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La Dramática Nacional

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La Dramática Nacional[1]​ es una compañía de teatro chilena creada en 2013 por las actrices: Nelda Muray Prado, Carola Rebolledo y Carolina Araya, todas mujeres de teatro formadas en la Universidad de Chile y la Universidad Católica.

La compañía se reúne con el objetivo de montar obras de teatro de autores nacionales que cuentan fragmentos de la historia social de Chile, cumpliendo con el fin de educar y entretener. El año 2014 las actrices logran concretar un montaje que reunió todos los intereses mencionados de la mano de un equipo de casi cuarenta personas, se trata de "Chañarcillo",[2]​ de Antonio Acevedo Hernández, el cual fue financiado por un Fondart Nacional y estrenada en el Teatro Principal del Centro Cultural Matucana 100. El año 2015 la compañía comienza a itinerar por diversos lugares del país, también financiado por el Consejo de la Cultura y las Artes (actual MINCAP), mediante concurso público. El año 2016, ponen en escena la obra "La Canción Rota"[3][4]​ y el 2017 "Almas Perdidas",[5][6]​ todas estrenadas en la misma sala de M100 y financiadas por concurso público de los Fondos de Cultura del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

La compañía señala la importancia de la descentralización de la cultura; y a la fecha las obras se han mostrado en: Calama, Antofagasta, Ovalle, Vicuña, Calle Larga, San Felipe, Requínoa, Nancagua, Palmilla, Lota, Coronel, San Carlos, Chillán, Talca, Los Vilos, Valparaíso, Alto Hospicio, Tocopilla y Mejillones. Asimismo en la Región Metropolitana en varias comunas: Pedro Aguirre Cerda, Cerillos, Maipú, La Reina, Cerro Navia, Santiago, Talagante, Providencia, El Bosque, Recoleta, Lo Prado entre otras presentaciones.

Trilogía Proletaria: Mineros, Campesinos y Obreros.[editar]

El 2018 se completa el primer macro trabajo del grupo titulado: "Trilogía Proletaria: Mineros, Campesinos y Obreros, el Teatro Social de Antonio Acevedo Hernández",[7][8]​ el cual cuenta con los montajes: "Chañarcillo", "La Canción Rota" y "Almas Perdidas". La trilogía cuenta la Historia social de Chile en los siglos XIX y XX a través de tres tipos de trabajadores que han construido la base de la economía a nivel país. En el caso de la primera obra son los mineros los protagonistas, que en "Chañarcillo" aplica específicamente al yacimiento de plata a mediados del siglo XIX, sin embargo el carácter de la obra apunta al oficio del obrero de la minería, pudiendo aplicarse al carbón o al salitre. Lo más relevante es el sistema precario de trabajo, la explotación laboral y la pugna intensa de los mineros entre la riqueza versus la trascendencia humana, poniendo sobre la mesa temas valóricos como: el abuso y cosificación a la mujer o la ley del más fuerte. En "La Canción Rota", el drama es campesino. Las temáticas abordadas dicen relación con el sistema de inquilinaje y a la falta de educación de los agricultores, quienes están sometidos frente al patrón por su pobreza y por ser iletrados. Finalmente, en "Almas Perdidas", es el conventillo el que agrupa a varios tipos de trabajadores chilenos definidos por Gabriel Salazar, como "el bajo pueblo". Además la compañía hizo hincapié en la lucha de los trabajadores de la urbe, los cuales pelean por condiciones dignas de trabajo y por la honestidad y compañerismo que deberían tener entre ellos.

De esta manera, la trilogía narra esa parte de la historia social de Chile, situando como protagonista al pueblo.

La Relevancia Histórica y Cultural de Acevedo Hernández, escenificada por la compañía.[editar]

Antonio Acevedo Hernández,[9]​ nacido en la ciudad de Angol en 1886 fue un dramaturgo autodidacta con una historia personal que genera que sus escritos sean vivenciales e incluso biográficos. Para llegar a la dramaturgia realiza un periplo por todo Chile desafiando su pobreza extrema. Sin embargo esa misma condición lo involucra con la clase obrera a lo largo de todo el país, desde su ciudad sureña natal, hasta el extremo norte.

