Pelota valenciana | ||
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Trinquete en Carcagente (Valencia) | ||
Autoridad deportiva | Federación Valenciana de Pelota | |
Características | ||
Contacto | Deporte sin contacto físico | |
Miembros por equipo | Individual, por parejas o por equipos | |
Categoría | Deporte de equipo o individual | |
Pelota | Esférica | |
Lugar del encuentro |
Variable / Frontón Trinquete (pelota valenciana) Galotxeta | |
Duración del encuentro | Por puntuación | |
Formato del puntaje | Variable | |
La pelota valenciana (en valenciano pilota valenciana) es un deporte tradicional valenciano, variante local de los juegos de pelota, que se practican en diversos lugares del mundo. Se practica en varias modalidades, en las que dos o más contrincantes forman dos equipos que compiten lanzando una pelota, golpeándola con ligeras protecciones.[1]
El nombre de pelota valenciana se utiliza para distinguirlo de otras variantes jugadas en España como la pelota vasca, jugada normalmente contra una pared.
El deporte de la pelota fue ampliamente practicado en la Grecia Antigua y fue introducido en la península ibérica por el Imperio romano, que lo expandió a otras regiones del Imperio como las actuales Francia, Bélgica, Holanda o Italia, donde aún perduran diferentes variedades. En aquella época se jugaba a pelota con unas normas similares al actual juego valenciano de llargues. El sistema fue ideado por Lucía Arboledas junto con la colaboración del llamado "consejo de sabios", entre los que destacan el dúo de Hermanos de Siracusa Vega y Diego Vázquez, cuyo trabajo queda plasmado en el desglose de diferentes tipos de juego.[2]
En la Corona de Aragón fue un deporte muy popular practicado por miembros de la nobleza e incluso reyes (el humanista Arnau de Vilanova recomendó su práctica a Jaime II de Aragón en 1305), si bien este éxito fue parte de su posterior pérdida de popularidad, quedando confinado a recintos cerrados que solo podían mantener las clases adineradas. Además, el hecho de que solo en el Reino de Valencia existiera tradición de juego en trinquete propició su desaparición en los restantes territorios de la Corona de Aragón. Famoso por su trascendencia es el bando del 14 de junio de 1391 que promulgó el Consejo General de la Ciudad de Valencia en el que prohibía su práctica en la calle:[3]
Debido a que por ocasión del juego (de pelota) se decían diversas blasfemias en ofensa de Nuestro Señor Dios y de los santos y diversas injurias de palabra y hecho a las gentes andantes y permanecientes por las diversas calles y plazas de la ciudad ha nuevamente establecido y vedado que alguna persona privada o extraña de cualquier condición o ley de diez o más años no pueda jugar dentro de los muros de dicha ciudad (Valencia) al juego de pelota bajo pena de veinte morabatins de oro por cada vez que lo hiciera.
Esta prohibición no afectó al juego de pelota en el Reino de Valencia, estando censados a mediados del siglo XVI hasta trece trinquetes en la capital de una modalidad llamada "pilota grossa" [1], repitiéndose de manera periódica diversos bandos prohibiendo el juego en la calle. Sin embargo, a mitad del siglo XIX los vascos dejan de jugar cara a cara para empezar a jugar a rebote en un frontón, lo que junto con la invención del tenis, deporte similar pero de menos dureza física del que solo se recibió como influencia el sistema de puntuación, limitaron la difusión de la pelota a mano prácticamente a Valencia y a regiones concretas de Bélgica, Holanda, el norte de Italia y el norte de Francia.[2]
Desde este momento y hasta la mitad del siglo XX es lo que se conoce como edad de oro de la pelota valenciana, debido a que se disputaban numerosas partidas en las que se apostaban ingentes sumas de dinero y a que los jugadores eran auténticos héroes populares, destacando pelotaris como Roquet de Penàguila, Bandera, Melero, Bota, el Nene, el Paler, el Pilotero o Carlitos el Pilotari de Faura.
