La literatura romana es fundamentalmente literatura latina, aunque también incluye algunos autores romanos que escribieron en griego.[1] Sin embargo, hay mucha literatura latina escrita después del final del imperio romano en Occidente que ya no es literatura romana, evidentemente.
El latín es la lengua más conocida entre las lenguas muertas y debe su nombre al Lacio ―comarca de Italia, donde se encuentra Roma-. Tenía préstamos de otros idiomas como el griego, el umbro, el osco y el etrusco, así como aportaciones de algunos dialectos que han concurrido a la formación de la lengua latina como el pelasgo o el céltico; hay que lamentar la pérdida del libro Orígenes de Roma, de Catón, que hubiera ayudado a establecer sobre la cuestión de la primitiva composición del latín. El monumento más antiguo que se conserva del latín es un canto o himno que los hermanos arvales (colegio de sacerdotes romanos) recitaban en su fiesta anual y que fue descubierto en el año 1777, grabado en una piedra, acompañada de los estatutos del colegio.
El latín se usó en el Imperio romano y, tras la partición del mismo, en el Imperio romano de Occidente hasta su disolución, y desde la Edad Media como lengua sagrada de la iglesia cristiana occidental, de la ciencia, de la Filosofía y la Teología y del Humanismo. En la actualidad, todavía se enseña en algunos currículos educativos.
La literatura romana en el latín va de la mano de dos partes muy marcadas que son la literatura indígena y la imitada.
Comúnmente, la literatura romana se divide en cinco épocas principales:[2]
Este primer periodo no ofrece más que obras incompletas. En su origen este pueblo agricultor y jurista, religioso y práctico, no tiene nada del instinto poético de las poblaciones nacientes, su jactancia resplandece en canciones y farsas desordenadas; además se caracteriza en lo siguiente:
El primer canto tradicional de la literatura latina se debe a la institución de los arvales, corporación religiosa encargada de presidir la agricultura formada por doce sacerdotes cuya fundación se atribuye a Rómulo.
Estos sacerdotes al llegar la primavera recorrían todos los campos para obtener de los dioses una cosecha importante. Llevaban una marrana preñada y después de la procesión, se reunían en círculo, entonaban una plegaria y sacrificaban dicho animal y la plegaria constaba de cinco frases distintas, cada una de las cuales se repetía tres veces y de una exclamación final que se repetía cinco veces.
Algunos estudiosos opinan que estaban escritos en forma métrica los versos de estos cánticos y en versos saturnios de desigual medida sin otro signo prosódico que el yambo y del troqueo. El único carácter poético del canto es la triple repetición de cada frase o de cada verso y la repetición de la palabra final.
Los axamenta o cantos de los sacerdotes salios se refieren igualmente a ceremonias piadosas y se expresaba por un delirio excitado y danzas acompañadas de cantos y ceremonias extrañas en que figuraban anciles, escudos consagrados al dios Marte.
En cuanto al origen del gusto escénico de los romanos está en lo siguiente:
Tal fue el verdadero origen del teatro indígena en Roma de aquellas escenas exentas de arte, teatro tan diverso del drama imitado de los griegos que cautivó luego al público.
Estas improvisaciones verificadas por los jóvenes de la población se incorporaban con una especie de armazón de fábulas atellanas, de la villa de Atella en Campania, cerca de Aversa, y constituían un teatro peculiar a Dios con sus personajes especiales, como Maccus, Bucco, Puppus y sus privilegios particulares en su cualidad de teatro indígena, sostenido y representado en su origen por la juventud romana (con la exclusión de los histriones o actores asalariados, dedicados a las piezas de origen griego).
Más adelante tuvo este repertorio célebres actores, pero no se halla nombre alguno en este primer periodo de autores atellanos.
Desde esta primera época hubo la necesidad de acumular en una especie de catálogo, es decir, un inventario, los hechos y nombres principales relativos a la política o religión, como son los que se citan a continuación.
Los indigitamenta atribuidos a Numa y comentados más tarde por Granius Flaccus, como un repertorio sacerdotal de todos los dioses conocidos en el Lacio.
Colección de leyes reales titulado Derecho papiriano, que tomó nombre de un tal Papirio, el cual, bajo el reinado de Tarquino el Soberbio, había compilado sus diversas partes.
Se hallan en los fragmentos de estas leyes y constituciones reales varias prescripciones que emanan de Rómulo, de Tacio, de Numa, de Servio Tulio y que descubren hábitos supersticiosos o la experiencia de la vida práctica. Como ejemplos de lo dicho se puede citar lo siguiente:
De la severidad de reglas y preceptos que rigen la fe o culto se pasó a las leyes judiciales que ordenan exclusivamente la vida civil y el carácter romano aparecerá por completo desde este primer periodo.
Primeramente la caída de la monarquía romana hizo caer en desuso o en descrédito sus ordenanzas, siendo necesario ordenar estas reglas contradictorias y amoldar la nueva ley a las instituciones republicanas.