Se dice que realizó numerosos oficios y que recién instalado en la ciudad de Santiago comenzó a comprar libros, sin saber que los autores eran fundamentales en la dramaturgia mundial. Desde esa lectura comienza de a poco a incursionar en la escritura hasta llegar a construir piezas complejas.

En la década del 20, la escena chilena estaba dedicada a espectáculos de entretención como las zarzuelas o comedias livianas. La participación de Acevedo comenzó muy tímidamente por el escaso interés de los empresarios teatrales en obras de contenido político. Hay innumerables anécdotas sobre el difícil camino que le tocó seguir, como por ejemplo el momento en que hizo su propio comentario teatral sobre su obra "La Canción Rota":

"No existe el precedente de que un autor haya comentado jamás entre nosotros sus propias obras. Yo lo voy a hacer por una razón que tiene mucho de lamentable.Esta razón es la siguiente: la absoluta indiferencia de los críticos chilenos que mantienen las empresas periodísticas para informar al público sobre los espectáculos"[10]

Existen dificultades para las compañías de teatro que quieran representar a Acevedo Hernández dada la ambiciosa puesta en escena y numeroso elenco. La Dramática Nacional se propone escenificar al autor con las acotaciones que indica en sus textos originales. Una de las necesidades de la obra "Chañarcillo" que el autor señala, dice:

"Para representar la acción en este acto y conseguir un realismo artístico dentro de los medios rudimentarios de que podemos disponer en nuestros teatros de Chile, donde están muy distantes aún el escenario giratorio y otras comodidades tan necesarias, el escenario debe dividirse en tres partes, no para lograr las mutaciones del antiguo teatro a base de cuadros, sino para darle el aspecto que ya he citado."[11]

"Sobre el fondo se proyecta una película que interpreta el cuadro familiar: la madre, anciana y pulcra campesina; el padre, las hermanas y los hermanos tomando mate. Si no puede hacerse con cine, debe utilizarse el transparente con los respectivos juegos de reflectores y construir el cuadro con artistas así, en todo."[12]

En este caso, la compañía recoge las acotaciones y se graban escenas cinematográficas que además de aportar a la atmósfera del espectáculo, representa todo aquello que Acevedo imaginó a principios del siglo XX.

El imaginario de Acevedo Hernández lo convierten en uno de los precursores del realismo mágico en Latinoamérica, ya que no escatima en instalar todo aquello necesario para contar cada anécdota o el paisaje donde debe desarrollarse la acción, incluyendo elementos de ficción, que no se separan de la atmósfera que va proponiendo.

En Chile, particularmente, es uno de los más importantes dramaturgos, lectura obligada para estudiantes y junto a Germán Luco Cruchaga y Armando Moock son considerados los padres del teatro chileno.[13]

Las Obras.[editar]

"Chañarcillo"[editar]

Considerada una de las obras claves del dramaturgo, narra la vida de los mineros del norte de Chile, específicamente en el mineral de plata ubicado en la tercera región: Chañarcillo. El argumento ubica a pirquineros, apires, barreteros, etc. en sus faenas del día a día. La historia comienza en la taberna del pueblo de Juan Godoy, donde todos los trabajadores asisten a satisfacer sus necesidades básicas: comida, bebida y prostitutas. Don Patricio, dueño de la taberna estafa a un inexperto minero que ha encontrado un yacimiento y que comenzarán a explotar. A este mismo lugar asisten "El Suave" (Jorge Rodríguez) y "El Chicharra" (Íñigo Urrutia), protagonistas de esta obra, quienes superados por una vida miserable y siendo testigos de tanto vicio, deciden emprender una travesía por el desierto en busca de un filón de plata. El impulso está dado por el personaje de "La Carmen" (Nelda Muray Prado), una prostituta que ha enamorado al protagonista y que por amor al Chicharra, decide cambiar de vida mientras espera su retorno. El periplo de los protagonistas en el desierto constituye un acto completo donde se encuentran con personajes mitológicos, inclemencias propias del desierto, el deterioro de sus cuerpos y las alucinaciones que aparecen en este panorama. El elemento mágico de Acevedo Hernández, aparece con fuerza en el texto, incluyendo leyendas en los cerros que incitan al Suave y al Chicharra a adentrarse en las montañas del desierto más árido del mundo.

