Pan (en griego antiguo, Πάν; en griego moderno, Πάνας; en latín, Pan) era el dios de los pastores y rebaños en la mitología griega. Era especialmente venerado en Arcadia, a pesar de no contar con grandes santuarios en su honor en dicha región. En la mitología romana se identifica a este dios como un Fauno y se le representa como un ser híbrido con rasgos de ser humano y de cabra. Ya en los Himnos homéricos su nombre tenía una intención etimológica: «solían llamarlo Pan porque a todos les alegró el ánimo»; un juego de palabras entre Πάν y πᾶν «todo».[1] Algunos llaman a Pan como Sinois, y dicen que le viene de la ninfa Sinoe, y que ésta y otras ninfas, pero particularmente ella, fueron nodrizas de Pan.[2]
«Háblame, musa, del amado vástago de Hermes, el caprípedo, bicorne, amante del ruido, que va y viene por las arboradas praderas junto con las ninfas, habituadas a las danzas. Caminan ellas por las cumbres de la roca, camino de cabras, invocando a Pan, el dios pastoral de espléndida cabellera, desgreñado, bajo cuya tutela se hallan todas las nevosas colinas, así como las cimas de los montes y los senderos pedregosos».[3]
Pan era también el dios de la fertilidad y a menudo se le representa con un falo. Los poetas helenísticos eran especialmente pródigos contando sus hazañas eróticas; se dedicaba a perseguir por los bosques, en busca de sus favores, a ninfas, muchachas y muchachitos.[4] Así unos dicen que «Pan es un dios galanteador e infiel: se enamoró de Pitis, se enamoró de Siringa, y jamás deja de perturbar a las dríades y de enredar a las ninfas epimélides».[5] Luciano, narrando una charla entre Hermes y Pan hace que este último se jacte: «Te burlas de mí, yo me acuesto con Eco, Pitis y todas las ménades de Dioniso, y se me rifan».[6] En muchos aspectos, el dios Pan tiene cierta similitud con Dioniso. Diógenes, bromeando acerca del carácter lascivo de Pan, elabora un jocoso mito según el cual Pan aprendió la masturbación de su padre Hermes, y gratamente complacido decidió entonces enseñar el hábito a los pastores.[7]
Era el dios de las brisas del amanecer y del atardecer. Vivía en compañía de las ninfas en una gruta del Parnaso llamada Coricia. Se le atribuían dones proféticos y formaba parte del cortejo de Dioniso, puesto que se suponía que seguía a este en sus costumbres. Era cazador, curandero y músico. Habitaba en los bosques y en las selvas, correteando tras las ovejas y espantando a los hombres que penetraban en sus terrenos.
Portaba en la mano el cayado o bastón de pastor y tocaba la siringa, a la que también se conoce como Flauta de Pan. Le agradaban las fuentes y la sombra de los bosques, entre cuya maleza solía esconderse para espiar a las ninfas.
Se dice que Pan era especialmente irascible si se le molestaba durante sus siestas. Los habitantes de Arcadia tenían la creencia de que, cuando una persona dormía la siesta, no se la debía despertar bajo ningún motivo ya que, de esa forma, se interrumpía el sueño del dios Pan. En este caso, Pan se aproxima a la noción de Demonium Meridianum (δαιμονίου μεσημβρινοῦ, demonio del mediodía).
Por último, como deidad, Pan representaba a toda la naturaleza salvaje. De esta forma, se le atribuía la generación del miedo enloquecedor. De ahí la palabra pánico que, en principio, significaba el temor masivo que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos.