Hacia los años 302 y 304 de Roma, después de haber enviado a Grecia diputados encargados de tomar una copia de las Leyes de Atenas y otras ciudades, publicaron los decemviros la Ley de las Doce Tablas que en el año 306 esculpidas en bronce fueron públicamente fijadas en el Foro junta a la tribuna de oradores y frente a la Curia.
Este código, el mejor redactado, el más discretamente severo de las primeras leyes romanas, fue durante mucho tiempo observado y acatado, y contiene toda la ciencia legal de los antiguos romanos codificando las más antiguas leyes de derecho público, criminal, privado, sacro y procesal, comunes a los patricios y plebeyos, con las modificaciones exigidas por el objeto de esta legislación con estilo admirablemente breve, riguroso y preciso.
Esta ley pervivió hasta Justiniano, época en la que se empezó una nueva labor de interpretación de las leyes existentes y relaciones jurídicas de las reglas y fórmulas preestablecidas en las Doce tablas. Las características principales de esta monumental obra jurídica son las siguientes:
Posteriormente se ha de señalar los rápidos progresos del genio romano respecto a la regulación jurídica de las relaciones sociales con otras leyes, aparte de la dicha anteriormente, respecto a los castigos, a las intrigas, a la distribución de las propiedades agrarias, a los réditos usurarios, las acciones o fórmulas previas, necesarias para poder intentar un proceso que más tarde formaría lo que se conoce con el nombre de derecho flaviano.
Grandes jurisconsultos de esa época fueron Apio Claudio ―cuyo nombre recuerda las luchas que suscitaron estas fórmulas del derecho entre patricios y plebeyos― y Tiberio Coruncanio.
En esta época primitiva de la literatura latina también tuvo su principio la historia como ciencia social con las siguientes obras:
El resumen de este primer periodo se caracteriza por tanto por sus obras de leyes y de jurisprudencia más algunas obras con vestigios históricos.
El arte griego apareció en Roma haciendo casi desaparecer ―bajo adornos nuevos― las obras de inspiración local.
No había en Roma un espíritu literario cuando cayó Tarento en manos de los romanos y con los despojos de esta ciudad entró en Roma un prisionero llamado Andrónico que correspondió al cónsul Livio Salinator y se principió la gloriosa serie de esclavos eruditos que pagaron por los dones de su espíritu el rescate de su libertad, oponiendo a la nobleza de la sangre y de la fuerza a aquella otra nobleza del talento y gusto intelectual.
Con la parte más sobresaliente de la literatura el drama, es decir poema dramático que intenta transmitir aspectos graves de la vida en su realidad más cotidiana empleando el autor la graduación de sentimientos que desee, de lo más trágico a lo más cómico, es con lo que Livio Andrónico que vivió en el siglo III a. C. siendo el poeta más antiguo latino que recibió su nombre latino de Livio Salinator quien en pago de haber educado a sus hijos lo manumitió. Se presentó ante los espectadores romanos primero como actor y autor de sus obras y posteriormente solo de autor conservándose veinte libros de sus dramas pero con pocos fragmentos de los mismos, imitaciones de piezas griegas y el uso del verso saturnino. Livio Andrónico se ejercitó en otros géneros, como son los siguientes:
Los fragmentos de sus versos se encuentran en la colección Poetae scaenici latini de Bothe.
Otro autor es Nevio, que se dio a conocer hacia los años 520 AUC.,235 a. C. ; gran apasionado de los griegos, se centró más en personajes romanos pero halló gran oposición en la aristocracia romana y fue incluso castigado con el destierro, muriendo en Útica hacia el año 550 de Roma, debido a la familia de los Escipiones, y a los Metelos. Cultivó varios géneros, que son los siguientes:
Entre estos poetas enciclopédicos fue Ennio, nacido el año 515 en Rudies, uno de los más fecundos y celebrados, ya que cultivó epopeyas, sátiras, comedias, tragedias, poemas filosóficos, didácticos, formándose un gran nombre. Sus obras fueron las siguientes:
Después de éste enriqueció Pacuvio la escena de Roma con producciones de imitación trágica de otra clase e imitó a autores griegos como Sófocles, Eurípides y otros autores. Se caracteriza este autor de literatura latina por su originalidad y firmeza sin dejar de ser copista y la mayor parte de los eruditos antiguos le otorgaron el epíteto de doctus por el empleo de ciertas expresiones pintorescas.
Finalmente Accio el más importante de los trágicos romanos hacia el 632, del que se conserva lo siguiente:
En el género literario de la comedia se destacaron dos autores:
Plauto, natural de Sarsina, en Umbría, floreció por la época de la segunda guerra púnica y es uno de los poetas que permaneció más fieles al patriotismo y tuvo una gran penetración psicológica de los sucesos interiores, de las contrariedades, de los disturbios y emociones de la vida romana, tocando los vicios, los defectos de todas las clases. Sabía evitar los resentimientos de los poderosos y complacer a los menos acomodados y al pueblo íntimo cuyos individuos frecuentaban la Cávea atribuyéndosele más de ciento treinta comedias, es decir, poemas dramáticos de despropósitos y final festivo que suele tener por objeto corregir las costumbres de su época, describiendo los vicios y extravagancias de los hombres, aunque solo nos han llegado veinte comedias y probablemente el Amphytrion fue copiada de los griegos. Una de sus comedias más curiosa fue la obra Cautivos. Otras obras suyas son El soldado fanfarrón, El anfitrión, El persa, El cartaginés, El mentiroso. Murió rodeado de gloria y fortuna en el año 570 de Roma.
