Una personalidad política es una persona implicada en la vida política.[1] Podemos encontrar varios sinónimos de esta definición como personaje político, persona dedicada a la política o bien simplemente como político o política cuando se trate de una mujer. Las dos últimas acepciones pueden, a veces, encontrarse con una connotación peyorativa utilizándose para hablar de alguien que muestra grandes habilidades para las intrigas de la vida política o bien que sólo vive de sus funciones políticas o que ha dejado atrás su contribución en otras áreas de la sociedad que no sean las de la política. Una denominación concretamente despectiva es politicastro.[2]
Básicamente un político[3][4][5] es un ciudadano que se dedica a los intereses públicos en general y que en las sociedades democráticas participa con su opinión, con su filosofía política, con su voto, con su participación y con sus capacidades en las decisiones que se han de tomar para organizar todo los que afecte a los intereses públicos. Hay varios niveles de participación en la política de las sociedades.
En la mayoría de países el ordenamiento jurídico considera a los políticos elegidos o nombrados, como representantes del pueblo en el mantenimiento, la gestión, y la administración de los recursos públicos. Dicho ordenamiento considera que un político debe velar por el interés general de los ciudadanos y mantenerse dentro de una ética profesional de servicio al pueblo y no hacia sí mismo.
Hay muchos países, regiones, ciudades en el mundo que organizan sus respectivas sociedades con modos de participación social de la población muy diferente a la de los países con sociedades democráticas. Los políticos, por lo tanto, pueden ser elegidos, votados o designados por los órganos con los que cada sociedad se haya dotado.
Los políticos, suelen emanar de asociaciones, grupos de interés, generalmente de partidos políticos o de órganos estructurales de la sociedad en la que desarrollen su actividad profesional. Básicamente las personas que se dedican a la política intentan lograr que sus ideas sobre la organización del bien público se realice conforme entienden de forma partidista.
Las personalidades políticas no son ajenas a la política como una ciencia social. Existen múltiples doctrinas políticas sobre la forma de organizar una sociedad.
Hay múltiples facetas que se pueden reprochar a los políticos. La Prensa de cada país en sus diversas modalidades de prensa escrita, periodismo[6] televisado, y también las redes sociales de cada país del mundo permiten tanto a profesionales periodistas como ciudadanos valorar la actividad de los personajes que se dedican a la política en los cuatro ámbitos de la administración local, provincial o regional, nacional o internacional. Todos los políticos del mundo son sujeto a observación por parte de sus sociedades que, en los casos de países democráticos, pueden ejercer un control, que puede derivar en apoyos o bien en denuncias o protestas y posteriormente en un voto de representación o denegación del mismo. En los casos de dictaduras, el refrendo por parte de los pueblos es a veces reprimido, desdeñado, y no forman parte del control por parte de la sociedad, los medios de prensa o bien las redes sociales. La existencia de presos políticos o de oposición es frecuente en determinados países que fundan la represión en la omisión básica del Derecho Humano a la discrepancia o a la opinión. De ahí, la existencia de personalidades políticas de renombre internacional que no logran acceder al poder que les pudieron conferir la designación por parte del pueblo o que han sido apartadas de las funciones que ostentaban con la mayoría de los votos de una parte de la población o según el tipo de nombramiento o designación que exista en sus países respectivos.
Cuando una personalidad política ejerce altas funciones en el poder ejecutivo, es conocido como hombre o mujer de Estado (Estadista).[7]
Las Mujeres dedicadas a actividades políticas, representan en todo el mundo un porcentaje inferior al de hombres políticos.[8][9] Para corregir esta desigualdad, los organismos internacionales y estatales han adoptado medidas en desarrollo del derecho a la paridad.
«las mujeres siguen estando marginadas en gran medida de la esfera política en todo el mundo, a menudo como resultado de leyes, prácticas, actitudes y estereotipos de género discriminatorios, bajos niveles de educación, falta de acceso a servicios de atención sanitaria, y debido a que la pobreza las afecta de manera desproporcionada.»ONU Mujeres
Por ejemplo, en América Latina persiste una crisis de representación política independientemente del esfuerzo de las mujeres feministas y de las mujeres candidatas.[10]
Positivas | Negativas |
---|---|
La Transparencia | La corrupción |
el Compromiso social | la demagogia |
la Credibilidad | el sectarismo |
La Preparación académica | la incompetencia |
la Autocrítica | el racismo |
el Liderazgo | el populismo |
la Responsabilidad | el narcicismo |
la Honradez | la Concentración del poder |
La integridad | la Negación de la derrota |
la lealtad | la División de la sociedad |
la Convicción | La Megalomanía |
la Autoridad | la Soberbia |
la Empatía | el afán de lucro |
el Coraje | |
la Capacidad de negociar | |
la Capacidad de delegar |
M. Weber[12] concibe a los políticos como personas que aspiran al poder; al poder como medio para la consecución de otros fines o al mismo poder, para gozar del sentimiento de prestigio que se confiere al lograr ese estatus. De acuerdo al mismo autor, hay dos formas de hacer de la política una profesión: se vive de la política (la persona busca un fin o nivel económico), o se vive para la política, hace de ella su vida en un sentido íntimo; o goza simplemente con el ejercicio del poder que posee, o alimenta su equilibrio y su tranquilidad con la conciencia de haber dado un sentido a su vida poniéndola al servicio de "algo".