La vida en Juan Godoy transcurre siempre de la misma manera, sigue la ley del más fuerte, el aprovechamiento al más débil, la miseria y la ansiedad por plata para enriquecerse y salir de la miseria. Sin embargo la llegada de los protagonistas, con la noticia de que han encontrado el mineral, genera en el pequeño pueblo una luz de esperanza en cuanto a la posibilidad de salir de la miseria desde su propio esfuerzo y su fe.

El elemento sincrético es evidente dado que surgen símbolos que mezclan la religión católica con los ritos de los habitantes de la zona. Uno de los ejemplos más claros es que el personaje de la Camen (que alude a la Virgen del Carmen) es una especie de amuleto para todos los mineros, pero además, Acevedo, la hace transitar de prostituta a virgen, desafiando la moral cristiana y otorgando un re significado a la pureza, fundamentado en la honestidad y generosidad.

Para potenciar el elemento de religiosidad popular, la compañía integra un pregón que cantan los mineros, evocando los cambios te turno de los mineros que se realizaban cantando. El pregón utilizado es el Baile Chino N.º 6 y es en devoción a la Virgen de la Candelaria, este responsorial es utilizado en las procesiones que rinden culto a esa figura, propia de los pueblos del norte chileno. También se integra una canción al mismo ícono religioso en uno de los momentos claves de la obra, que es cuando un yankee mata un pájaro que llaman "el gaucho", el cual es fundamental en el equilibrio de la mina. Lo definen en los mismos textos, como "el ángel", "el brujo", y alude a un pájaro que entrando a las minas anuncia si hay peligro de gases tóxicos.

"Chañarcillo", ha sido una obra épica dentro de la extensa dramaturgia de Acevedo convirtiéndose en un clásico con muy pocas versiones montadas profesionalmente.

"La Canción Rota"[editar]

Drama campesino estrenado en 1921. Cuenta la vida del campesinado chileno que vive en el sistema de inquilinaje.

La obra se inicia con el abuelo Esteban (interpretado por Hugo Medina) que vive mediando en un conflicto entre su nieto Jecho (Íñigo Urrutia), un experto jinete y Abdón, hijo del administrador de la hacienda, dado que ellos han cultivado una enemistad basada en el concepto de hombría y además juegan sus caballos en carrera y siempre gana el pingo de Manuel Jesús. En esta constante riña, Abdón manifiesta su amor por Mariana, nieta de Esteban y prima de Jecho, y la pide en casamiento. En esa misma dinámica, el abuelo recuerda a su nieto Salvador, anhelando su retorno para que sea el marido de su nieta. Salvador por su parte se había ido a la ciudad para buscar una nueva vida sobre todo accediendo a la educación, sin embargo se enferma y decide volver al campo a mejorarse. El retorno de Salvador deja al descubierto el abuso patronal sobre el inquilino aprovechándose de la falta de educación de los más pobres y decide poner una escuela para enseñar a los niños a leer, con el fin de darles una vida mejor y que no sean estafados mediante documentos que son incapaces de descifrar. El drama avanza hasta que Abdón, ascendido a administrador roba el caballo de Jecho en venganza y además al verse rechazado por Mariana decide cortar el agua a los campesinos más pobres, quienes se sublevan y deciden emprender contra los hacendados.

Entre los mayores desafíos que el texto propone está la indicación del autor que la Cordillera de los Andes es el telón de fondo. Para abordar esa descripción, el Director Audiovisual Erwin Scheel, instala una pantalla en un segundo piso para extender una cordillera que será cielo, paletas de colores y también la historia previa de los niños: Jecho y Abdón. Además la compañía aporta tradiciones sincréticas populares como una rueda de Canto a lo Divino, momento donde los campesinos cantan en torno a la figura del nacimiento de Jesucristo "el niño Dios", una composición en décimas muy representativa del campo chileno. También el sonido del guitarrón chileno y una composición musical basada en las marchas multitudinarias que han existido a lo largo de la historia por demandas justas que realizan los trabajadores. En cuanto a los bailes tradicionales, el maestro Cádiz instala la cueca campesina, cueca del balance, el balambito y el vals; interpretados por guitarras (también llamadas vihuelas en ese contexto) y arpa.