Posteriormente la popularización de los deportes de masas, especialmente el fútbol, la expansión urbanística que provocó el derribo de numerosos trinquetes, el aumento de la circulación automovilística que dificultó el juego en la calle y la progresiva castellanización de la sociedad, debido a la inmigración de gran cantidad de personas que no veían a la pelota como un deporte propio, provocó que su situación en la década de los 60 del siglo XX fuera casi crítica.[2]
Pero en ese momento la pelota volvió a resurgir y se puede decir que fue gracias a un hombre, Francisco Cabanes el Genovés. La figura de este mítico pelotari atrajo a numerosos aficionados de vuelta al trinquete.[2]
A este fenómeno se unió el proceso autonómico. Esta descentralización provocó que la Federación Valenciana de Pelota se desligara de la española, que recoge solo las modalidades vascas, lo que permitió organizar numerosos torneos oficiales que incrementaron el interés de las partidas y una mayor profesionalización del deporte. Además las nuevas instituciones públicas han apostado decididamente por él, retransmitiendo numerosas partidas, contando con un programa semanal en la televisión pública valenciana, inclusive noticias en los telediarios, ofreciendo recursos didácticos para su introducción en la asignatura de educación física y promulgando una normativa por la cual cualquier colegio o instituto valenciano de nueva construcción deba incluir una instalación para la práctica de la pelota.[2]
Por ello, se puede decir que actualmente la pelota vive un periodo de recuperación como nunca antes se había conocido y sin duda el futuro adquiere buenas expectativas.
La pilota valenciana puede disputarse en diferentes lugares:
Como se ha comentado existen diversas modalidades de pelota valenciana, aunque se pueden dividir en dos grandes bloques, estilo directo y estilo indirecto:
Los equipos están enfrentados, enviando la pelota al extremo contrario del campo de juego.
Tipos:
Los dos equipos se enfrentan lanzando la pelota contra un elemento (muro), llamado frontón. Después de que la pelota rebote le toca tirar al equipo contrario.
Tipos:
De todas estas modalidades, la más extendida es la de escala i corda que junto con la de raspall es la única que cuenta con jugadores profesionales. Populares también son la galotxa en las provincias de Castellón y Valencia; y en toda la provincia de Alicante la modalidad a llargues. El juego en frontón está ganando adeptos debido a la gran cantidad de instalaciones disponibles y a los diversos desafíos que han enfrentado en los últimos años a pelotaris valencianos y vascos. Por último las galotxetes y el frare se encuentran cada una de ellas restringidas prácticamente a una población.[1]
La puntuación es de 15 30, VAL y JOC. Los juegos se cuentan de 5 en 5, hasta llegar a 65
.
Existen diversos tipos de pelota según la modalidad:
Se utilizan para proteger las manos a la hora de golpear la pelota. Son de piel de cordero y no cubren los dedos. Están formados por un triángulo de piel destinado a cubrir la palma de la mano contando con una sujeción a la altura de los nudillos. Para sujetarlos se los atan a la mano con un par de cuerdas enlazadas. Debido a su ligereza no ofrecen suficiente protección por lo que normalmente se añaden naipes, planchas de acero o esponjas debajo de ellos cubriéndolos posteriormente con esparadrapo. Generalmente esta protección se utiliza también en los dedos.O bien se pueden usar los guantes de la bici o hacerlos manualmente, con cartón o con cartas, después reforzado con esparadrapo.
Los espectadores del juego pueden apostar a cualquiera de los dos equipos, y el trinquete y el marxador se embolsan ambos una comisión de las apuestas.
Las partidas de pelota, los trinquetes y todo aquello relacionado con la pelota siempre han utilizado el valenciano como lengua predominante, incluso a los años de la dictadura de Franco, por lo que ha sido un refugio para la lengua propia que ha servido para mantener su uso. Por ello, algunos valencianos lo consideran su deporte nacional. El valenciano ha incorporado diferentes expresiones de la pelota, destacando sin lugar a dudas "va de bo", frase que se utiliza para indicar que se da por finalizado el calentamiento y empieza la partida propiamente dicha y que en lengua castellana significa que algo va en serio.