Según Weber, hay tres cualidades políticas por antonomasia:
En España, se estima que hay alrededor de 75 000 políticos[14] salidos de las urnas, en contraposición de un falso informe[15] de Presidencia del Gobierno, difundido por el diario El Aguijón, que afirmaba que había alrededor de 450 000 políticos.[16] Conviene recordar que, de estos 75 000, más del 85 % son alcaldes o concejales y, de ellos, más de la mitad no cobra sueldo público o no llega al salario mínimo.[17]
Para ocupar un cargo político, como puede ser concejal, alcalde, diputado, senador, ministro, presidente del gobierno, no es necesario tener ningún tipo de estudios.
Para ser miembro del Gobierno se requiere ser español, mayor de edad, disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo, así como no estar inhabilitado para ejercer empleo o cargo público por sentencia judicial firme
En España, la Ley Orgánica 5/1985, del 19 de junio, del Régimen Electoral General, define paridad como composición equilibrada de mujeres y hombres en el ámbito de la representación política. Esa composición equilibrada se garantiza en las listas electorales que se presenten en las elecciones al Congreso, elecciones locales, Consejos Insulares, Cabildos Insulares Canarios, Parlamento Europeo y Asambleas Legislativas de las comunidades autónomas.[20]
En Suiza, existen los políticos milicianos, es decir, políticos que no viven de la política. Todos los parlamentarios, diputados y senadores siguen ejerciendo su trabajo; la única excepción son los siete ministros nacionales y los cantonales, que son de dedicación plena y reciben un sueldo.[21][22][23]
Los ciudadanos participan en política. Las herramientas son diversas y vienen encuadradas por las leyes constitucionales de los Estados y sujetas a una temporalidad o convocatorias diversas.
Las herramientas de participación suelen ser:
La política es un espacio de trabajo de una minoría de la población mundial y su función resulta absolutamente necesaria e imprescindible en todos los sistemas políticos y en especial en los sistemas democráticos. Se habla de democracias participativas. De la actividad de miles de ciudadanos que dedican su tiempo y esfuerzo, muchas veces de forma desinteresada y sin apenas remuneración, sobre todo en el ámbito local, participando en la gestión de la cosa pública, nos beneficiamos todos.
La política es un lugar de debates,[24] de diálogos y de consensos y también de arbitrariedades, imposiciones y debate en contra de las injusticias. Esto exige una formidable dedicación y muchos sacrificios personales en la vida cotidiana para dedicar tiempo, preparación previa y estudio personal. Hoy en día, se han creado comunidades virtuales y se ha enriquecido y se ha complicado también, la forma de hacer política y de llegar a acuerdos.
El objeto u objetivo de la actividad política es la de hacer cambiar o progresar la sociedad mediante instrumentos que son las leyes, los acuerdos, los pactos, los conciertos, las decisiones, como fruto de las reuniones, congresos, simposios y que se plasman en actas, decretos, directivas, órdenes, memorandos, etc.
La forma de conseguir un objetivo en política es lograr una mayoría. La participación democrática ha de regirse por normas estrictas de seguridad para las personas y de libertad de opinión. Los candidatos no pueden usar la modalidad del voto con poblaciones desinformadas, manipuladas o amenazadas por cualquier tipo de circunstancia.
Los acuerdos ya no sólo competen al Estado, sino que las sociedades disponen y construyen amplios espacios de participación interesada (Asociaciones, Plataformas, Partidos, Sindicatos,...).
La política requiere atraer talento y para reconocer el trabajo impagable que algunos realizan, es preciso conformar una base salarial acorde con los sacrificios personales que la mayoría de ciudadanos no están dispuestos o sencillamente no podrían asumir. La política produce desgaste y daño personal a la propia imagen. De la participación en política se derivan renuncias profesionales y muchas veces familiares (desplazamientos frecuentes) así como, a veces, trabajo en condiciones de seguridad adversa.
La percepción de las personas que se dedican a la cosa pública como personas corruptas, personas que se alejan del interés general para hacer prevalecer los suyos propios o bien otros de carácter partidista o particular y personas que gozan de privilegios y prerrogativas que van más allá de la del resto de ciudadanos forma, a veces, parte de un fenómeno populista que aprovecha estas ideas para promover una dicotomía entre «un pueblo lleno de virtudes» y «unas élites políticas corruptas».
Las sociedades piden a los políticos que sean honestos, responsables, leales a su palabra, credibilidad y convicción además de coraje para llevar políticas a cabo. Las tensiones actuales en la política no son sólo de origen local, regional o estatal sino que están muy condicionadas por la globalización de las ideas gracias a un mundo interconectado.
La lejanía de las políticas de los organismos mundiales que trazan las metas más ambiciosas y las líneas de trabajo a 5, 10, 20, 50 años vista no son siempre percibidas por el ciudadano de la calle de cualquier parte del mundo. Para ello, los sistemas de información de cada estado, los servicios de prensa libre o estatal y los sistemas educativos han de cumplir un papel informativo o educativo de primera importancia.