En el proceso de investigación, la compañía se basó fundamentalmente en el texto "Cómo ser niño huacho en Chile" de Gabriel Salazar, quien además realiza al prólogo de la obra en un texto en off. En cuanto a la observación de realidad la compañía realizó una visita en terreno a la hacienda San José del Carmen del Huique.

"Almas Perdidas"[editar]

La obra fue estrenada en 1917 y aborda la vida del conventillo, vivienda de condiciones precarias e infrahumanas que se instaló en Latinoamérica. Las construcciones fueron problemas de salubridad enormes. La población más pobre tuvo que convivir en piezas "circulares" (sin ventanas), sin luz ni baño, en muy pocos metros cuadrados y con una acequia de aguas servidas que corría por el centro del patio, donde mismo jugaban los niños y se lavaba la ropa. El conventillo fue un problema de salud pública hasta ser erradicados o restaurados para dar una dignidad mínima a sus habitantes.

Muchos de los administradores de estos conventillos, eran carabineros; y en la obra de Acevedo es de esa manera. El Primero Araya, tiene un clandestino de venta de licores atendido por sus hijas Laura y Rosa. Los vecinos del lugar asisten a este lugar básicamente a beber y compartir vivencias que transitan entre el vicio, los robos, la prostitución, etc. Entre ellos vive una señora ciega que es madre de Óscar y madrina de Laura, dado que fue quien la crio ante la muerte prematura de su madre. Entre Óscar y Laura hay una atracción evidente, pero son mirados como medio hermanos y los cercanos desaprueban la relación. La ambición por la que se mueven los personajes queda en evidencia con la aparición en escena del "Barril", el esposo de Rosa, que es un hombre estafador y que pretende robar un dinero a sus compañeros de trabajo. En ese panorama conocemos al Aguilucho, un ex presidiario que ha pasado por una vida muy complicada con estancias en la cárcel y en la casa de orates. El Aguilucho, también enamorado de Laura, ha tomado la decisión de cambiar de vida, ya que su historia le ha generado muchísimo dolor, especialmente vivir con el recuerdo de haber asesinado a su pareja, por celos.

La Dramática Nacional, inserta fragmentos de otros textos del mismo autor para potenciar el problema de los obreros e instalar la lucha sindical como hito histórico. Así, aparece el personaje de Fernando, quien será el obrero industrial más sensato dentro de una huelga que se lleva a cabo. La cuestión sindical está vinculada a la Federación Obrera de Chile (FOCH), y se plantean los temas básicos que fueron parte de los petitorios históricos de los derechos laborales.

El clímax de la obra se instala en la Noche de San Juan, momento de sincretismo religioso que no falta en las obras de Acevedo Hernández. La celebración otorga una atmósfera mágica, ya que en la creencia popular el diablo se instala en la tierra y concede deseos a través de ritos muy conocidos. El trago exacerba los ánimos y envalentona a los más tímidos, desencadenando cierta catarsis en los personajes que se enfrentan en peleas e incluso hasta la muerte.

Maestros de la Compañía.[editar]

Bajo la premisa de la educación, la compañía se ampara en tres grandes maestros reconocidos en su ámbito. En el campo de la actuación, el actor Hugo Medina es quien realiza la labor de educar a los actores sobre todo en el método Stanislavskyano, asimismo Medina es el Director Ejecutivo de la compañía. Por el lado de las tradiciones chilenas el maestro es: Osvaldo Cádiz, uno de los más importantes folcloristas del país, que a lo largo de toda su carrera investigó junto a su compañera Margot Loyola, las costumbres de los pueblos de Chile; también es el profesor de bailes tradicionales. En la trilogía se ha representado: huayno, cueca nortina, cueca campesina, cueca urbana, vals, foxtrot, tango, entre otros. En el proceso creativo de "Chañarcillo", la compañía fue instruida por la maestra Loyola, quien participó en todas las versiones anteriores de la obra: el año 1954, bajo la dirección de Pedro de la Barra y luego en 1979 por el Teatro Itinerante de la Universidad de Chile. En cuanto a la Historia Social de Chile, es Gabriel Salazar, uno de los precursores de este campo de investigación y Premio Nacional de Historia 1996, quien además de instruir al equipo, ha contribuido con textos y voz para los montajes de la compañía.