Terencio como la mayor parte de los introductores de la poesía dramática en Roma, llegó de África a Roma en el bagaje del senador Terencio Lucano. En las obras que ha dejado Terencio se ven vestigios de Grecia y principalmente fue imitador y copista de Menandro, lo cual le hizo recibir de César el título de semi-Menandro. Su forma de escribir consistía en reunir dos piezas de este autor o de un contemporáneo romano para hacer de ellas una sola, con gran pureza y elegancia, y su talento consistía en lo siguiente:
Sus seis comedias son las siguientes: Andria, Hecyra, Heautontimorumenos, Phormio, Eunuchus, Adelphi y la primera edición de las obras de Terencio es de 1469 y lleva las notas de Donato.
Casi a finales del siglo VII es cuando vivieron dos autores cómicos de un mérito quizás menor que los dos anteriores, Nevio y Lucio Pomponio de Bolonia, autores de atelanas, farsas populares que ya hemos mencionado.
La piezas menores (attellaniolae) de Nevio hicieron en lo sucesivo las delicias de Marco Aurelio.
Lucio Pomponio, autor de unas sesenta y una piezas, de las cuales quedan solo algunos fragmentos, guardaron cierta corrección en este género de sátira dramática y la elevaron gradualmente hasta darles cierta fuerza y bastante popularidad para hacer temblar más adelante a los primeros emperadores en su propio trono.
Otros autores cómicos de la misma época como el esclavo galo Cecilio Estacio y Afranio, inventor de la comedia propiamente romana, titulada Togata, escribieron piezas del género de las atelanas y otra por el estilo de Plauto.
Un contemporáneo de los Escipiones, patricio, quiso realzar las letras latinas por el rango de escritor, cuando hasta entonces no había sido más que una ocupación de esclavos sabios. El caballero romano Cayo Lucilio (148–105 a. C.) ennobleció el arte de escribir, una ocupación como se ha dicho anteriormente de esclavos o personas pertenecientes al proletariado, haciendo incluir oficialmente la profesión de literato entre las cosas permitidas a los patricios. Sus sátiras, es decir, obras escritas para poner en ridículo a personas y cosas, de las que escribió treinta libros y hoy apenas nos quedan fragmentos, fueron una verdadera creación, porque el verso, la forma, las personalidades, etc., diferían de las sátiras anteriores, designando a las personas a imitación de las antiguas franquicias de los griegos, pero romano en cuanto al vigor o fuerza de sus expresiones y el cinismo en la pintura de las costumbres de su tiempo. También se le atribuyen una comedia e himnos, y Horacio le llama patrocinador de poesía desconocida a los griegos y le reprocha la dureza de su versificación.
En prosa, Quinto Fabio Pictor, que vivió hacia el 220 a. C. y al que se considera el más antiguo de los historiadores romanos, dejó una obra titulada Anales que no ha llegado hasta nosotros, escrita durante la segunda guerra púnica. Participó en la guerra de la Galia y en la segunda guerra púnica y fue senador y cuestor. Era muy aficionado a la literatura y prefería relatar los hechos a tomar parte de ellos. Su obra ya citada Anales empezaban probablemente con la llegada de Eneas a Italia y llegaban hasta el tiempo del autor. Los hechos pasados están contados de una manera breve, pero los contemporáneos se relatan con mucho más detalle y no se sabe en cuantos libros está dividida y hasta que año llega. Polibio achaca a la obra de Pictor cierta parcialidad hacia los romanos, pues deseando que Grecia conociera a sus compatriotas los presenta por el lado más favorable y poseía la obra una posición exactísima de las variaciones ocurridas en la Constitución romana.
Catón el Viejo (o Catón el Censor), que redactó en siete libros los Orígenes de Roma que abarcaba hasta el siglo VII todos los acontecimientos de Roma que debió suscitar un gran interés por los siguientes motivos:
Por desgracia para la historia, es decir narración de acontecimientos pasados y hechos dignos de interés, en general y la historia de la Roma Antigua en particular solo han quedado algunos fragmentos de su obra histórica.
Escribió también otras obras que son las siguientes:
Entre todos los historiadores que figuran como gramáticos, es decir los que estudian los principios generales de todos los idiomas, están los siguientes autores:
En la retórica, es decir arte del bien hablar otorgando al lenguaje eficacia para deleitar o persuadir, parte tan importante de la vida política de los romanos, origen de honores, fortuna, gloria, están los siguientes autores:
Este senado-consulto actuaba por los siguientes motivos:
Pero por otra parte la escuela estoica, filosofía griega fundada por Zenón, que tuvo por discípulos de los más famosos a Panecio y Rutilio Rufo, amigos de Escipión, tuvo numerosos partidarios y venía a ser como un abrigo escogido por aquellos descontentos de la ambición, las revoluciones políticas o las represalias de la fuerza o poder.
