Los miserables | ||
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de Victor Hugo | ||
Género | Novela | |
Subgénero | Ficción histórica y tragedia | |
Idioma | Francés | |
Título original | Les Misérables | |
Texto original | Les Misérables (éditions) en Wikisource | |
Ilustrador | Émile Bayard | |
Editorial | A. Lacroix, Verboeckhoven & Ce. Bruselas, Bélgica. | |
País | Francia | |
Fecha de publicación | 1862 | |
Formato | Impreso | |
Páginas | 1090 | |
Texto en español | Los miserables en Wikisource | |
Los miserables (título original en francés: Les misérables) es una novela del poeta y escritor francés Victor Hugo publicada en 1862, considerada una de las obras más importantes del siglo XIX. El texto, de estilo romántico, plantea por medio de su argumento una discusión sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión. El autor confesó que se había inspirado en Vidocq —criminal francés que se redimió y acabó inaugurando la Policía Nacional francesa— para crear a los dos protagonistas y que la historia de su país le había inspirado para situar el contexto histórico. Por ese motivo, los personajes viven la Rebelión de junio (1832) y los posteriores cambios políticos. Además, el autor analiza los estereotipos de aquel momento y muestra su oposición a la pena de muerte. En su núcleo, al fin, la novela sirve como una defensa de los oprimidos sea cual sea el lugar o la situación sociohistórica.
La novela empieza en 1815 con la llegada de Jean Valjean, el personaje principal, después de una sentencia de 19 años de prisión, víctima de un trágico destino, sentenciado a cinco años por robar pan para alimentar a su familia, ve ampliada su sentencia tras varios intentos de fuga. Su pasado como convicto lo abruma y, en cada ciudad, es rechazado por ser un exconvicto con un pasaporte amarillo. Solo el obispo Myriel le abre la puerta para brindarle alimento y refugio. Jean Valjean profesa odio-amor y resentimiento hacia la sociedad. Sin ser muy consciente de sus actos, roba los cubiertos de plata del obispo y huye por la ventana. Cuando es detenido y llevado por la policía ante el obispo Myriel, este último cuenta a la policía que él le había regalado la vajilla de plata y que incluso había olvidado darle dos candelabros también de plata, consiguiendo así que Valjean quede libre de nuevo. Después dice a Valjean que lo perdona y le ofrece los candelabros de plata haciendo que prometa que redimirá su vida y se transformará en una persona de bien.
Perdido en sus pensamientos, Valjean roba sin querer una moneda de 40 sueldos de un saboyano llamado Petit Gervais cubriéndola con su pie. Víctima del remordimiento e incapaz de alcanzar a Petit Gervais, es consciente de su mala acción y, tras una epifanía, decide cumplir su promesa al obispo Bienvenue. Cambiando a este otro episodio en los Alpes, Valjean reaparece en el otro extremo de Francia, bajo el nombre de Monsieur Madeleine y se redime. Enriquecido por medios honestos, se convierte en el benefactor de la ciudad de Montreuil-sur-Mer y es nombrado alcalde.
Paralelo al ascenso de Jean Valjean con su redención, se produce la caída de Fantine, madre soltera que, para alimentar a su única hija Cosette a la que deja con los Thénardier, cae poco a poco en la miseria hasta llegar a la prostitución y la muerte. En este volumen el autor presenta a los personajes que siguen a Valjean, desde el principio hasta el final de sus aventuras.
La señora y el señor Thénardier carecen de honradez y representan la maldad en estado puro. Son dueños de una posada, donde el señor Thénardier presume de haber sido un héroe veterano durante la batalla de Waterloo, cuando en realidad mientras intentaba robar las pertenencias de los soldados caídos se topó con un oficial vivo, y por remordimientos le salvó (más tarde se hablará de la relevancia de este acto). Sin embargo, también son padres de Éponine, cuyo heroísmo se ilustra más adelante.