Los poetas helenísticos ya hablaban de la multiplicación de Pan, los panes: «En cuanto a los Panes, los que había engendrado Hermes, tras unirse en oculto amor con dos ninfas gemelas. Por un lado, en el lecho de Sose, la agreste adivina, engendró un hijo inspirado con facultades adivinatorias, Agreo, que se adiestraba con habilidad en la caza de bestias salvajes. Por otro lado estaba Nomio, amado por los rebaños, que se afanaba en hacer sonar la pastoril siringe, al cual engendró cuando se introdujo en el lecho de la montaraz Penélope».[8]
Pan no posee una ascendencia unánime, pero en general se considera que Hermes había sido su padre.[1][9][10][11] «Unos dicen que Pan es hijo de Penélope y Odiseo o Hermes otros que de Zeus y Calisto, otros de Éter y Eneide o Enéis, y algunos de Urano y Gea».[12][13] El escoliasta a Teócrito se refiere a los padres de Pan como Hermes y Enéis o Timbris, que parecen ser ninfas.[14][15]
En un escolio se diferencian dos Panes, el hijo de Zeus y el hijo de Crono.[16] Que se lo imagine hijo de Éter o Crono habla de una naturaleza más antigua o primordial. Heródoto, no en vano, dice que Pan es el más antiguo de los dioses.[17] En la poesía sobre catasterismos se dice que Zeus y Egipán — el «Pan cabruno»—[18] fueron criados por las mismas nodizas y que incluso Pan, apoyando más adelante a Zeus, puso en fuga a los titanes emitiendo un alarido terrible.[19]
La Biblioteca mitológica nos dice que «Apolo había aprendido de Pan, hijo de Zeus y de Hibris, el arte adivinatoria».[20] Esta tal Hibris, de la que nada más se sabe, parece guardar relación con la dríade Erato. Pausanias nos dice que «Pan antiguamente profetizaba y que la profetisa era la ninfa Érato, la que se casó con Árcade, hijo de Calisto».[21] Epiménides refiere, siguiendo los pasos del anterior, que es hijo de Zeus y Calisto y hermano gemelo de Árcade.[16]
En el Himno homérico a Pan se dice que es hijo de Hermes y de una hija innominada de Dríope. Cuando Hermes pastoreaba los rebaños de Dríope, tuvo una relación amorosa con una de las hijas de este, de la que nació el dios Pan. Según esta versión, cuando nació, presentaba sus miembros inferiores en forma de macho cabrío y el resto del cuerpo con apariencia de hombre. En la cabeza tenía dos cuernos y su cara era arrugada, con una barbilla prominente, con todo el cuerpo cubierto por una espesa capa de pelo. Se dice que, apenas nacido, escapó a las montañas, donde Hermes tuvo que buscarlo para llevarlo al Olimpo envuelto en una piel de liebre. Una vez allí, lo llamaron Pan, puesto que era la diversión de todos.[1]
Píndaro y Hecateo opinan que nació de Apolo y Penélope.[22] Muchos autores alegaron que Pan había nacido de Hermes y Penélope, aparentemente la esposa de Odiseo. Heródoto asegura que esa es la versión que creen la mayoría de los griegos.[9] Algunos autores romanos dicen que nació de Mercurio (Hermes) y Penélope.[10] Pausanias añade que Penélope había sido infiel a su marido, y éste la había desterrado a Mantinea a su regreso.[23] O bien Penélope se acostó con los ciento ocho pretendientes en ausencia de Odiseo, y como resultado dio a luz a Pan, nombre que significa hijo de todos.[24]
Según cuenta Heródoto, unos días antes de la batalla de Maratón, un mensajero ateniense que volvía de pedir ayuda a Esparta encontró al dios y este le prometió que vencerían a los persas. Por ello, tras ganar efectivamente la batalla a causa de un súbito pánico en las filas enemigas, fue incluido entre los grandes dioses reconocidos por el estado. En la propia ciudad de Atenas se le consagró una de las grutas de la vertiente norte de la Acrópolis y se decretó en su honor una fiesta anual donde se realizaban carreras de antorchas.
También estaban consagrados a Pan los montes Ménalo, Lampea y Nomia, todos ellos en Arcadia.[36] Por otra parte, en Licosura existía un santuario oracular de Pan.[37]
Los ritos de fertilidad originales fueron asumidos a partir del siglo V por las Bacantes, que duraron hasta bien entrada la Edad Media. Desde entonces, y hasta nuestros días, la imagen tradicional de Pan se asocia con la imagen del diablo (en forma de macho cabrío) y los aquelarres.[38]
Así narra Plutarco en De defectu oraculorum (Sobre la desaparición de los oráculos):
«Tamo era un piloto egipcio, desconocido incluso para muchos a bordo. Le llamaron dos veces y no respondió, pero a la tercera contestó; y el que llamaba, alzando la voz, dijo: «Cuando llegues frente a Palodes, anuncia que el gran Pan ha muerto». Al oír esto, todos, dijo Epiterses, quedaron estupefactos y razonaron entre sí si era mejor cumplir la orden o negarse a entrometerse y dejar pasar el asunto. Dadas las circunstancias, Tamo decidió que, si soplaba una brisa, pasaría navegando y guardaría silencio, pero que, si no había viento y el mar estaba en calma, anunciaría lo que había oído. Así que, cuando llegó frente a Palodes, y no había ni viento ni olas, Tamo, desde la popa, mirando hacia tierra, dijo las palabras tal como las había oído: «El gran Pan ha muerto». Incluso antes de que hubiera terminado se oyó un gran grito de lamento, no de una persona, sino de muchas, mezclado con exclamaciones de asombro. Como había muchas personas en el barco, la historia pronto se difundió por Roma, y Tamo fue llamado por Tiberio César. Tiberio se convenció tanto de la veracidad de la historia que ordenó que se hicieran averiguaciones e investigaciones sobre Pan; y los eruditos, que eran numerosos en su corte, conjeturaron que era el hijo nacido de Hermes y Penélope».[39]