Los jurisconsultos, aquellos que poseían el sentimiento más riguroso del derecho que es aquel conjunto de reglas que someten las relaciones humanas en la sociedad civil, y hombres versados en la ciencia del derecho y dotado en ella de conocimientos poco comunes, que comprendían que las leyes, tan fácilmente atropelladas por la prepotencia de los magnates, escritas a menudo al antojo de la política e impotentes para mantener la justicia y para satisfacer todos los intereses, pues ellos mismos se refugiaban en el estoicismo por los siguientes motivos:
La jurisprudencia dio lugar a un grandísimo número de leyes, entre cuyo número se distinguen las siguientes:
Las costumbres romanas llegaron a un extremo exagerado de influencia griega por lo siguiente:
Anteriormente se ha dicho que un senado-consulto prohibió las escuelas de retórica, pero estas prohibiciones cayeron pronto en desuso, ya que estas escuelas se multiplican bajo el triunvirato de Lépido, Marco Antonio y Octavio saliendo de estas escuelas sino oradores si abogados.
Bajo Octavio Augusto se hallaron estas escuelas de retórica más favorecidas con lo siguiente a destacar:
En cuanto a Cayo Asinio Polión fue uno de aquellos que más contribuyeron al movimiento literario por lo siguiente:
A falta de originales locales romanos se buscó las epopeyas, es decir poemas narrados amplios, de acción guerrera, empresas loables y personajes con hazañas heroicas más la intervención de lo sobrenatural, inmediatas más celebradas sobre todo las griegas. No obstante esto se destacaron en la épica Varron de Altax, Virgilio y Ovidio.
Publio Terencio Varrón Atacino, después de haberse ensayado en traducir a Apolonio de Rodas, tomó por argumento para escribir una epopeya un episodio de las guerras de Julio César.
Siguieron a Varrón otros autores que escribieron ensayos pero ninguno igualó al poema de la Eneida del escritor Virgilio, nacido en el año 684 de la fundación de Roma bajo el consulado de Craso y Pompeyo el Grande en una aldea próxima a Mantua, con el poema de la Eneida o historia primitiva de Roma. Está escrito hábilmente con las narraciones maravillosas de los tiempos heroicos de Grecia, siendo, si no de una época verdadera, en el cual todas las condiciones de género se habrían llenado casi, si se hubiera escrito en una época menos avanzada de la historia romana y si el arte y deseo de adular al príncipe no hubiesen reemplazado casi universalmente el lugar del entusiasmo épico. Se puede considerar este poema épico como la epopeya nacional del pueblo de Roma, pero se diferencia de la otra gran epopeya griega la Ilíada de que no descansa sobre una sola idea puesta en acción por el genio de un escritor. Sobre el objeto del poema hay diferentes opiniones que son las siguientes:
En cuanto a los episodios de este gran poema épico se hallan perfectamente unidos al asunto, es decir, a la principal acción y el enredo o nudo de esta epopeya es de una sorprendente habilidad, con arreglo al recurso de introducir lo maravilloso en los mismos. No obstante esto, algún episodio como la fábula de las arpías, fue reprobada por gran número de críticos por producir un efecto sumamente desagradable. La cólera de Juno como dijo el poeta:
Por tanto la cólera de Juno, oponiéndose con constancia al pensamiento de Eneas, es causa de los muchos contratiempos que éste experimenta, estableciendo una relación entre los dioses y los hombres durante todo el discurso épico, como se demuestra por lo siguiente:
En estos puntos el poeta de Augusto llevó su poema con suma propiedad y probó todo su gran juicio y arte inmenso aunque no excluyen sus defectos ya que muchos estudiosos opinan que no fue un poeta de inspiraciones personales y se valió de las alas de Teócrito en las Églogas, de Hesíodo en las Geórgicas y de Homero en la Eneida. Sin embargo a pesar de que se puede afirmar de que en el conjunto no satisface al lector por la representación de los caracteres, en la Eneida se han dado hermosas lecciones (véase la palabra Lección) a los poetas que han sucedido al autor del poema latino, pues se destaca por su gran armonía. Y con todo es sensible que a pesar de haber halagado tanto el orgullo nacional de los romanos, no haya sido en realidad más nacional, aspirando, al bosquejar la antigua civilización itálica, a hacerse cargo por vía de retratos, y no didácticamente, de los gérmenes sencillos de las costumbres de la vida campestre, tan peculiares de la antigua Italia, como fueron en Grecia la industria y la navegación. Entonces la Eneida habría sido de además de romana, itálica, disimulando la imitación que hizo de sus modelos.