Material Teórico.[editar]

Para la realización de “Trilogía Proletaria. Mineros, Campesinos y Obreros”, La Dramática Nacional se realizó un análisis de ciertos elementos de la obra de Acevedo que resultan significativos para la comprensión de su trabajo. Producto de este estudio preliminar a la puesta en escena, surge el ensayo titulado: "La Presencia de la Religiosidad Popular en la Dramaturgia de Antonio Acevedo Hernández", de Carolina Rebolledo y que puede leerse a continuación:

"La Presencia de la Religiosidad Popular en la Dramaturgia de Antonio Acevedo Hernández"[14][editar]

La obra del dramaturgo Chileno Antonio Acevedo Hernández ha sido considerada una pieza clave dentro del desarrollo del teatro en América Latina. La aparición de este autor a inicios del siglo XX viene a poner en tela de juicio un sistema teatral dominado por la elite intelectual y en el cual pareciera no haber cabida para un teatro social “serio” y con un punto de vista crítico. En un momento en que nuestra cartelera estaba invadida por sainetes, zarzuelas y melodramas, Acevedo desde su condición de artista autodidacta de origen proletario escribe y pone en escena los primeros Dramas Sociales Latinoamericanos: retratos descarnados de las condiciones de vida de los campesinos y los obreros chilenos y relatos reprobatorios del proyecto oligárquico imperante en nuestro país durante el siglo XIX y principios del siglo XX. Los textos de Acevedo no tienen en su época una buena acogida dentro del ambiente teatral nacional, lo directo y agudo de su discurso no agrada al gusto oficial, la obra de este autor será reconocida varios años después de que funde su compañía teatral y escriba su primeros textos y cobrará en la segunda mitad del siglo XX un absoluto vigor entrando al espacio reservado a los grandes clásicos del Teatro Latinoamericano. La trascendencia de la obra de Acevedo está dada por el enfoque realista con que el autor retrata la cuestión social, así como también por la inclusión en sus textos de elementos propios de la cultura popular latinoamericana. En la construcción de las obras de Acevedo el folclore y la religiosidad popular son elementos esenciales , sus piezas se articulan desde la profunda vinculación que los personajes tienen con sus tradiciones y con su imaginario mestizo y muchas veces la acción se verá determinada por la cosmovisión sincrética propia de las clases populares latinoamericanas. A través de esta investigación se pretende comprender la obra de Acevedo desde una de las preocupaciones centrales de este autor: la pérdida de la identidad en América Latina. Su visión del conflicto social en Chile no se suscribe solo a la lucha de clases, sino que también a los efectos que la occidentalización tuvo en nuestro territorio. Todo el universo simbólico contenido en la obra de Acevedo está ligado a nuestra tradición cultural sincrética, uno de los objetivos del trabajo de este autor consiste en visibilizar los elementos propios de lo popular y a su vez plantear la valoración de lo mestizo como ideología central dentro del proceso de reivindicación de las clases proletarias. La investigación pretende demostrar la importancia de la presencia de la religiosidad popular en la obra de Acevedo usando tres textos de este autor en los que se recrean Fiestas Cristianas de corte mestizo: “Chañarcillo”, “La Canción Rota” y “Almas Perdidas”.

La Religiosidad Popular en la Obra de Antonio Acevedo Hernández[editar]