Javert, quien interpreta a la justicia, implacable y rígido, ha puesto todas sus energías en la ley, su religión. ¿Podemos creer que Valjean, convertido en Madeleine, se ha salvado y logrado reintegrarse en la sociedad? Victor Hugo no lo quiere. Para él, la honestidad es un compromiso. En virtud de una larga noche de vacilación, será compromiso de Madeleine rescatar a un pobre diablo, Champmathieu, identificado por error como Jean Valjean y condenado en su lugar. Todos los beneficios de su nueva posición ayudan al señor Madeleine, según Victor Hugo, la injusticia solo se hace para Champmathieu. Tras esto, Valjean escapa a la justicia, sin embargo, regresa clandestino a cumplir con una última promesa realizada en el momento de su muerte a Fantine, a quien había ayudado: debe salvar a Cosette, esclava del matrimonio Thénardier.
Valjean es capturado y condenado a trabajos forzados de por vida. Encarcelado en el puerto militar de Toulon rescata a un marinero atrapado en el aparejo de la nave. Los espectadores piden su liberación. Valjean finge su muerte al dejarse caer al mar. Las autoridades le dan por muerto. Viaja hasta la posada de los Thénardier en busca de Cosette. Al descubrir cómo tratan a la hija de la difunta Fantine, Valjean decide llevársela y adoptarla como su hija. Viven en los barrios parisinos más pobres hasta que son aceptados en un convento, al que llegan huyendo, una vez más, de Javert.
Gavroche es un muchacho digno de ejemplo, aunque ha padecido hambre y pobreza, es gentil, generoso y con ideas revolucionarias. También es un hijo abandonado de los malvados Thénardier, los posaderos. Guillenormand es un señor de 90 años cuya hija se casó con un coronel que es dado por muerto en la batalla de Waterloo y que ha dejado a su mujer y a su hijo Marius, un joven con una visión distinta a la de su abuelo, que quiere pertenecer a grupos revolucionarios. Todo cambia cuando se entera de que su padre no está muerto, sino que vive en Normandía, que prefirió renunciar a verlo, para que éste no perdiera una herencia. Cuando se puede reencontrar con su padre, es demasiado tarde: está muriendo, solo le pide que se mantenga fuerte en sus convicciones y que no renuncie a lo que quiere.
Jean Valjean se marcha del convento para no privar a Cosette de las libertades del mundo exterior y alquilan una pequeña casa. Un día, Marius ve a Cosette y se enamora de ella. Cuando el joven habla con su abuelo del tema, éste se burla y le aconseja que la considere su amante, no su futura mujer.
El pueblo se rebela en junio de 1832. La novela sitúa el levantamiento en ocasión del entierro del general Jean Maximilien Lamarque. Valjean rescata a Marius malherido y lo lleva a casa de su abuelo. Le perdona la vida a Javert, quien le confiesa que lo ha estado persiguiendo y que no fue sincero cuando lo prometió. Por otro lado, Marius no quiere que Valjean siga visitando a Cossette, pues éste ya le había dicho que no era su verdadero padre, y deciden que las visitas serán cada vez más esporádicas con tal de que, con el tiempo, deje de verla.
La historia acaba un día en el que Cosette y Marius visitan a Valjean y lo encuentran en su lecho de muerte. Estos le piden perdón al moribundo. Él los abraza considerándolos sus hijos y muere abrazado a ellos.
La restauración monárquica entre 1815 y 1848, con las revoluciones de 1830 y 1848 que contagiaron a toda Europa. El Segundo Imperio de Napoleón III, sobrino de Bonaparte, con quien se acentuó el proceso de industrialización y colonización. Y el establecimiento de la Tercera República en las últimas décadas del siglo.
En la segunda mitad del siglo XIX la sociedad no cambia de modo sustancial. Sin embargo, se aprecia una nueva actitud del autor, que afronta la realidad en lugar de huirle. La realidad es retratada como aparece y, por medio de la novela, se intenta criticarla desde dentro. Este paso del romanticismo al realismo se refleja en la literatura de la sociedad burguesa. En la base del Romanticismo se protestaba contra el mundo burgués. En el realismo, se mantienen y desarrollan ciertos aspectos del Romanticismo, como el interés por la naturaleza y el interés por lo regional y lo local, lo costumbrista. Sin embargo, se eliminan y depuran a su vez otros elementos. Se le pone freno a la imaginación, y todo lo fantástico se rechaza. Los personajes ya no son tan apasionados y se abandona el recuerdo de una época pasada.