Por otra parte también es opinión de algunos estudiosos de la literatura grecorromana que no hay caracteres bien delineados en esa obra y, comparada con La Ilíada, es lánguida, ya que los troyanos Acates, Gías, Cloautes y otros varios que fueron con Eneas al Lacio son personajes insignificantes: ni brillan por sus pasiones ni por sus hechos, e incluso el mismo Eneas carece de verdaderas condiciones para excitar la admiración o el interés, exceptuando su piedad y su valor; no detenta ninguno de esos rasgos característicos que por su grandeza y elevación conmueven y llegan al alma. El carácter del personaje de Eneas que dibuja Virgilio es más bien una simbiosis de frialdad y dulzura. En el monólogo de Eneas en el libro IV, después de haber sospechado Dido que trata de abandonarla, indica una dureza de corazón y escasez de ternura que serían rasgos preciosos en un amante generoso y apasionado:
Pero a falta de esa falta de trazos característicos de los personajes (a excepción de Dido que es el mejor descrito en la obra porque se ve la vehemencia de las pasiones y su ardiente indignación con un tono violento tan propio que colocan a la reina de Cártago en primer término entre los personajes del poema), toda la justificación de la conducta de Eneas la halla Virgilio en la predestinación del primero por los dioses a ser tronco de los reyes de Alba y echar los cimientos de la orgullosa Roma y con ellos preparar la futura grandeza de Italia. Con este carácter épico o heroico, Eneas ha sido presentado muchas veces como arquetipo, desde Homero que personifica en él al más valiente de los griegos, después del gran Héctor, siguiendo por una tradición que presenta a ese mismo Eneas vendiendo la causa troyana y de convenio con Antenor entregando su patria a los griegos. Virgilo concuerda con Quinto de Esmirna en presentarlo peleando hasta el fin para salvar a Troya y no abandonándola hasta el último trance.
En cuanto a la última parte de la Eneida del poeta latino romano Virgilio hay que decir que baja el nivel respecto a los anteriores capítulos. Las guerras en el Lacio no están descritas con la entonación verdaderamente épica de que había hecho el autor alarde en la destrucción de Troya, en los mismos amores de la reina Dido y en el famoso descenso a los infiernos que se contiene en el libro VI.
Finalmente decir de esta basta obra épica que Virgilio no trató de pintar ninguna época en particular, ni aun la suya propia, ni siquiera la que describe. Al parecer fue su pensamiento abrir nuevos caminos a sus descendientes e incluso el mismo Virgilio dice que la Eneida no fue su obra inspirada y que el mismo se reconvenía por haberla acometido sin la preparación suficiente con estas palabras:Tantum opus pene vilio mentis ingressus.
Otras poemas de Virgilio cuyas bellezas aunque tomadas a veces de Grecia pero con un carácter más original son los siguientes:
También hay que citar a un hijo de caballero romano Ovidio dentro de la épica romana aunque la Metamorfosis pertenece a la mitología no tiene una intención épica.Fue un superdotado para todos los asuntos que cultivó juntamente con la tragedia con los siguientes ejemplos de su magna obra:
Por esta época se ha de decir también que la comedia y la farsa habían perdido importancia a favor de los mimos o pantomimas que alcanzaron gran éxito.
Bajo el consulado de Cicerón y en tiempo de Catulo, la tragedia, acaso porque no era más que una importación del arte griego, había ganado los sufragios necesarios de los eruditos y se había ganado el favor del público juntamente con las anteriormente citadas mimas (pantomimas), especie de farsas (sainetes) en que la improvisación y el gesto del actor parecen haber constituido el más capital elementos. Eclìpsaba estas farsas todos los demás géneros escénicos y obtenían una inmensa popularidad.
El autor de mimos más reputado en esta época fue Leberio, caballero romano, como lo había sido el autor satírico Lucilio. Se le conoce por la anécdota de que teniendo ya una edad avanzada de 60 años Julio César le obligó a salir a escena para representar en ella alguna de sus pantomimas y disputar en aquel lugar el premio de la habilidad escénica. El poeta pasó cuentas en su prólogo admirable, que no es más que una elocuente protesta contra la violencia ejecutada con un hombre libre, un caballero romano y contra la tiranía de un dictador. Julio César en su irritación concedió el primer premio a su rival que le había merecido menos.
Otro autor reputado de mimas fue el autor conocido con el nombre de Publilio o Publio Siro a las cuales concedió la antigüedad un especie de mérito especial, porque contenían sentencias morales en verso, que han llegado en un número de novecientas, superior a las de otro autor conocido con el nombre de Mattio que tuvo más reputación por su fidelidad a la memoria de Julio César que por sus mimas, ninguna de las cuales nos ha llegado por lo demás.
La tragedia en Roma no tuvo mucho éxito y hubiesen desaparecido completamente de la escena por los siguientes motivos:
Pero la tragedia como se ha dicho anteriormente bajo el consulado de Cicerón y en tiempo de Catulo reunió los sufragios necesarios y se había ganado el favor público como un género que era puramente literario.
Como autores hay que destacar a los siguientes:
Finalmente como la comedia produjo dos grandes actores como Esopo y Roscio. A finales de los tiempos de Augusto evolucionó la mima hacia las pantomimas, especie de baile mímico y tuvo por sus más célebres actores a Batilo y Pílades y más adelante a Hitas.