Al revisar la obra de Antonio Acevedo Hernández se aprecia de inmediato la conexión que este autor tiene con el simbolismo cristiano, desde los nombres de sus personajes (Carmen en “Chañarcillo”- en alusión a la patrona de Chile- Manuel Jesús en “La Canción Rota” y Juan en “Almas Perdidas”) hasta la inclusión en sus textos de escenas en las que la acción se desarrolla mientras se celebra una fiesta religiosa (Fiesta de la Candelaria en “Chañarcillo”, Navidad en “La Canción Rota” y San Juan en “Almas Perdidas”.) El elemento de lo Cristiano en Acevedo no es solo anecdótico sino fundamental dentro de la filosofía contenida en sus piezas, es la metáfora en la que se esconde la verdadera esencia de sus personajes y de las acciones contenidas en sus obras. El autor plantea en sus textos un conflicto muy propio de lo latinoamericano: la contradicción entre la religión oficial y la religiosidad popular, esta disyuntiva que se inicia en nuestro país con el proceso de colonización, muy lejos de diluirse en los casi trescientos años de dominación española se agudiza cada vez más y llegado el siglo XX podría casi decirse que los sectores populares, herederos de la tradición mestiza, han creado su propia versión del Catolicismo. El siglo XX se inicia con el conflicto denominado como “La Cuestión Social”, fenómeno reaccionario al proyecto oligárquico que Chile ha desarrollado desde que se convirtió en una nación autónoma. Si bien las brechas sociales en nuestro país son un producto de la dominación europea, las condiciones de precariedad y explotación en las que viven las clases obreras no se ven modificadas con el proceso de independencia, y peor aún pareciera que el sistema económico y político que impera a fines del siglo XIX tendrá como única consecuencia el perpetuar por un largo tiempo en Chile el modelo de inequidad social . La iglesia no se encuentra ausente de este proceso y como institución se alineará con las clases sociales dominantes: A comienzos del 1900, con la situación generada a partir de la guerra civil de 1891. el clero chileno fue un instrumento político al servicio de la unidad del bloque oligárquico, su misión electoral, incluso, fue, en palabras del Arzobispo González Eyzaguirre a la Santa Sede en 1914, "unir las voluntades de la aristocracia”. Salinas, Maximiliano. “Canto a lo Divino y Religión Popular” Este panorama de abandono por parte de la iglesia a las clases populares sumado al arraigado catolicismo sincrético que profesan estos grupos sociales, dará origen de manera definitiva a un nuevo modo de concebir la religión. La “Religión del pobre y del oprimido”, un credo en el que la Virgen fértil y dadora de vida se sobrepone a la figura del dios patriarcal español, en el que la celebración católica toma la forma del rito agrícola precolombino y en la que los Santos y Jesús tienen una condición humana, cercana y fraternal. Es precisamente esta nueva forma de vivir la religión la que Acevedo quiere retratar en sus piezas, pero no por un simple deseo de realismo, sino que porque esta Fe popular es para este autor la interpretación de la esencia misma de las clases proletarias.

Casos de estudio[editar]
1.- “Chañarcillo”: (1936) La peregrinación Mariana. El Mundo Andino y su devoción a la Pachamama. Texto puesto en escena en 2014 por la Compañía La Dramática Nacional[editar]

El auge de la minería de la plata en Chile de mediados del siglo XIX es el escenario en el cual se desarrolla la obra “Chañarcillo”. Esta obra de Acevedo es un retrato de la sacrificada vida en las minas del norte de nuestro país y una crítica a un sistema en el que prima la ley del más fuerte, la ambición de fortuna y la violencia. En “Chañarcillo” encontramos uno de los personajes más complejos de los presentados en las obras de Acevedo: “Carmen”, zamba nortina que por necesidad a debido dedicarse a la prostitución. Muy lejos de ser el estereotipo de la mujer vividora Carmen encarna los valores de la honestidad, la decencia y la rectitud, y es tal su belleza y su aura de mujer “completa” que se ha convertido para los mineros no solo en la muchacha más deseada del pueblo sino también en amuleto de buena suerte (todos los personajes que descubren algún yacimiento de plata dicen haberlo logrado luego “de nombrar a la Carmen”). En una de las escenas más interesantes de la dramaturgia de Acevedo el personaje de Carmen se verá alentada por los mineros a realizar un ritual que salvará a la mina de la destrucción: en este momento de la obra la prostituta se transformará en virgen y tendrá como misión restaurar el orden natural. Carmen, cuyo nombre claramente alude a la Virgen Patrona de Chile, es la representación de uno de los pilares sobre los cuales se construye la religiosidad popular en América Latina: la figura de la Virgen María fundida con la figura de la Madre Tierra. Este personaje tiene los atributos de las vírgenes patronas, de hecho se podría decir que Carmen es la encarnación de la Virgen de la Candelaria, de la China de Andacollo o de la Virgen del Socavón (patronas de los mineros). Estas Vírgenes Andinas distantes a la representación católica tradicional tienen una “condición sensual mística”, poseen los atributos de la fertilidad, son madres fecundas y mujeres deseadas y queridas por todos. La construcción de este personaje es un claro gesto del autor de poner en escena un elemento muy propio de nuestra condición mestiza: lo contradictorio de la construcción de lo femenino en América Latina: la contraposición del paradigma católico (la mujer casta, pudorosa y al servicio del hombre) con el modo de ver lo femenino en nuestras culturas originarias (la mujer sensual, fértil y que ocupa un rol autónomo dentro de la sociedad).

