Los pueblos latinos son un grupo étnico nativo de Europa cuya lengua, herencia cultural y étnica deriva de los antiguos latinos que habitaban la región del Latium de la Italia central, y que posteriormente fundaron la Antigua Roma.[1]
Con la expansión militar del pueblo romano, su cultura e idioma se fue difundiendo por los pueblos
que iban conquistando,[2] llevando con ello a la formación de un imperio que progresivamente desarrolló una cultura que se ha mantenido a lo largo de los siglos, sirviendo así como patrimonio de esos pueblos europeos.[3]
Cabe distinguir que, el término «latino» para referirse a un latinoamericano[4] es una abreviación de una resolución política que nombró a algunos países de América como América latina, promovida por los intereses económicos y políticos de Napoleón III[5] y de su necesidad de implantarse en el continente americano como contrapeso a la gran influencia que por la época comenzaron a adquirir los Estados Unidos de América.[6][7]
El Imperio romano (en el que Roma estableció numerosas colonias), quedó dividido en el Medievo en varias naciones-regiones. Los territorios más romanizados fueron Italia[8] y las provincias romanas instauradas en Dacia, Galia e Hispania,[9] cuyas poblaciones se convirtieron sucesivamente en "países y pueblos neolatinos".
En general, todos ellos están emparentados tanto lingüística como étnicamente, en mayor o menor medida, con la Antigua Roma y, junto a Grecia, conforman los pueblos grecolatinos.
Esta segunda latinización se llevó a cabo sobre el siglo VIII, llevando la lengua a regiones que nunca había estado antes, resultando en una lengua europea común denominada latín medieval, el cual se convirtió en la lengua culta de liturgia, de derecho, de religión y de creación literaria.[10]
Se incluye como tales a aquellos que, siendo parte de un país, se caracterizan por tener una lengua propia de raíz románica. Generalmente, si el país es latino, se les considera una parte de este, si no, se tienen por una minoría.