Algunos autores satíricos son los siguientes:
En didáctica se destaca Lucrecio, nacido en el 14 a. C. y que fue el más original poeta didáctico de la época con su famoso poema De rerum natura con la gran fuerza de argumentos y los magníficos cuadros que despliega en favor de las doctrinas griegas de Epicuro, de cuya filosofía es apologeta. Es una de las obras romanas más admirables que ha producido el genio local. Nació en el 94 a. C. y se suicidó en el 51 a. C.; se cree que fue a Atenas y tuvo como maestros a Zenón y a Fedro y escribió su poema en seis libros dedicado a su amigo Memnio; el inesperado suicidio del autor hizo a Cicerón corregir y editar el poema epicúreo, uno de los pilares del materialismo en el mundo antiguo, opuesto al estoicismo. Lucrecio pretende liberar a los hombres del temor a la muerte y reduce todo a la materia negando la existencia de dioses que intervengan en los actos humanos y en la naturaleza; el alma no es inmortal ni distinta al cuerpo y perece con este. «Nada nace de la nada, nada vuelve a la nada». Como características de su obra poética hay que destacr las siguientes:
La prosa en este periodo suministra obras no menos notables por forma y fondo y por la categoría de sus autores algunos de los cuales son los siguientes:
En las retórica (el arte de declamar) hay que destacar aquí a los siguientes autores que son los siguientes:
El gran campo de Cicerón fue la oratoria por su elocuencia florida, abundante, más asiática que romana y nos han quedado cincuenta y seis discursos de su elocuencia.
En la agricultura y la jurisprudencia, las dos ramas capitales de la ciencia romana hay que destacer a los siguientes autores:
Todos estos autores fueron famosos por su ciencia y por sus obras de las cuales solo encontraremos imperfectos residuos en las obras ya del siglo VdJc Pandectas e Instituciones del gran emperador bizantino Justiniano.
En astronomía destacó Publio Nigidio Fígulo del que quedan fragmentos poco importantes.
En arquitectura destacó Vitruvio nombrado por Augusto inspector de los edificios públicos y que escribió la obra titulada Tratado de Arquitectura en estilo sencillo, conciso y a la vez oscuro.
En medicina destacan los siguientes autores:
En esta etapa todo cambia por lo siguiente:
Su decadencia lenta e imperciptible primero, principia y se señalara cada vez más a medida que la moda de las lecturas públicas y privadas, que la introducción y mezcla de los extranjeros en el seno de la sociedad romana, vayan depravando el verdadero gusto y llenando de impurezas la lengua indígena con elementos bárbaros y groseros.
En la poesía dramática se dio a conocer el escritor español Lucio Anneo Séneca, famoso filósofo que ha dejado nueve tragedias tomadas de asuntos griegos pero arregladas a la filosofía estoica por una mezcla de máximas. La décima tragedia que escribió titulada Octavia, trata de un asunto romano y parece haber sido escrita para leerse más bien que para el teatro, ya que está llena de adulaciones, es decir, para la crítica imparcial.
Otro autores dignos de mencionar son Curiato Materno y Pomponio Secundo, cuyos elogios y no sus obras nos quedan.
En la comedia hay que destacar en este género a Verginio Romano, autor de mimas y comedias a estilo de Menandro, Plauto y Terencio, las cuales según Plinio el Joven, merecen los mayores elogios, porque se mofaban bajo un velo transparente, de los vicios y desórdenes de la época.
La epopeya en este periodo es más histórica que a un relato novelado inspirado y se caracteriza por lo siguiente:
Consecuencia de todo esto es que ya no volvería a hacerse una obra como por ejemplo la Eneida.
El poema épico más notable de este periodo es una obra del hispanolatino Lucano titulada La Farsalia, 38 d. C., y sobrino de Séneca que era este autor. La obra trata la guerra civil entre Julio César y Pompeyo, en un verso muy retórico y declamatorio, pero coun una excelente veracidad histórica que hace de esta epopeya más historia poétizada que una epopeya estrictamente hablando; el héroe en realidad es el estoico Catón de Útica, también llamado Catón el Joven. Las características más destacadas de dicha obra son las siguientes:
Otro autor a destacar en la épica de dicho periodo es Valerio Flaco con su obra titulada Argonaúticas aunque se consideraba que hay mucho de imitación en la obra del autor griego alejandrino Apolonio. Se trata esta obra de las aventuras y famosa expedición de los Argonautas, pero carece de originalidad en ciertos pasajes.
Las guerras púnicas prestan a Silio Itálico, orador y poeta conjuntamente, la ocasión de una tentativa poética en que el arte hace las veces del genio y en que la profesión e imitación ocupan el lugar de la inspiración.
Por último puede colocarse entre las epopeyas latinas de esta época la Tebaida de Estacio, que narra con poca unidad pero gran belleza la historia de Los siete contra Tebas.
Durante el periodo anterior, el gran Cicerón, maestro de la oratoria, y el nieto adoptivo de Augusto, César Germánico, habían realizado una importante obra de traducción a exámetros latinos el poema de los Fenómenos de Arato y habían compuesto el segundo otro poema didáctico titulado Diosemeria o Pronósticos, a imitación de varias obras griegas de diferentes autores.