2.- “La Canción Rota” (1921). La Natividad o fiesta de los pobres en el mundo campesino. Texto puesto en escena en 2016 por la Compañía La Dramática Nacional[editar]

Esta obra de Antonio Acevedo transcurre en el campo chileno a inicios del siglo XX, la pieza es un retrato de las condiciones de explotación en que viven los peones producto del sistema patronal de tenencia de la tierra que impera en nuestro país en ese momento de nuestra historia. La Natividad es una de las Fiestas Religiosas más importantes dentro del mundo campesino, esta celebración es la representación del nacimiento del pobre, la promesa de salvación para los humildes, es el momento en que el pueblo encuentra un punto de identificación con un Dios que llega al mundo en un contexto de ruralidad, precariedad y solidaridad.

Junto con la relación de correspondencia que se establece entre las condiciones en que ocurre el nacimiento de Jesús y el mundo del campesinado en Chile , existe otro elemento que hace que esta fiesta cobre gran valor en el contexto del mundo agrícola latinoamericano.

La natividad cristiana coincide con una fecha que en el mundo Precolombino tenía gran relevancia: el solsticio de verano, momento en el cual nuestras culturas originarias celebran la fertilidad materializada en la explosión frutal de la estación estival y agradecen a la Pachamama por los regalos que un año más les ha entregado. Las razones por las que Acevedo decide poner en escena esta fiesta son precisamente que esta celebración refleja las dos grandes preocupaciones del mundo agrícola: la posibilidad de reivindicación social (desde la figura de un dios que decide que su hijo nazca en condiciones de escasez: instalando la pobreza como un valor positivo) y la relación de dependencia que existe entre el campesino y la tierra (el solsticio como momento de la materialización de la generosidad de la tierra con el hombre y el ritual a la Pachamama como espacio de sacralización de la relación hombre-naturaleza).

Junto con los motivos expresados con anterioridad existe otra razón más por la cual Acevedo instaló el conflicto de “La Canción Rota” durante la escena en la cual se celebra La Natividad, es en este instante de la obra en el cual se rebela el coraje y el espíritu revolucionario de los tres personajes que se convertirán en los héroes de la pieza y que en una evidente cita a los protagonistas de la Navidad católica llevan por nombres “Salvador”, “Mariana” y “Manuel Jesús”. Con este hecho el autor plantea metafóricamente que con la acción de rebelarse contra la autoridad (situación que ocurre en medio de la celebración cuando desafían al personaje del administrador) los personajes están volviendo a nacer, están iniciando una nueva vida en la que están llamados a ser los líderes del proceso de cambio que su comunidad necesita .

3.- Almas perdidas (1916) “La Noche de San Juan”- La presencia de lo demoníaco en las nuevas metrópolis latinoamericanas. Texto puesto en escena en 2017 por la Compañía La Dramática Nacional[editar]

La acción de la obra “Almas Perdidas” ocurre en un Conventillo en la ciudad de Santiago. Este espacio que encarna los problemas propios de la pobreza en los entornos urbanos, alberga un abanico de personajes que tienen como único deseo salir de las condiciones de vicio y miseria en las que viven.

El foco de esta obra de Antonio Acevedo está puesto principalmente en los problemas que ha traído a la población de América Latina los procesos de migración del campo a la ciudad. La metrópoli se representa en esta obra como la cuna de todos los vicios y también como el espacio donde se genera el proceso de perdida de la tradición.