Esta época posterior al Romanticismo se caracteriza por profundas transformaciones sociales: éxodo rural a las ciudades, gran crecimiento demográfico, una burguesía cada vez más conservadora. Es la época de la Revolución industrial en Inglaterra y algo después en otros países europeos, una época en la que se da un progreso técnico con nuevos inventos y un desarrollo de la industria y el comercio nunca visto.
La obra muestra un excelente estudio de la sociedad en esa época; así como de las pasiones, caracteres y actos que en ella tienen lugar. Además se muestra la pobreza en el siglo XIX y el valor del perdón, con que rectificar trae un bienestar y una paz al alma y el amor por lo que nos rodea.
Se menciona la batalla de Waterloo, la cual se desarrolló del 15 al 18 de junio de 1815; nos habla de la pobreza extrema que le tocó a todos en sus alrededores, y que el hecho de trabajar juntos unió pensamientos y permitió que afloraran nuevas y mejores ideas.
Están los acontecimientos de su época como la Revolución francesa de 1789, el imperio napoleónico, la Restauración con Luis XVIII y Carlos X y la revolución de Julio que transfirió el poder a Luis Felipe de Orleans.
Se encuentra en una sociedad conservadora (muy arraigada a sus culturas y que no quiere admitir ningún cambio en su forma de vida) y clasista. En lo económico, originó pobreza a gran parte de la población y en lo político, descontento con la burguesía. La parte importante de la obra, es la gente, el pueblo, que tiene momentos bajos y momentos de gloria.
Uno de los grandes valores históricos de esta obra se encuentra en su retrato vivo del levantamiento republicano de 1832 en París, alrededor del cual gira buena parte del argumento. En ella se hace referencia explícita a los funerales del muy popular general Lamarque, que sirvieron de catalizadores a esta revolución que, como bien se aprecia en el texto, fue suprimida de manera sangrienta, lo que contribuyó al desprestigio de la monarquía liberal orleanista de Luis Felipe I.[1][2]
Preocupado por la adecuación entre la justicia social y la dignidad humana, Victor Hugo escribió en 1829 El último día de un condenado, largo monólogo y requisitoria contra la pena de muerte. Siguió en 1834 con Claude Gueux. En 1845, al tiempo que acababa de ser nombrado par de Francia por el rey Luis Felipe I, el pintor François-Auguste-Biard constató el flagrante delito de adulterio de su mujer Léonie con el poeta. Léonie fue encarcelada durante dos meses en la prisión de Saint-Lazare y luego enviada al convento agustino. Es este acontecimiento el que, según Sainte-Beuve, llevó a Victor Hugo a retirarse a su casa[3] y a emprender un gran fresco épico que tituló al principio Les Misères, en el que el personaje principal se llamaba «Jean Tréjean».[4] De ese 1845, datarían el único resto escrito conservado de lo que podría parecerse a la arquitectura sintética de un proyecto:
Interrumpió su tarea en febrero de 1848, pero escribió en la misma época su Discours sur la misère («Discurso sobre la miseria», 1849).
Durante su exilio, después de Contemplations (1856) y de La Légende des siècles (1859), se dedicó a Los miserables, en Guernesey en 1860. Sobre su manuscrito, escribió: «14 de febrero. Aquí, el par de Francia se para, y el proscrito continúa: 30 de diciembre de 1860. Guernesey[6]». La obra se terminó y publicó a partir de finales de marzo de 1862 por el editor Albert Lacroix, quien dispuso de un colosal presupuesto de fabricación y lanzamiento, pues puso todas sus esperanzas en este trabajo.[7]
Los miserables es a la vez una novela de inspiración realista, épica y romántica, un himno al amor y una novela política y social. Novela realista,[8] Les Misérables describe todo un universo de gentes humildes. Es una pintura muy precisa de la vida en la Francia y en el París pobre a comienzos del siglo XIX. Su éxito popular procede a veces del trazo grueso con el que son pintados los personajes.
Novela épica, Los miserables pinta al menos tres grandes frescos: la batalla de Waterloo (para el autor, el fin de la epopeya napoleónica, y el comienzo de la era burguesa; luego se da cuenta de que es republicano), los disturbios en París en junio de 1832, la travesía de las cloacas de París por Jean Valjean. La novela es también épica por la descripción de la lucha del alma: los combates de Jean Valjean entre el bien y el mal, su redención hasta la abnegación, el combate de Javert entre el respeto a la ley social y el respeto a la ley moral.