También hay que destacar en astronomía a M. Manilio con la obra titulada Astronómicas obra que quizá carece de bellezas poéticas, pero interesante para la historia de la astronomía y la astrología.
En la sátira hay que destacar a los siguientes autores:
En la prosa histórica hay que destacar a los siguientes autores:
El arte declamatorio, es decir, la Retórica de la época de Augusto fue sustituida por la retórica, que dio vida a numerosos retóricos que nos da a conocer Suetonio en una recopilación.
Destaca Marco Anneo Séneca el Viejo con sus dos libros titulados Persuasivas y Controversias ofrece la materia de las discusiones que cubrían las escuelas de Retórica.
Otro autor es Quintiliano natural de Calahorra con su libro Instituciones Oratorias, donde propone como modelo de la lengua a Cicerón e intenta restaurar el ideal de una formación integral y humanística del orador, y Plinio el Joven con su obra El panegírico de Trajano y en especial sus Cartas que nos descubren muchos detalles y costumbres desconocidas de su tiempo, así como el abuso de las lecturas públicas y el nombre de los autores que a ellos se entregaron.
En filosofía destaca Lucio Anneo Séneca el Joven, con sus Doce Tratados Filosóficos, forjados en una prosa preciosista llena de conceptismo, paradojas y antítesis, más once Cartas morales a Lucilio que son en realidad un tratado moral en epístolas. También es autor de una especie de sátira burlesca contra el emperador Claudio titulada Apocolocynthosis y un libro de Cuestiones sobre la naturaleza que trata de Física.
Plinio el Viejo, tío del Joven, otorgó a las ciencias naturales un lugar importante en su Naturalis Historia, vasta enciclopedia en 57 libros que fue compendiada por Solino; los hispanolatinos Columela y Pomponio Mela trataron respectivamente sobre agricultura y geografía.
Fedro compuso una colección de Fábulas llena de concisión, elegancia y moralidad y Petronio escribió una novela en prosa y verso de vergonzosos detalles e ingeniosa poesía dirigida contra Nerón en su Satyricón, que se conserva incompleto
Antes del reinado de Marco Aurelio la literatura latina ya era cosmopolita; no solo se cultivaba en Roma sino en ciudades como Bizancio, Alejandría, Milán y en las primeras ciudades de la Galia.
Después de Marco Aurelio la literatura decae y ya no volverá a poseer su antiguo esplendor:
Gran parte de la poesía de esta época ha sido transmitida a partir de la llamada Anthología latina, contenida el llamado Codex Salmasianus, así llamado por su poseedor, el humanista francés Claude de Saumaise (1588-1653, latinizado como Salmasius), que contiene la obra heterogénea de poetas latinos tal vez originales en su mayor parte del norte de África: Pentadio, Reposiano, Vespa, Osidio Geta y el anónimo Pervirgilium Veneris. Es una especie de himno en honor a Venus, a imitación del poema secular de Horacio atribuido a Floro o a Vibia Chelidon. Cabe también destacar a Lucilio con su elegante poema Sobre el Etna y a Dionisio Catón con su poema Los Dióticos.
Serenus Sammoticus ha dejado un poema obscuro titulado Sobre las enfermedades y sus remedios que no es más que una continuación de recetas versificadas. Este autor que vivió en el siglo III d. C. según Capitolino reunió 62.000 volúmenes para su Biblioteca y Alejandro Severo le escogía para sus lecturas particulares. Muerto en un festín por orden de Caracalla y pasa por ser el autor de un poema de medicina antes citado Q. Seveni Sammonici de medicina praecepta saluberrima de 1.115 versos hexámetros y 65 capítulos comprende multitud de preceptos curativos tomado de Plinio y Dioscórides con versificación esmerada pero la latinidad se resiente de la decadencia de las Letras en la época en que se escribió. Baemer le atribuyé otro poema De tingendis capillis
Un cartaginés fue Nemesiano, que vivió en el 284 y escribió tres poemas sobre la caza, la pesca y el arte náutico titulando la obra Cynegéticas.
Calpurnio Sículo, que fue secretario el emperador Caro escribió églogas y bucólicas, algunas de las cuales son atribuidas a Nemesiano; Virgilio y Teócrito fueron los principales modelos de estas composiciones frías y elegantes, desprovistas de originalidad.
En retórica destaca Ausonio, nacido en Burdeos en 309, fue profesor de elocuencia, conde, cuestor, prefecto del pretorio, cónsul, procónsul, preceptor del emperador Graciano; escribió en verso Epigramas, Efemeride, Parentalias, Epitafios, Poema sobre los doce Césares, Ludus septem Sapientum (comedia), Idilios, Descripción de Mosela. Estas poesías, más de un polígrafo que de un poeta inspirado, contienen ingenio y ciencia, pero con poco arte.