Las escenas centrales de la obra ocurren mientras se celebra la noche de San Juan, en la tradición católica esta es la fecha en la cual el diablo baja a la tierra a generar caos entre los hombres, pero es detenido por San Juan, quien lo devuelve a los infiernos. Esta fecha coincide también con el solsticio de invierno en Sudamérica, momento del año en el cual se realizaban importantes ritos de la tradición precolombina como el Inti Raymi Andino o el We Tripantu Mapuche.“En almas perdidas” Acevedo diferencia de modo radical dos tipos de personajes: los que desean salir de la marginalidad y aquellos que han sido corrompidos por lo urbano. Es en medio de la fiesta cuando estos opuestos se enfrentan, en una lucha que recuerda la sostenida por San Juan con el demonio, el bien, encarnado por el personaje de Óscar, vence al mal, encarnado por el personaje de Ramón.

Óscar en un acto heroico y en defensa de la mujer que ama asesina a Ramón y con este hecho el protagonista destruye metafóricamente al “diablo” que habita en el conventillo, al personaje que es el agente de todos los valores negativos en el espacio de la acción.

Además de la relación con el universo Cristiano, la obra también tiene una conexión con el espíritu de la celebración del solsticio de invierno. Todas las fiestas precolombinas que se realizan en esta fecha tienen como objetivo conmemorar el inicio de un nuevo ciclo y agradecer la renovación de la vida. En esta obra Acevedo plantea la escena de la fiesta desde la siguiente lógica simbólica: con la destrucción del mal Óscar ha regalado a su comunidad la opción de comenzar una nueva etapa, una nueva lógica en la cual los valores de la honestidad y del trabajo se sobreponen a la corrupción y el abuso.

Referencias[editar]

  1. «http://www.ladramaticanacional.cl/» (en inglés estadounidense). Consultado el 8 de enero de 2019. 
  2. «El regreso de Chañarcillo, un clásico del teatro social chileno | La Tercera». www.latercera.com. Consultado el 7 de enero de 2019. 
  3. Chile, C. N. N. «Conoce más detalles de “La canción rota”». CNN Chile. Consultado el 7 de enero de 2019. 
  4. «Iñigo Urrutia y Hugo Medina protagonizan montaje clave del teatro social latinoamericano « Diario y Radio U Chile». Consultado el 7 de enero de 2019. 
  5. «El Mercurio.com - Blogs : "Almas perdidas" y "Beben" Desorientación política». El Mercurio (en inglés). Consultado el 8 de enero de 2019. 
  6. Literatura, Por: Cine y (2 de noviembre de 2017). «"Almas perdidas", en M100: La sensibilidad teatral de la Revolución Chilena». Cine y Literatura. Consultado el 8 de enero de 2019. 
  7. Entrama, Equipo. «Trilogía proletaria: “Mineros, Campesinos y Obreros” | Entrama Cultural». Consultado el 8 de enero de 2019. 
  8. «Detrás de las Máscaras: La chilenidad resurge en la obra Trilogía Proletaria». BioBioChile - La Red de Prensa Más Grande de Chile. 13 de septiembre de 2018. Consultado el 8 de enero de 2019. 
  9. «Antonio Acevedo Hernández (1886-1962) - Memoria Chilena». Memoria Chilena: Portal. Consultado el 8 de enero de 2019. 
  10. Acevedo Hernández, Antonio (1942). Artículo de Periódico de Talleres El Mercurio., ed. Las Últimas Noticias. Biblioteca Nacional de Chile: Talleres El Mercurio. 
  11. Acevedo Hernández, Antonio (1990). María Magdalena Browne, ed. Chañarcillo. Pehuén. p. 31. ISBN 978-956-16-0225-0. 
  12. Acevedo Hernández, Antonio (1990). María Magdalena Browne, ed. Chañarcillo. Pehuén. p. 78. ISBN 978-956-16-0225-0. 
  13. «Memoria Chilena». 
  14. Rebolledo, Carolina. La Presencia de la Religiosidad Popular en la Dramaturgia de Antonio Acevedo Hernández. 

Enlaces externos[editar]


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