Los miserables es un himno al amor: amor cristiano sin concesiones de monseñor Myriel quien, al principio, exige su bendición del miembro de la convención G. (quizá inspirado por el abad Grégoire[9]); amores decepcionados de Fantine y Éponine; amor paternal de Jean Valjean por Cosette; amor recíproco entre Marius y Cosette. Mas es también una página de la literatura francesa dedicada a la patria. Al momento de escribirlo, Victor Hugo estaba en el exilio. Ayudado desde Francia por sus amigos a los que encarga comprobar si tal esquina existe, transcribió en su novela la visión de los lugares que amó y que recuerda con nostalgia.[10]
Pero la motivación principal de Victor Hugo es la defensa social. «Hay un punto en el que los infames y los desafortunados se mezclan y se confunden en una sola palabra, palabra fatal, los miserables; ¿de quién es la culpa?» Según Victor Hugo, es culpa de la miseria, de la indiferencia y de un sistema represivo despiadado. Idealista, Victor Hugo está convencido de que la educación, el acompañamiento y el respeto al individuo son las únicas armas de la sociedad que podrían evitar que el desafortunado se convierta en infame. La novela reflexiona sobre el problema del mal... Se encuentra que toda su vida, Hugo se vio enfrentado a la pena de muerte. De niño, vio a los cuerpos colgados exhibidos a los transeúntes, más tarde, vio las ejecuciones en la guillotina. Uno de los temas de la novela es pues «el crimen de la ley». Si el trabajo muestra cómo las coacciones sociales y morales podían llevar a los hombres a la decadencia si no se encontraba alguna solución de rehabilitación, sería sobre todo una inmensa esperanza en la generosidad humana de la que Jean Valjean sería el arquetipo. Casi todo el resto de los personajes encarnan la explotación del hombre por el hombre. El énfasis de Hugo es una llamada a la humanidad para que no deje de trabajar por tiempos mejores:
Mientras exista, por el hecho de las leyes y la moral, una condena social, creando artificialmente, en medio de la civilización, el infierno, y complicando con una fatalidad humana el destino que es divino; mientras no se resuelvan los tres problemas del siglo, la degradación del hombre por parte del proletariado, la decadencia de la mujer por el hambre, la atrofia del niño por la noche; siempre y cuando en algunas áreas sea posible la asfixia social; en otras palabras, y desde un punto de vista aún mayor, mientras haya ignorancia y miseria en la tierra, los libros de esta naturaleza pueden no ser inútiles.Victor Hugo, Casa Hauteville, 1862.
Robert Laffont y Valentino Bompiani señalaron, en Le Nouveau Dictionnaire des œuvres de tous les temps, la presencia en Los miserables de la influencia de Balzac (La comedia humana), de Eugène Sue (Los misterios de París) y de los folletines.[11]
La intertextualidad de la obra de Balzac en la de Victor Hugo es señalada por numerosos analistas.[12][13] Victor Hugo se refiere, en varias ocasiones[14] en la novela, al universo de Balzac, que fue un contemporáneo con el cual los intercambios fueron numerosos.[15] Se reconoce de modo notable El cura de pueblo con el que monseñor Myriel presenta puntos en común.[16] Es evidente el parentesco entre Vautrin y Jean Valjean (el segundo sería el reverso positivo del otro), el mundo y las costumbres de los condenados se describen en Esplendores y miserias de las cortesanas,[17] el estudio intertextual de Los miserables revela que el convicto también se alimenta de otro personaje de Balzac, Farrabesche.[16]