Otro autor Rufo Festo Avieno, que no debe confundirse con el fabulista contemporáneo Aviano, autor de cuarenta y dos fábulas que murió antes del quinto siglo. Avieno fue poeta geográfico y didáctico y escribió:
También hay que citar al poeta didáctico Severo Santo que vivió bajo el reinado de Teodosio, y escribió sobre la muerte de los bueyes, versos en que sorprende hallar un elogio de la religión denominada cristianismo.
Dos autores cristianos de esta época son:
Entre los novelistas destaca Apuleyo que escribió su famosa Metamorfosis o El asno de oro en el que algún erudito vislumbra contenidos neopitagóricos pero que para otros no es más que un cuadro alegórico de los desórdenes morales las supersticiones de la época. Otras obras suyas son Liber de mundo y Dios de Sócrates.
En el siglo V d. C. hay que destacar a:
En el siglo VI d. C. hay que destacar a los siguientes autores:
En la prosa histórica hay que destacar una compilación hecha sin mucho talento bajo el epígrafe de Historia Augusta trata de la vida de los emperadores Adriano, Antonino Pío, Marco Aurelio y de los que siguieron hasta Carino.
Como autores destacados de prosa histórica hay que destacar los siguientes:
En la elocuencia o retórica destacan los siguientes autores:
Por otra parte los panegíricos se habían puesto de moda desde Plinio el Joven y el número de prosistas y poetas que se consagraron a este género creció bastante en este periodo destacando Ennónico, que pronunció en 508 el fastuoso Elogio de Teodorico.
Entre los epistolares de este periodo después de Frontino y Marco Aurelio, hay que mencionar a Símaco, famoso prefecto de Roma, que luchó en vano, con gran elocuencia y convicción, en pro del restablecimiento del altar de la Victoria y de los ritos paganos. Sus Cartas publicadas en diez libros fueron halladas en el siglo XIX; contienen curiosas instrucciones sobre el movimiento de los espíritus por entonces y sobre las pasiones paganas, interesadas en combatir la invasión de las ideas cristianas.
En la filosofía cristiana destacaron los siguientes autores:
En matemáticas Boecio y Julio Fírmico Materno; más curiosas las obras de este último autor por los extraños caprichos que encierran que por las discusiones de la ciencia pura.
En arquitectura civil y tratados militares destaca Frontino, que mandó los ejércitos romanos en Bretaña bajo las órdenes de Domiciano y estuvo encargado de la inspección de los Acueductos de Roma: nos ha dejado una descripción de los mismos, preciosa por las numerosas instrucciones arqueológicas que contiene. Sus Estratagemas, que suelen situarse entre los escritos militares, no son sino un repertorio o reunión de anécdotas, en que prueba a menudo su escasa crítica.
Vegecio nos dejó la obra titulada Tratado de arte militar que dedicó al emperador Valentiniano II o Teodosio, la mejor de la Antigüedad en Occidente.
La medicina valió a la escuela de Salerno, dirigidas por los monjes de Monte Casino, una celebridad que no se ha borrado.
En economía agrícola destacó Palladio escribió el libro titulado De Re Rústica con un estilo jactancioso lleno de incorrecciones y palabras nuevas.
En geografía destacan los itinerarios de todo género, la cosmografía y los escritores Solino Publio, Victor y Vivió Secuester.
En derecho destacan los siguientes autores:
Finalmente los compiladores y gramáticos debían encontrar naturalmente lugar y favor junto a estos emperadores positivistas y de gustos serios y enciclopédicos como fueron los siguientes autores:
Cierra este último periodo de la literatura latina los gramáticos comentaristas como fueron los siguientes:
. Todos estos autores representan ya la decadencia y suceden siempre a las literaturas en su fenecimiento, como para criticarlas y resumirlas empobreciéndolas, sepultándolas en comentarios.
Las constituciones imperiales latinas que son de gran importancia en la historia literaria jurídica latina, empiezan con la aparición del Imperio romano en sustitución de la República romana después de la etapa de transición cesárea y presenta dos etapas que son las siguientes:
Varios fueron los nombres de estas constituciones escritas en latín distinguiéndose nueve géneros:
Las más importantes son las Rescripta porque gran número de ellas fueron incluidas en los códigos o compilaciones de constituciones dándoles gran valor.
Las leges generales que desde Diocleciano se convierten en la verdadera y única fuente del derecho.
Roma pronto conquista la Magna Grecia y otras colonias occidentales de habla griega, y en -146 se apodera de la misma Grecia. Hasta la partición del Imperio y la formación del Imperio romano de Oriente en 395, en que la literatura griega retoma su andadura independiente, parte de la literatura escrita en griego pertenece claramente a la literatura romana desde un punto de vista tanto político como cultural, sobre todo en el caso de historiadores de tema romano como:
El médico Galeno (131-201), el personaje más significativo de la Medicina antigua después de Hipócrates, que vivió en Roma, en la corte imperial, la mayor parte de su vida activa.
Claudio Claudiano, el poeta de la corte del emperador de occidente Honorio, escribió la mayor parte de su obra en latín, pero en griego su Gigantomaquia y algunos de sus epigramas.
La literatura del Imperio romano de Oriente constituye la literatura bizantina.