Un poema (del latín poema, y este del griego ποίημα, «creación»)[1] es una obra de poesía normalmente en verso,[2] esté o no sujeto a los recursos poéticos clásicos de la métrica, el ritmo y la rima.
También hay poemas en prosa (prosa poética, poema en prosa). Un poema largo puede dividirse en «cantos», y uno breve en estrofas. Un conjunto de poemas es un poemario (libro de poemas o recopilación de poemas). Es muy habitual hacer antologías de poemas[3] y competencias de poemas (juegos florales).
Joachim du Bellay, en La defence et illustration de la Langue Francoyse (Defensa e ilustración de la lengua francesa, 1549), define el poema como una «ouvrage en vers d'une assez grande étendue» (‘’obra en verso de una extensión bastante grande’’).
El poema sinfónico es una composición musical para orquesta, de forma libre y desarrollo sugerido por una idea poética u obra literaria.[4]
Sinónimo de «canto» (Canto general de Pablo Neruda), «cántico» (Cántico de las criaturas de San Francisco de Asís, Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, Cántico de Jorge Guillén), «canción» (Canción sobre el asfalto de Rafael Morales),[5] «cantar» (el Cantar de los Cantares bíblico, los cantares de gesta medievales, los de ciegos, los de trabajo -de siega, de trilla, de siembra, de vendimia-)[6] o del carmen latino (Carmen Campidoctoris, Carmina Burana), se ha venido identificando al poema con la poesía lírica (teóricamente la más musical, que se cantaba acompañada de los sones de una lira, y en la que el poeta expresa sentimientos),[7] aunque obviamente hay poemas de poesía épica (narrativa, como el Génesis, la Ilíada, el Ramayana, la Eneida, el Cantar de Mio Cid, Os Lusiadas o El paraíso perdido) y teatral o escénica (la destinada al teatro -tragedia, comedia o drama-, tanto si es la totalidad de una obra en verso -la mayor parte del teatro clásico[8] antiguo[9] y moderno-[10] como si es solo alguna parte de la obra que se populariza por sí sola -el shakesperiano monólogo de Hamlet, [11] el Soneto de repente de Lope de Vega,[12] la seducción de doña Inés en el Don Juan Tenorio de Zorrilla-).[13] En realidad, podría identificarse el poema, en cuanto obra de poesía, y esta en cuanto poiesis («creación»), con cualquier composición literaria concebida como expresión artística de la belleza por medio de la palabra.
Los subgéneros principales del poema lírico son el himno u oda, la elegía y la sátira. El himno y la oda expresan sentimientos positivos, de alegría y celebración; por eso solían celebrar victorias. La elegía, por el contrario, expresa sentimientos negativos, de tristeza o lamento; por eso se empleaba como molde para expresar pérdidas de cualquier tipo que afectaban al equilibrio psíquico del poeta (muertes, desengaños amorosos, etc.) La sátira, por su parte, formula también sentimientos básicos, como la indignación, la burla o el desprecio ante algo que va contra la virtud o la moral social.
Otros subgéneros líricos, considerados en la preceptiva poética clásica como menores por ser de naturaleza mixta (menos pura), son el epitalamio (canto que celebra las bodas), el epigrama (sátira que se expresa concisamente por medio de la agudeza o el ingenio), el peán (canto de guerra) o la égloga (donde unos pastores dialogan sobre sus amores).
ποίημα ατος τό obra, manufactura [...]; creación de espíritu, poesía, poema; acción.
Los zapatos en que espero
el tiempo de mi partida
tienden dos alas de cuero
para sostener mi vida.
Bajo la suela delgada
siento la tierra que espera....
Entre la vida y la nada
¡qué delgada es la frontera!
Recogido en José Antonio Benito Lobo, Literatura para la vida: grandes temas del hombre en la literatura española, pg. 22.
Vengo de moler, morena, de los molinos de arriba,
cortexé a la molinera, no me cobró la maquila.
Vengo de moler, morena, de los molinos de abajo,
cortexé a la molinera, no me cobró su trabajo.
[...]
Con mi llorar las piedras enternecen
su natural dureza y la quebrantan;
los árboles parece que s’inclinan;
las aves que m’escuchan, cuando cantan,
con diferente voz se condolecen
y mi morir cantando m’adevinan;
las fieras que reclinan
su cuerpo fatigado
dejan el sosegado
sueño por escuchar mi llanto triste.
Tú sola contra mí t’endureciste,
los ojos aun siquiera no volviendo
a los que tú hiciste
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.
El Amor constante más allá de la muerte de Quevedo:
...
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
¿Qué es poesía? dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul;
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.
To be, or not to be: that is the question:
Whether 'tis nobler in the mind to suffer
The slings and arrows of outrageous fortune,
Or to take arms against a sea of troubles,
And by opposing end them. To die: to sleep;
No more; and by a sleep to say we end
The heart-ache, and the thousand natural shocks
That flesh is heir to, 'tis a consummation
Devoutly to be wish'd. To die, to sleep;
To sleep: perchance to dream: aye, there's the rub;
Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto:
catorce versos dicen que es soneto:
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
Ya estoy en el segundo, y aún sospecho
y aún parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.
Contexto en La niña de Plata (edición digital en Cervantes Virtual).
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?
Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?
[…]
¡Oh! Sí, bellísima Inés
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus plantas, pues,
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.
- Callad, por Dios, ¡oh, don Juan!,
que no podré resistir
mucho tiempo sin morir
tan nunca sentido afán.
¡Ah! Callad por compasión,
que oyéndoos me parece
que mi cerebro enloquece
y se arde mi corazón.
¡Ah! Me habéis dado a beber
un filtro infernal, sin duda,
que a rendiros os ayuda
la virtud de la mujer.
[…]
No, don Juan, en poder mío
resistirte no está ya:
yo voy a ti como va
sorbido al mar ese río.
Tu presencia me enajena,
tus palabras me alucinan,
y tus ojos me fascinan,
y tu aliento me envenena.
¡Don Juan! ¡Don Juan!, yo lo imploro
de tu hidalga compasión:
o arráncame el corazón,
o ámame, porque te adoro.