Según Évelyne Pieiller,[18] Los misterios de París, novela folletinesca exitosa publicada en 1842-1843, con sus descripciones de los bajos fondos parisinos, abre el camino a la obra de Victor Hugo. Victor Hugo le rinde homenaje en otro lugar de su novela[19] y sigue en ifual mismo, atacando la injusticia social.[18]
Victor Hugo se inspiró en todo lo que vio y escuchó, que anotó en sus cuadernos. Así, el 22 de febrero de 1846, cuenta que vio a un hombre desafortunado llevado por dos gendarmes después de haber sido acusado de robar un pan. «Este hombre», dijo, «ya no era para mí un hombre, era el espectro de la miseria». Se trata de la inspiración del futuro Jean Valjean.[20] En diciembre, presencia un altercado entre una anciana y un niño que pudo hacerle pensar en Gavroche.[21] En cuanto a Fantine, podría haberse inspirado por una «niña», como se dijo en ese momento, que él defendió una noche de enero de 1841 –con riesgo de dañar su reputación– cuando por una injusta acusación fue arrastrada a la comisaría con la amenaza de pasar seis meses en prisión[6]·.[22] Se informó mucho visitando la Conciergerie en París en 1846 y Waterloo. El 20 de mayo de 1861, escribió a su hijo François-Victor: «Aquí estoy cerca de Waterloo. Solo tendré una palabra que decir en mi libro, pero quiero que esa palabra sea la correcta. Entonces vine a estudiar esta aventura sobre el terreno, y confrontar la leyenda con la realidad. Lo que diré será verdad. Probablemente será mi verdadero yo. Pero cada uno puede dar la realidad que tiene[23]». Recopiló información sobre algunas industrias, sobre los salarios y el coste de la vida para las clases bajas. Le pidió a sus amantes Léonie d’Aunet y Juliette Drouet que le enseñaran sobre la vida de los conventos.[24]
Las relaciones entre Victor Hugo y el universo de la novela-folletín son más conflictivos. No quiso que Los miserables se publicara en serial, como era costumbre en muchas novelas populares, porque estaba en conflicto con el poder gobernante y condena la censura de la prensa por parte del poder. Exigió que se publicara en un formato barato, accesible. Por otro lado, encontró que el estilo de las novelas-folletín a menudo estaba poco trabajado.[25]
Los miserables apareció, sin embargo, como folletín en Le Rappel en 1888.[26][27]
Al fin, hombre de su tiempo escribiendo una historia contemporánea, Victor Hugo se inspira en las figuras de su época para esbozar sus personajes. Las Memorias de Vidocq, aparecidas en 1828, que inspiraron a Balzac el personaje de Vautrin, parece estar en parte en los dos personajes antagonistas que son Jean Valjean y Javert. El primero correspondería a Vidocq el exconvicto y el segundo a Vidocq, jefe de seguridad de la prefectura de Policía; es, al menos, una observación hecha por muchos estudios[28] ·[29] ·.[30] Sin embargo, Victor Hugo nunca reconoció la influencia de Vidocq en la creación.[31]
Le gustaba deslizar en el texto alusiones muy personales. Lo mismo ocurre con sus amantes: Juliette Drouet inspiró el nombre de la «madre de los ángeles (Mlle Drouet), que había estado en el convento de las Hijas de Dios» (Segunda parte, libro VI, capítulo VII); el calvario de Blaru (Quinta parte, libro V, capítulo IV) recuerda el seudónimo Thérèse de Blaru, con el cual Léonie d'Aunet firmó sus libros. Más íntima aún, la fecha del 16 de febrero de 1833, la noche de bodas de Cosette y Marius (Quinta parte, libro VI, capítulo I), fue en la que Juliette Drouet se entregó a Victor por primera vez.
Un club estudiantil revolucionario. En francés, las letras «ABC» se pronuncian igual que la palabra francesa abaissés, «los humillados».
