunal el 27 de mayo de 2013, en la Universidad de Salamanca.[18]
En La vida después (Planeta, 2011) de Marta Rivera de la Cruz, se cuenta la historia de una supuesta película inédita de Greta Garbo que se descubre tras su muerte.[19]
La relación profesional entre el director de cine Clarence Brown y la actriz está recreada en el relato de Óscar Esquivias La casa de las mimosas (2010).[20][21][22]
El escritor Montero Glez ha evocado la relación lésbica entre Greta Garbo y Mercedes de Acosta en su cuento «El secreto de la Garbo», publicado en el libro Polvo en los labios (Editorial Lengua de trapo, 2012).[23]