Las habilidades de comunicación o habilidades comunicativas[1] son las capacidades de una persona para recibir, elaborar y transmitir a otras personas información, ideas y opiniones.[2]
Se pueden referir a:
Retórica, la facilidad de un hablante o un escritor para informar, persuadir o motivar a una audiencia
Comunicación, la actividad de hacer llegar información oral o escrita a personas
Escucha activaː[1] concentrarse en lo que dice el interlocutor (en vez de preparar mentalmente la respuesta, por ejemplo), intentar comprenderlo y recordarlo.
Empatíaː[1] situarse mentalmente en el lugar de la otra persona y entender por qué dice lo que dice.
Validación emocionalː[3] manifestar a la otra persona, con palabras cortas o con gestos, que se la está entendiendo y que no se juzga lo que dice.
Comunicación no verbalː[4] cuando escuchamos, nuestros gestos pueden transmitir al interlocutor que estamos atentos (ojos bien abiertos) o distraídos (bostezo). Cuando hablamos pueden transmitir confianza (voz firme) o inseguridad (titubeos). Es importante que nuestros gestos faciales, nuestra actitud corporal, y nuestros movimientos (de manos, de pies) sean coherentes con lo que estamos intentando transmitir a través de las palabras que pronunciamos o el texto o las imágenes que mostramos (por ejemplo, en una presentación).
Lenguaje verbalː[1] el tono y las palabras deben ser las adecuadas para transmitir el mensaje. Un tono demasiado bajo o una vocalización deficiente harán que la audiencia pierda información. Un tono injustificadamente alto suscitará rechazo. Unas palabras mucho más técnicas que el nivel general de la audiencia producirán extrañeza, mientras que demasiadas palabras vulgares harán perder credibilidad.
Dominio del idiomaː la comunicación se realizará en un idioma. Si es en parte por escrito, es importante no cometer faltas de ortografía ni de gramática. Si toda es oral, es importante dominar el idioma y utilizar una pronunciación que a la audiencia le resulte cómoda (para algunos idiomas, hay variantes de pronunciación regional que son difíciles de seguir para oyentes de otras regiones).
Respetoː[1] es importante manifestar consideración hacia el interlocutor (por ejemplo, no interrumpiéndole)[5] o hacia la audiencia. No utilizar frases como "Seguro que no saben", sino "Como ya sabrán". No debe mostrarse enfado porque alguna pregunta manifieste que no se ha entendido bien lo que se ha dicho. En vez de "No se me ha entendido" hay que emplear "Quizá no me he explicado bien".
Persuasiónː[3] es el proceso de guiar a quienes reciben el mensaje hacia la idea, la actitud o la acción que pretende quien lo emite.
Credibilidadː[1] es la confianza que quien emite el mensaje suscita en quienes lo reciben sobre su veracidad. Puede ser intrínseca al acto de comunicación en sí (por ejemplo, una persona manifiestamente borracha tendrá poca credibilidad si da una conferencia sobre los efectos nocivos del alcohol) o ser la consecuencia de sucesivos actos (por ejemplo, hay presentadores de telediarios que han transmitido a lo largo de muchos años noticias muy importantes y gozan de una gran credibilidad entre la audiencia).
Asertividadː[3] quien emite el mensaje manifiesta sus intenciones y deseos firme, pero respetuosamente, sin agredir ni herir.
Claridadː[4] el mensaje debe comprenderse por parte de una persona normal que preste una atención normal. No debe contener contradicciones ni ambigüedades. Ha de ser preciso.[5] No debe emplear frases muy largas ni conceptos demasiado complejos. Idealmente debe poderse condensar en unas pocas palabras sencillas, por ejemploː «Necesitamos un cambio».
Amabilidadː[4] se puede decir que es un paso más allá del respeto. Con el respeto se manifiesta que se tienen en cuenta las opiniones de la otra persona; con la amabilidad se hace sentir a la otra persona que es bienvenida. La amabilidad incluye sonreír, ofrecer al interlocutor una bebida, o facilitarle material impreso con el mensaje.
Apertura mentalː[4] en la comunicación eficaz no hay que manifestar rechazo a las ideas del interlocutor, aunque no coincidan con las propias, sino intentar entender sus razones y las circunstancias que las han originado. Esto incluye adoptar como propias las ideas ajenas que se considere que funcionan.
Adaptación y adecuación al mensaje, al medio y a la audienciaː[4][5] no es lo mismo dirigirse a dos personas que están al otro lado de la mesa que a una audiencia de centenares de espectadores. No es lo mismo hablar a niños que a ancianos. No es lo mismo dirigirse a empresarios que a obreros. No es lo mismo el correo electrónico que una videoconferencia. Además hay que tener en cuenta el entorno cultural de la audienciaː es posible que un norteamericano, hablando en inglés a japoneses que dominan este idioma, los ofenda sin querer, al desconocer muchas características del comportamiento nipón.