Hugo no da un nombre al narrador y permite al lector identificar al narrador con el autor de la novela. El narrador en ocasiones se introduce en la narración o relata hechos fuera de la época para enfatizar que relata acontecimientos históricos, no solo ficción. Introduce su relato de Waterloo con varios párrafos describiendo el reciente acercamiento del narrador al campo de batalla: «El año pasado (1861), una bella mañana de mayo, un viajero, la persona que está contando esta historia, venía de Nivelles ...»[32] El narrador describe cómo un «observador, un soñador, el autor de este libro» durante la lucha callejera de 1832 fue atrapado en un fuego cruzado: «Todo lo que tenía para protegerlo de las balas era el resalte de las dos semicolumnas que separan las tiendas; permaneció en esta delicada situación durante casi media hora». En un punto, se disculpa por entrometerse — «El autor de este libro, que lamenta la necesidad de mencionarse a sí mismo» — para pedir la comprensión del lector cuando él describe «el París de su juventud ... como si aún existiera». Esto introduce una reflexión sobre los recuerdos de lugares pasados que sus lectores contemporáneos reconocerían como un autorretrato escrito desde el exilio: «has dejado parte de tu corazón, de tu sangre, de tu alma, en esas aceras». Describe otra ocasión cuando un disparo de bala «perforó una bacia de bronce suspendida ... sobre la tienda del peluquero. Esta bacia perforada aún se podía ver en 1848, en la calle del Contrat-Social, en la esquina de los pilares del mercado». Como prueba de los dobles agentes de la policía en las barricadas, escribe: «El autor de este libro ha tenido en sus manos, en 1848, el informe especial sobre este tema realizado para el Prefecto de Policía en 1832».
La aparición de la novela fue un acontecimiento muy esperado, pues Victor Hugo estaba considerado uno de los poetas más destacados de Francia a mediados del siglo XIX. El New York Times anunció la publicación ya en abril de 1860.[33] Hugo prohibió a su editorial que dieran una sinopsis de la historia y rechazó autorizar la publicación de extractos como adelantos. Les ordenó que se basaran en su éxito anterior y les sugirió este enfoque: «Los que Victor H. hizo para el mundo gótico en Notre-Dame of Paris [El jorobado de Notre Dame], lo consigue para el mundo moderno en Les Miserables».[34] Una campaña publicitaria masiva[35] precedió al lanzamiento de los dos primeros volúmenes de Les Misérables en Bruselas el 30 o el 31 de marzo por la Ediciones Albert Lacroix, Verboeckhoven et Cie, y en París el 3 de abril de 1862.[36][37], un gran esfuerzo publicitario, extractos de partes escogidas en los periódicos y críticas elogiosas.[38] Las partes dos y tres aparecieron el 15 de mayo de 1862, las partes IV y V el 30 de junio. En aquella época, Victor Hugo estaba considerado como uno de los primeros literatos del siglo y el público se lanzó a leer su novela.
Las reacciones de la crítica fueron muy diversas, a menudo negativas. Algunos críticos encontraron el tema inmoral, otros se quejaban del exceso de sentimentalismo, otros se inquietaban por su aparente simpatía hacia los revolucionarios. L. Gauthier escribió en Le Monde el 17 de agosto de 1862: «Uno no puede leerlo sin un invencible disgusto para todos los detalles que el señor Hugo da en relación con la exitosa planificación de disturbios».[39] Sainte-Beuve se lamenta: «El gusto del público está decididamente muy enfermo. El éxito de Los miserables ha causado y seguirá causando estragos más allá de lo que uno puede temer». A pesar de ello, concede que «su novela […] es todo lo que queremos, para lo bueno, para lo malo, para lo absurdo; pero Hugo, ausente y exiliado durante 11 años, hizo un acto de presencia, fuerza y juventud. Solo este hecho es ya un gran éxito». Reconoce al fin a Hugo esta cualidad suprema: «Lo que inventa falso y absurdo, lo hace ser y parecer a todos los ojos».[40] Los hermanos Goncourt juzgaron a la novela artificial y decepcionante.[41] Señalan que el libro fue «una gran decepción». Explican: «Título injustificado: sin miseria, ni hospital, prostituta rozada. Nada vivo: los personajes son de bronce, de alabastro, de todo, excepto de carne y hueso. La falta de observación estalla y hiere en todas partes». Y luego, añaden, «es suficientemente divertido, gana doscientos mil francos [...] ¡apiadándose de las miserias del pueblo!» [42]
Flaubert no encontró «verdad ni grandeza» en ella. Se quejaba de que los personajes eran crudos estereotipos que «hablan todos muy bien – pero todos de la misma manera». Consideraba que era un esfuerzo «infantil» y que ponía fin a la carrera de Hugo como «la caída de un dios».[43] En una crítica de periódico, Charles Baudelaire alabó el éxito de Hugo[44] a la hora de centrar la atención del público en problemas sociales, alabando en particular el capítulo «Tempestad sobre un cráneo», aunque creía que semejante propaganda era lo opuesto al arte. En privado, en una carta a su madre, la calificó como «libro repulsivo e inepto» (livre immonde et inepte).[45][46]. Lamartine condenó las impurezas del lenguaje, el cinismo y la demagogia:
Les Misérables son un talento sublime, una honesta intención y un libro muy peligroso de dos maneras: no solo hace temer demasiado a los afortunados, sino que parece dar demasiada esperanza a los desafortunados
.[47] Este miedo es compartido por Barbey d'Aurevilly quien estigmatiza al
libro más peligroso de su tiempo
.[48] En una carta a su hijo en julio de 1862, Dumas padre lamenta que el libro sea «todo a la vez una obra aburrida, con un plan mal soñado, y fracasado en su resultado», añadiendo: «Cada volumen comienza por una montaña y acaba con un ratón[49]». El obispo Louis-Gaston de Ségur escribe una crítica sobre Victor Hugo y «su infame libro de los miserables [que] le ha reportado quinientos mil francos de golpe». En diciembre de 1872 el autor no dejará de enviarle una respuesta vitriólica.[50]
La iglesia católica prohibió el libro, incluyéndolo en el Index Librorum Prohibitorum.[51]
La obra fue un éxito comercial y ha sido un libro popular desde que se publicó.[52][53] Traducida ese año, gracias a los esfuerzos de Albert Lacroix que abre filiales en Europa, apareció en otros idiomas, incluyendo el italiano, el griego y el portugués, demostrando ser popular no solo en Francia, sino en el extranjero.[54] ·.[55] Impaciente por conocer la primera reacción de los lectores ingleses, Victor Hugo envió a sus editores ingleses Hurst & Blackett un telegrama cuyo contenido se resume en una « ? ». La respuesta de sus corresponsales fue no menos lacónica: « ! » [56] ·.[57]
El propio autor dio gran importancia a esta novela. En junio de 1861, informa a su hijo François-Victor que ha terminado la obra y afirma: «Puedo morir» («Je peux mourir»).[58] Escribió en marzo de 1862, a su editor Lacroix: «Mi convicción es que este libro será una de las principales cumbres, si no la principal, de mi obra».[59]
El humano sometido a la necesidad extrema es conducido hasta el límite de sus recursos y al infortunio para todos los que transitan por este camino.
Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y voluntad, para ellos todo está perdido. La luz del día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus corazones; y en medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de la debilidad de las mujeres y los niños y los fuerza a la ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La desesperación encerrada entre unas endebles paredes da cabida al vicio y al crimen...
Ellos son "Los Miserables", los parias, los desamparados.
Parecen totalmente depravados, corruptos, viles y odiosos; pero es muy raro que aquellos que hayan llegado tan bajo no hayan sido degradados en el proceso, además, llega un punto en que los desafortunados y los infames son agrupados, fusionados en un único mundo fatídico.
Victor Hugo, Los Miserables
Los miserables ha sido una obra adaptada en multitud de ocasiones.
La historia ha sido llevada al cine varias veces, por primera vez en 1907 con una versión muda. Aquí se listan obras derivadas llevadas al cine y la televisión.
— Análisis de Misérables en Laffont-Bompiani, Dictionnaire des œuvres, París, 1990, tomo IV, pág. 581 ISBN 2221501187.Es cierto que Hugo ha sufrido, al comienzo de su novela, la influencia de Balzac: la descripción del personaje y de las costumbres de monseñor Myriel, las del señor Gillenormand, aparte de algunas exageraciones, por su precisión, sin omitir ningún detalle vivo, podría perfectamente estar en La comedia humana. No inferior es la influencia ejercida sobre Hugo por los folletines que hicieron conocer a sus autores una popularidad sin precedentes: Les Mémoires du diable de Frédéric Soulié, publicado en en 1841, y Les Mystères de Paris de Eugène Sue aparecida en 1842
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¡Día grande! ¡Triunfo brillante! ¡Total entusiasmo! [...] Por todo París, solo se habla de ti — Todos los periódicos han lanzado brillantemente Les Misérables. Los extractos han tenido un enorme efecto. — La venta es realmente grande.
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