Himen | ||
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Ubicación del himen en los genitales femeninos (etiquetado abajo a la derecha). | ||
Nombre y clasificación | ||
Latín | [TA]: hymen | |
TA | A09.1.04.008 | |
Gray | pág.1264 | |
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El himen es una membrana delgada de tejido incompleto que rodea parcialmente la apertura vaginal externa. Forma parte de la vulva, o genitales exteriores, y es similar en estructura a la vagina.[1][2] Uno de los problemas más frecuentes relacionados al himen, se presenta cuando este cubre por completo el canal vaginal, provocando la acumulación de sangre durante el periodo.[3]
Los efectos de las relaciones sexuales son variados según su resistencia, tamaño y elasticidad; si el himen carece de elasticidad, al expandirse se desgarra y puede producir sangrado, si es lo suficientemente elástico, este se expande y puede volver a su condición original, si es lo suficientemente grande, permite la entrada sin romperse, para luego volver a su posición y dimensiones previas sin haber presentado lesión alguna.[4] La ruptura del himen tradicionalmente evoca la pérdida de la virginidad (carunculae myrtiformes).[5]
Al principio, durante el desarrollo fetal, no hay una apertura vaginal. La delgada capa que cubre la vagina se abre parcialmente antes del nacimiento. El tamaño y forma varía mucho de una mujer a otra. Al nacer, la mayoría de los bebés de sexo femenino tienen himen, ya que el tejido se divide completamente estando aún en la matriz. Esta mayoría de féminas nacen con un himen no perforado (himen septado).
El obstetra suele examinar las condiciones de la vulva de la recién nacida para confirmar que su himen se encuentra en perfecto estado. Si la niña nace con el himen cerrado y éste permanece así hasta la primera menstruación (algo no muy común), es posible que la menstruación no fluya libremente fuera del cuerpo, lo que puede resultar doloroso y tener complicaciones que requieran de una intervención quirúrgica.
El himen está constituido por un esqueleto conjuntivo-fibroelástico, ricamente vascularizado e inervado, que se encuentra recubierto por mucosa. Esta capa fibroelástica varía extraordinariamente en cuanto a su desarrollo y es la responsable de la consistencia y elasticidad del mismo.
Son aquellos en los cuales el orificio está en el centro, hacia arriba o en la línea media. Así, se reconocen tres tipos de hímenes típicos: anular, semilunar y labiado. El himen más frecuente entre los examen médico legales ginecológicos es el dilatable.
Comprenden múltiples variedades que escapan al tipo de descripción sencilla de los hímenes típicos. Entre los más frecuentes se encuentran.
El himen flexible o dilatable, también conocido como himen complaciente, presenta un orificio que permite el paso del pene o de dedos sin romperse y vuelve a las dimensiones normales una vez que aquel o aquellos se retiran. La presencia de una mayor cantidad de fibras elásticas en su composición, le aporta una gran flexibilidad. Fisiológicamente esta condición hace que durante las primeras y sucesivas relaciones sexuales, el orificio himeneal se dilate lo suficiente como para poder admitir la penetración peniana con facilidad, sin producir lesión himeneal y por lo tanto, conservar así, sus características de integridad se demuestra mayormente en niñas de 13 a 16 años de edad.
El himen con orificio dilatado tiene también la membrana íntegra, pero en cambio, el orificio mantiene un diámetro anormalmente grande. Esta condición puede ser congénita o adquirida por dilataciones lentas, repetidas y progresiva
El himen artificial hoy se comercializa alrededor del mundo. Este producto consiste de una membrana gelatinosa que desprende un líquido rojo formado por albúmina, se coloca veinte minutos antes de la relación sexual, fingiendo así una ruptura del himen y la virginidad.[8]
Uno de sus principales mercados fue China a través de la internet, pero fue prohibido por autoridades del país tras ser considerado peligroso debido a sus componentes.[9] Debido a su naturaleza, en algunos países islámicos vender el producto se paga con la pena de muerte,[10] aunque es una alternativa "low cost" de una cirugía de reconstrucción llamada himenorrafia .[11]
El que exista o no himen no es un indicativo de que la mujer haya tenido o no coito. No se puede verificar, con un simple examen físico, si una mujer ha tenido coito o alguna otra experiencia sexual. Dado que, como ya se afirmó, pocas mujeres nacen con una membrana en el interior de su vagina, no puede afirmarse entonces que la ausencia de himen sea el indicio de que la mujer haya tenido relaciones sexuales.
El himen no desaparece cuando algo se inserta en la vagina. Puede estirarse sin romperse o rasgarse. Por ejemplo, si una mujer se introduce dos dedos en la vagina durante la masturbación, su himen puede rasgarse todavía al tener relaciones sexuales por vez primera, puesto que un pene suele ser más grueso que dos dedos. De igual manera, una mujer que haya tenido sexo vaginal puede tener restos de tejido del himen. Tales restos no suelen causar ningún dolor durante el coito.
Al introducir juguetes sexuales en la vagina, al probar distintas posiciones durante el coito, o si la pareja sexual actual de la mujer posee un pene de mayor grosor que los de sus parejas anteriores, el himen puede rasgarse de nuevo, o incluso puede rasgarse por primera vez.
Cuando un ginecólogo examina a chicas preadolescentes y adolescentes buscando evidencias de abuso sexual, buscará heridas o rasgados en el himen. Sin embargo, hay mujeres que nacen sin himen, y en tal caso será necesario buscar otros signos o señales de dicho abuso.
A lo largo de la historia de la humanidad, la conservación del himen ha tenido mayor o menor importancia según la cultura a la que se pertenezca. En América, en el imperio inca, para las runas (hombres y mujeres de baja escala social) no tenía la menor importancia. Por el contrario, el hecho de perderlo era síntoma de que la mujer era deseada y, si llegaba a tener un hijo, confirmaba su fertilidad y se convertía en una mujer cotizada entre los runas varones. En la nobleza, en especial entre las consagradas al dios inti (vírgenes del sol), la conservación de la virginidad (himen) era primordial.
Debido al valor que algunos le asignan al himen como símbolo de virginidad, existen culturas en que las mujeres que no tienen un himen intacto se someten a himenoplastias (cirugías reconstructiva del himen), especialmente antes de casarse. En el mundo hispano esta práctica se conoce tradicionalmente como hacer virgos y ya aparece mencionada en La Celestina (1499).
En varias culturas africanas y de América Latina aún se practica la infibulación a las niñas entre los 2 y los 8 años de edad, como manera de preservar el himen y la virginidad de las mujeres. La operación es realizada por una curandera o partera, sin anestesia, y consiste en una ablación (la llamada clitoridectomía), seguida por un cierre vaginal permanente. Solamente se deja una pequeña abertura para la emisión de orina y de sangre menstrual. La vulva se abre con un cuchillo inmediatamente después del matrimonio o antes de un parto. Esta práctica de mutilación genital femenina, provoca, entre otras, complicaciones urinarias, ginecológicas y psicológicas, quistes, propagación del VIH, y complicaciones en el embarazo, y se considera una violación de los derechos humanos de las mujeres y de las niñas.[12] En 2016 Naciones Unidas abordó este tema como una prioridad entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcándose como referencia el año 2030 para acabar con esta práctica.[13][14]
Las hembras de varias especies de mamíferos, además del ser humano, presentan himen[cita requerida]: