Un sistema electoral es un conjunto de reglas que determinan cómo se llevan a cabo las elecciones y los referendos y cómo se determinan sus resultados. Los sistemas electorales políticos están organizados por los gobiernos, mientras que las elecciones no políticas pueden tener lugar en empresas, organizaciones sin fines de lucro y organizaciones informales.
Los sistemas electorales consisten en conjuntos de reglas que rigen todos los aspectos del proceso de votación: cuándo se realizan las elecciones, a quién se le permite votar, quién puede presentarse como candidato, cómo se marcan y emiten las papeletas de votación, cómo se cuentan las papeletas de votación (método electoral), límites en el gasto de campaña, y otros factores que pueden afectar el resultado. Los sistemas electorales políticos están definidos por las constituciones y las leyes electorales, por lo general son conducidas por comisiones electorales y pueden usar múltiples tipos de elecciones para diferentes cargos.
Algunos sistemas electorales eligen a un único ganador para un puesto único, como representante de distrito en una asamblea nacional, primer ministro, presidente o gobernador, mientras que otros eligen múltiples ganadores, como miembros del parlamento o juntas directivas. Hay una gran cantidad de variaciones en los sistemas electorales, pero los sistemas más comunes son el escrutinio mayoritario uninominal, el sistema de segunda vuelta electoral, el escrutinio proporcional plurinominal y la votación preferencial. Algunos sistemas electorales, como los sistemas mixtos, intentan combinar los beneficios de los sistemas no proporcionales y proporcionales.
El estudio de los métodos electorales formalmente definidos se llama teoría de la elección social o teoría del voto, y este estudio puede tener lugar dentro del campo de la ciencia política, la economía o las matemáticas, y específicamente dentro de los subcampos de la teoría de juegos y el diseño de mecanismos. Las pruebas de imposibilidad como el teorema de la imposibilidad de Arrow demuestran que cuando los votantes tienen tres o más alternativas, no es posible diseñar un sistema de votación que permita reflejar las preferencias de los individuos en una preferencia global de la comunidad. El motivo es que es relativamente probable que se produzca un empate entre tres o más alternativas, de forma que, por ejemplo, la alternativa A sea preferida a la B, la B a la C y la C a la A.
Cuando se diseña un sistema electoral, es mejor comenzar con una lista de criterios que resuma lo que se quiere lograr, lo que se quiere evitar y, en sentido amplio, lo que se quiere que el gobierno y el parlamento parezcan. Dada la naturaleza del diseño institucional, los ajustes deben hacerse buscando el punto medio entre lo que se desea y lo que son los objetivos. Por ejemplo, se puede querer impulsar la elección de candidatos independientes y al mismo tiempo promover el crecimiento de partidos políticos fuertes. También el diseñador de sistemas electorales puede considerar un acto de sabiduría el crear un sistema que les da a los votantes un amplio grado de elección entre candidatos y partidos, pero esto puede significar una papeleta de votación complicada que causa dificultades a los votantes con menor educación. La clave, al formular o reformar un sistema electoral, está en priorizar los criterios más importantes y luego evaluar cual sistema electoral o combinación de sistemas, resulta mejor maximizando los objetivos. En esencia, lo que hacen los sistemas electorales es traducir los votos en escaños ganados por partidos y candidatos.
Las variables claves son:
El diseño de sistemas electorales tiene una relación estrecha con otros aspectos más administrativos de las elecciones, tales como la distribución de los sitios de votación, la nominación de candidatos (Partidos y Candidatos), el registro de electores, quiénes dirigen las elecciones (Administración electoral), etcétera. Estos asuntos son de gran importancia y las posibles ventajas en la selección de un determinado sistema electoral pueden ser socavadas a menos que se les preste la atención debida.
El diseño del sistema electoral, también afecta otras áreas de la legislación electoral:
La característica más sobresaliente de estos sistemas es que siempre utilizan distritos uninominales. En el sistema de mayoría relativa, algunas veces conocido como sistema de pluralidad en distritos uninominales, el ganador es aquel que obtiene el mayor número de votos, aunque ello no implique necesariamente la mayoría absoluta (ver Mayoría relativa). Cuando se usa este sistema en distritos plurinominales (es decir, donde se eligen varios representantes), se convierte entonces en el sistema de voto en bloque (ver Voto en Bloque). Los electores tienen tantos votos como escaños a asignar y los candidatos más votados van ocupando las posiciones sin importar el porcentaje que realmente alcancen. Los sistemas mayoritarios como el australiano de voto alternativo (ver Voto alternativo) y el sistema francés de dos vueltas (ver Doble Ronda) tratan de asegurar que el candidato ganador obtenga la mayoría absoluta (más del 50%). En esencia, el sistema de voto alternativo utiliza las segundas preferencias de los votantes para generar un ganador por mayoría, si ninguno resulta elegido en la primera vuelta.
Este sistema tiende a alentar la formación de un menor número de partidos.[1]
En estos sistemas, se favorece la eficacia de las decisiones sobre la imparcialidad, las rendiciones de cuenta son sobre el candidato y no sobre el partido. Esto puede debilitar y dividir a los partidos.[2]
Se eligen varios miembros del Congreso por cada distrito electoral.[3] Este sistema incentiva la fragmentación. Se incentiva más aún la fragmentación cuando los distritos son grandes y se utilizan fórmulas que traducen los votos en números de escaños.[1]
La lógica que guía a los sistemas de Representación Proporcional es la de reducir deliberadamente las disparidades entre el porcentaje de la votación nacional obtenida por un partido y los escaños parlamentarios que le corresponden: si un partido grande gana el 40% de los votos debería obtener aproximadamente 40% de los escaños, y si un partido pequeño gana 10% de los votos debería también conquistar aproximadamente el 10% de los escaños parlamentarios. Con frecuencia se considera que el uso de listas de partidos a nivel nacional o regional es la mejor forma de conseguir esa proporcionalidad (Representación Proporcional por Listas). Pero ese objetivo también se puede lograr con facilidad si el componente proporcional de un sistema de Representación Proporcional Personalizado compensa cualquier desproporcionalidad que se derive de los resultados en los distritos uninominales mayoritarios (Representación Proporcional Personalizada). El voto preferencial también puede cumplir con ese propósito: el Voto Único Transferible, donde los votantes ordenan a los candidatos en distritos plurinominales, es otro sistema proporcional bien establecido.
Muchas democracias nuevas han escogido sistemas de Representación Proporcional. Más de 20 democracias establecidas y casi la mitad de todas las democracias "libres" usan alguna variante de la Representación Proporcional. Los sistemas de Representación Proporcional son predominantes en América Latina y en Europa Occidental y representan un tercio de todos los sistemas en África. Si bien los escaños son a menudo distribuidos en distritos plurinominales regionales, en algunos países (como Alemania, Namibia, Israel, Holanda, Dinamarca, Sudáfrica y Nueva Zelanda), la distribución de escaños es efectivamente determinada por el voto a nivel nacional. La fórmula utilizada para calcular la distribución de escaños, una vez que los votos han sido contados, puede tener un efecto marginal en los resultados electorales de Representación Proporcional. Las fórmulas pueden basarse en el "promedio más alto" o en el "residuo mayor". Sin embargo, la magnitud de los distritos y los umbrales de representación tienen mayor importancia para los resultados generales de Representación Proporcional (Umbrales). Cuanto más grande sea el número de representantes elegibles en un distrito y más bajo sea el umbral requerido para la representación en la legislatura, más proporcional será el sistema electoral y más grande será la oportunidad de que los pequeños partidos minoritarios obtengan representación parlamentaria.
En Israel, el umbral es de 1.5%, mientras que en Alemania es del 5%. En Sudáfrica no había umbral legal en 1994 para la representación y el Partido Demócrata Cristiano Africano ganó dos de 400 escaños con solo 0.45% del voto nacional. Otras elecciones importantes involucran el diseño de los límites de los distritos; la manera en que los partidos constituyen sus listas de Representación Proporcional (Listas Abiertas, Cerradas y Libres); la complejidad de la papeletas de votación (por ejemplo, si el votante debe escoger entre partidos o entre candidatos y partidos); los arreglos formales o informales para un "voto en paquete" y el alcance de los acuerdos entre partidos, como aquellos en los sistemas que utilizan las coaliciones electorales.
En algunos países, como Israel o Países Bajos, las elecciones se desenvuelven usando una representación proporcional 'pura', donde los votos se computan a nivel nacional antes de asignar los escaños a los partidos. Sin embargo, en la mayoría de los casos (incluido España) se usan varios distritos o circunscripciones en vez de una circunscripión única nacional, lo que proporciona un elemento de representación geográfica. No obstante, esto puede provocar que la distribución de los escaños no refleje los votos totales a nivel nacional. En consecuencia, algunos países tienen escaños compensatorios ("leveling seats") que se otorgan a aquellos partidos cuyos escaños totales sean menores a su proporción del voto nacional.
Los sistemas de representación proporcional personalizada como los que se utilizan en Alemania, Nueva Zelanda, Bolivia, Italia, Venezuela o Hungría, tratan de combinar los aspectos positivos de ambos sistemas electorales: los de Representación Proporcional y los mayoritarios. Una proporción del parlamento (casi la mitad de los casos de Alemania, Bolivia y Venezuela) son electos por métodos de mayoría, generalmente en distritos uninominales; mientras el resto es constituido por listas Representación Proporcional. Esta estructura puede parecer, a primera vista, similar a la de los sistemas paralelos descritos posteriormente, pero la diferencia fundamental estriba en que bajo la Representación Proporcional Personalizado los escaños de Representación Proporcional por lista suelen compensar, en mayor o menor medida, cualquier desproporcionalidad producida por los resultados en los distritos uninominales (mayoritarios). Por ejemplo, si un partido gana 10% de los votos nacionales pero no gana ningún escaño de mayoría, entonces le serían otorgados suficientes escaños de las listas de Representación Proporcional para compensar su representación en aproximadamente un 10% del parlamento.
En todos los países donde se utiliza este sistema, los escaños de uninominales se asignan por mayoría relativa, a excepción de Hungría que utiliza para estos efectos el sistema de doble vuelta. El método de Italia es más complicado ya que un cuarto de los escaños parlamentarios se reservan para compensar los votos "desperdiciados" en los distritos uninominales. En Venezuela hay 110 escaños de Mayoría Relativa, 52 de Representación Proporcional por lista y 03 escaños de representación indígena. En México, 200 escaños de Representación Proporcional compensan parcialmente las altas cuotas de desproporcionalidad que generalmente resultan en los 300 escaños de Mayoría Relativa disposición especial establece que ningún partido puede obtener más de 300 de los 500 escaños que conforman la Cámara de Diputados y otra más prevé que, como regla general, no debe haber una desproporción mayor al 8% en la relación votos-escaños para ningún partido o coalición.
En estos sistemas, la representación puede ser todavía relativamente proporcional; las rendiciones de cuentas se puede hacer a los partidos como a los legisladores individuales.[2]
La mayoría de los setenta y cinco sistemas de representación proporcional identificados en la distribución global de los sistemas electorales usan alguna forma de representación proporcional por listas, solo en nueve casos se usan los métodos de representación proporcional personalizado o voto único transferible. En su forma más simple, la representación proporcional por lista requiere que cada partido presente una lista de candidatos al electorado, que los electores voten por un partido y que los partidos reciban sus escaños en proporción a su porcentaje de votación nacional. Los candidatos ganadores son tomados de las listas en el orden en que se ubican.
Dentro de los diversos sistemas de reparto proporcionales, el sistema D'Hondt es el que más distorsión produce.[4] Donde la distorsión se mide por la medida de distorsión de Loosemore-Hanby:[5]
donde:
Son aquellos que convierten los votos en escaños en una forma que se ubica entre mayoría-pluralidad y proporcinalidad. Los tres sistemas semiproporcionales usados para las elecciones legislativas son: el de voto único no transferible, el voto paralelo (o mixto) y el de voto limitado.
En los sistemas de voto único no transferible, cada elector tiene un voto, pero hay varios escaños que cubrir en cada distrito y los candidatos con el número más alto de votos son quienes los obtienen. Esto significa que, por ejemplo, en un distrito de cuatro miembros, en promedio uno necesitaría solamente lograr apenas el 20% de la votación para ser elegido. Esto permite la elección de candidatos de partidos minoritarios y mejora la proporcionalidad parlamentaria en general.
Los sistemas paralelos usan tanto las listas de representación proporcional como los distritos uninominales de mayoría relativa (el ganador se lleva todo). Sin embargo, a diferencia del sistema de representación proporcional personalizada (voto único transferible), las listas de representación proporcional no compensan la desproporcionalidad generada en los distritos uninominales por mayoría. Los sistemas paralelos han sido ampliamente adoptados por las nuevas democracias en África y por los antiguos estados soviéticos.
Estos sistemas se ubican entre los de voto único no transferible y los de voto en bloque, ya que se basan en distritos plurinominales y los candidatos ganadores son simplemente aquellos que logran más votos. Los electores tienen más de un voto, pero menos votos que el número de escaño a ocupar.
Los métodos con un ganador son clasificados de acuerdo al tipo de papeleta que se utiliza: sistemas binarios (la papeleta presenta la opción de votar o no votar por uno o más candidatos), sistemas de rango o preferenciales (la papeleta presenta todos el candidatos que el elector debe ordenar lo más preferido al menos preferido) y sistemas de evaluación o valoración (la papeleta presenta todos los candidatos a los que el elector debe dar una puntuación).
El sistema binario más utilizado en todo el mundo es el escrutinio uninominal mayoritario (también llamado "mayoría relativa" o "voto plural"), en que el elector vota por una opción, y el candidato que reciba el mayor número de votos gana las elecciones, aunque no obtenga la mayoría absoluta. Si, sin embargo, se requiere que el candidato gane por mayoría absoluta, se utilizan métodos eliminatorios. Los métodos eliminatorios más comunes son:
Cabe mencionar que las papeletas de los sistemas binarios no necesariamente son exclusivas, los sistemas de voto aprobatorio, por ejemplo, permiten que el elector vote por más de un candidato. Sin embargo, es el candidato con más votos el que gana la elección.
Los sistemas electorales preferenciales o de rango son métodos que permiten que el elector ordene los candidatos de acuerdo a sus preferencias, de más preferido al menos preferido. No es necesario que el elector ordene todos los candidatos, los candidatos que no sean ordenados se consideran menos preferidos. Algunos sistemas electorales preferenciales permiten que el elector ordene dos o más candidatos en la misma posición.
El método preferencial más utilizado es el de segunda vuelta instantánea (en inglés instant-runoff voting, IRV) también conocido como "voto alternativo" o "voto preferencial" en el que las preferencias de los electores son utilizadas para simular una ronda de eliminaciones. Al computar los votos la opción con menos votos es eliminada. En los cómputos sucesivos los votos eliminados se transfieren al siguiente candidato menos preferido que no ha sido eliminado, hasta llegar a una elección entre dos candidatos, y lo más preferido gana por mayoría absoluta. Todas las papeletas son consideradas en cada ronda de eliminación.
Otro método preferencial es el voto único transferible (STV por sus siglas en inglés), que asegura una representación proporcional sin la necesidad de utilizar una lista de candidatos por partido. STV es utilizado en Australia, la República de Irlanda, Irlanda del Norte y Malta. También es utilizado en algunas elecciones locales de Nueva Zelanda.
Los sistemas de valoración, evaluación o estimación son más flexibles que los sistemas preferenciales, sin embargo, pocos métodos han sido diseñados para utilizarlos. En los sistemas de estimación cada elector da una puntuación a cada opción, las puntuaciones suelen ser numéricas (1 al 5, 0 al 100) o en letras (A, B, C, D ...). La opción o el candidato con la mayor puntuación gana la elección. El voto de aprobación es una subcategoría de los sistemas de eliminación en el que las puntuaciones permitidas son 0 y 1.
El derecho a participar en los asuntos públicos directamente como votante suele aparecer regulada en normas jurídicas del máximo rango: generalmente la propia Constitución, puesto que se trata de uno de los derechos políticos esenciales. En concreto, la inmensa mayoría de las Constituciones establece a partir de qué edad tienen los ciudadanos el derecho al voto en procesos electorales y, en las que se refieren a esta posibilidad, en referéndum. La regulación detallada de otros posibles requisitos, como la capacidad civil o política, la residencia o el registro puede aparecer en la Constitución o en las leyes electorales de cada Estado.
El reconocimiento del derecho al voto es uno de los aspectos del sistema electoral sobre los que se pronuncian prácticamente todas las Constituciones, en la medida en que forma parte esencial de la definición del contenido de la ciudadanía. Dentro de ésta, la inmensa mayoría de aquellas se pronuncia sobre la edad requerida. Se trata del derecho político esencial, cuya extensión ha ido unida a la de la propia idea de democracia representativa. En efecto, el sufragio universal se ha identificado históricamente con el principio democrático hasta convertirse en un elemento indiscutido de cualquier régimen democrático (ver Disposiciones Relativas a las Minorías).
Pero a lo largo de esta evolución han variado frecuentemente los requisitos para el derecho de voto: desde el sufragio limitado a los varones con ciertos niveles de renta, propiedades o instrucción, con exclusión de las mujeres y de otros varones por razones diversas hasta la generalización igualitaria del sufragio se han ido modificando la edad exigida y las limitaciones por razón de género, estado civil y hasta el oficio.
Evidentemente el sufragio ha de ser personal, en el sentido de que el sistema electoral ha de garantizar que el voto exprese las preferencias de cada ciudadano. Esta exigencia, que puede parecer elemental, presenta problemas en sociedades patriarcales, en especial en los primeros momentos de transición política en los que los comportamientos democráticos no se encuentran asentados. En este sentido es paradigmática la experiencia de Azerbaiyán. Los requisitos que definen hoy el derecho de sufragio activo son la edad, la ciudadanía y el goce pleno de los derechos civiles y políticos. Junto a ellos, el registro en el censo electoral aparece en ciertos casos como un requisito necesario para su ejercicio en cada caso concreto. Y puede tener alguna relevancia el lugar de residencia en el momento de la votación.
Las áreas de votación son unidades administrativas que son usadas solamente para dirigir las elecciones. Son áreas geográficas contiguas donde todos los electores dentro del territorio circunscrito son asignados al mismo lugar de votación. Las áreas de votación son conocidas por una variedad de diferentes nombres dependiendo del país. En los países comunitarios, por ejemplo, suelen ser llamados circunscripciones electorales, distritos electorales, áreas de votación, distritos de elección o de votación. Las áreas de votación son necesarias para la implementación técnica de una elección eficiente y efectiva. Un territorio dado puede ser subdividido de manera tal de posibilitar a los electores viajar tanto como sea posible a los sitios de votación y depositar allí su papeleta electoral. Además, la asignación de los electores a las áreas de votación permite a los administradores de la elección seguir con atención a quienes votan. Esto asegura que nadie deposita más de una papeleta electoral. Muchos países, sin tener en cuenta el sistema electoral empleado, delimitan las áreas de votación. Distinto de los distritos electorales, donde el tipo de sistema determina cómo es crucial la delimitación en los resultados de una elección, la delimitación de las áreas de votación tiene un efecto mínimo en los resultados de la elección. Las áreas de votación son usadas simplemente para agrupar votos, no son usadas para traducir votos en asientos en un cuerpo legislativo o parlamento.
Debido a que las áreas de votación son usadas solamente por los administradores de las elecciones no es un tema controvertido y queda entregado a la discreción de los administradores de la elección. Las leyes electorales o su regulación, de cualquier modo, pueden especificar ciertos criterios para la delimitación de las áreas de votación.
No importa dónde se vayan a contar los votos, hay actividades comunes que se aplican en todos los sitios de votación al cierre de la jornada electoral. Entre ellas:
Puede haber requerimientos adicionales en aquellos sitios que cuentan con facilidades especiales para votar, por ejemplo, voto anticipado, por correo o mediante estaciones móviles, sobre todo si operan por varios días.
Bajo esta modalidad cada elector tiene un voto, aunque los distritos son plurinominales, es decir, se eligen varios escaños. Los candidatos con el mayor volumen de votación son los que ganan los escaños. Esto quiere decir que, por ejemplo, en un distrito donde se eligen cuatro miembros, se necesitaría solo un poco más del 20% para poder ganar un escaño. Al contrario, es probable que un partido grande con el 75% del voto dividido equitativamente entre tres de sus candidatos obtenga tres de los cuatro escaños. Hacia 1997, este sistema era utilizado para las elecciones parlamentarias en Jordania y Vanuatu y, para 125 de los 161 escaños del parlamento taiwanés. Sin embargo, su aplicación más conocida fue en la elección de la Cámara Baja japonesa entre 1948 y 1993.
Los politólogos han recomendado por mucho tiempo el VUT como uno de los sistemas electorales más atractivos. Sin embargo, su uso para elecciones nacionales parlamentarias se ha limitado a unos cuantos casos: Irlanda desde 1921 (Voto Único Transferible), Malta desde 1947 (Voto Único Transferible con Algunos Giros), y una vez en Estonia en 1990. Es usado también en Australia para elegir la Asamblea de Tasmania, la Asamblea Legislativa del Territorio de la capital y el Senado Federal (Voto Alternativo en Australia); al igual que en las elecciones locales de Irlanda del Norte. Los principios fundamentales de este sistema fueron creados de manera independiente, en el siglo XIX, por Thomas Hare de Inglaterra y Carl Andru de Dinamarca. El VUT utiliza distritos plurinominales y los votantes marcan a los candidatos en su orden de preferencias, de la misma forma que en el sistema de VA (Voto Alternativo). En la mayoría de casos, la indicación de las preferencias es opcional y los votantes no están obligados a ordenar a todos los candidatos; si quieren pueden marcar solo uno. Después de contar el número total de primeras preferencias, se utiliza una operación para establecer "la cuota" de votos requeridos para la elección de un candidato. La cuota se calcula por esta simple fórmula:
La primera etapa del conteo de los votos consiste en comprobar el número total de votos de primera preferencia para cada candidato. Cualquier candidato que tenga más primeras preferencias que la cuota es inmediatamente elegido. Si ninguno logra la cuota, el candidato con el menor número de primeras preferencias es eliminado y sus segundas y terceras preferencias son redistribuidas entre los candidatos restantes. Al mismo tiempo, el "excedente" de votos de los candidatos elegidos (en relación con la cuota) es redistribuido de acuerdo a las segundas preferencias de las papeletas.
Para ser justos, todas las papeletas de los candidatos son redistribuidas pero cada una conforme a un porcentaje fraccional de un voto, para que el total de votos redistribuidos sea igual al excedente del candidato (excepto en la República de Irlanda, donde se usa un modelo equilibrado). Por ejemplo, si un candidato tiene 100 votos y su excedente es de 10 votos, entonces cada papeleta será redistribuida al valor de 1/10 de un voto. Este proceso continúa hasta que todos los escaños del distrito son desplazados
El tema del escrutinio de votos trata del cómputo efectivo de los mismos, el cual requiere algunos principios fundamentales como transparencia, seguridad, profesionalismo, exactitud, confidencialidad, puntualidad, responsabilidad o rendición de cuentas y equidad.
El escrutinio de votos consiste en la apertura de las urnas, la ordenación de su contenido, la determinación de la validez de las papeletas de votación y contar las papeletas computadas. Salvo los países que emplean máquinas de voto, ésta es una operación muy concreta, basada en objetos reales (papeletas y, en su caso, sobres) que a menudo se realiza manualmente. Es una tarea de trabajo intensivo. Sin embargo, en algunos países se usan dispositivos mecánicos o electrónicos para facilitar el escrutinio. Salvo para determinar la validez de la papeleta de votación, el escrutinio de votos no requiere habilidades excepcionales, solo concentración, honestidad y saber leer y escribir. Las personas que cuentan los votos no reciben altas retribuciones, y en algunos países el requisito de saber leer y escribir excluye a muchos solicitantes.
El escrutinio de votos implica una operación preliminar de verificación de la validez de las papeletas. La legislación electoral normalmente señala unos motivos detallados para rechazar papeletas de votación. Los miembros de las mesas electorales deben estar totalmente familiarizados con esas disposiciones. Esta operación requiere un nivel de capacitación superior al de un simple escrutinio de votos. Las decisiones sobre la validez de la papeleta pueden tomarse de forma colectiva (por ejemplo, por decisión de la mayoría de los miembros de las mesas electorales presentes) o jerárquica (por el miembro de la mesa que la presida). La decisión también puede ser "empujada hacia arriba" a autoridades superiores. Ese tipo de decisiones debe estar sujeto a revisión judicial para prevenir abusos.
Los resultados del escrutinio de votos normalmente producen la información siguiente por cada unidad de escrutinio:
El escrutinio de los votos puede ser efectuado por las autoridades de menor categoría, normalmente a nivel de la mesa electoral, pero también a nivel del distrito electoral, o a nivel nacional. La fase final del escrutinio de votos es la suma de las cifras de los distritos electorales. Los distritos electorales son las unidades territoriales para las que se elige representantes y donde se suman votos antes de aplicar la fórmula electoral para determinar a quién ha sido elegido. Si la unidad de escrutinio es más pequeña que el distrito electoral, deberán agregarse en todas las unidades de escrutinio del mismo distrito electoral las cifras de las relaciones de votos de cada unidad de escrutinio. Esta operación implica recoger los resultados de cada unidad de escrutinio, verificar la inclusión de todas las relaciones de votos y sumar las cifras incluidas de cada relación de votos. El escrutinio de votos finalizará únicamente cuando se hayan calculado los totales para el distrito electoral. El próximo paso es aplicar la fórmula electoral para determinar quién ha sido elegido.
El sistema de Boleta Única Electrónica, o sistema "vot.ar" es un sistema que se utiliza en la Provincia de Salta, en Argentina, e iba a ser implementado en la Ciudad de Buenos Aires para las elecciones a Jefe de Gobierno que se llevarían a cabo el 5 de julio de 2015.
El sistema fue diseñado por privados y ONG en conjunto con el Tribunal Electoral de Salta, y se ha utilizado ya en ocho elecciones en dicha provincia, demostrando grandes beneficios en comparación al sistema tradicional.[6]
A través de este sistema se emite un voto que cuenta con respaldo electrónico y respaldo físico (en papel). La autoridad de mesa entrega una boleta al votante, la cual está en blanco y tiene un chip sin información. El votante inserta la boleta en una computadora que presenta las listas de candidatos. El votante selecciona su voto y el mismo se imprime en la boleta y se guarda en el chip. El votante puede verificar que su voto se haya guardado correctamente con un lector de chip que presenta la máquina y viendo la impresión.[7]
El sistema de boleta única electrónica evita el robo de boletas, reduce enormemente la cantidad de votos impugnados y reduce la posibilidad de realizar fraudes como el "voto hormiga" o "voto cadena". Por tanto, resulta en un ahorro importante de infraestructura para los partidos políticos, tanto para generar boletas como para fiscalizar las mismas. También da más transparencia a la elección teniendo una doble verificación.
El primer conteo, es un conteo provisional, que se realiza con la información guardada en los chips. El segundo conteo es un conteo definitivo, en el que se cuenta lo impreso en las papeletas para verificar que coincida con lo electrónico. En las ocho elecciones realizadas en la provincia de Salta, no se detectó diferencia alguna entre lo electrónico y lo impreso.
Las computadoras tienen un sistema de memoria no volátil, por lo que no permite que se guarde información adicional a las listas, que son cargadas por el presidente de mesa al comenzar el acto eleccionario. Por tanto, no guarda, transmite ni envía los votos.
Se ha criticado, en la última elección en la Provincia de Salta, el hecho de que se rompieron varias de las computadoras, y las mismas fueron reemplazadas en pleno acto eleccionario. Debido a que las computadoras no tienen memoria, las mismas se pueden reemplazar en pleno acto, ya que esto no cambia el recuento de las boletas que están resguardadas en las urnas.[8]
También, se ha criticado la falta de capacitación de la población para utilizar este sistema, especialmente en la Ciudad de Buenos Aires, donde nunca se utilizó.[9]
La fórmula electoral puede definirse como el criterio que determina el ganador de unas elecciones. En las elecciones legislativas, el sistema electoral es la regla por la cual se eligen miembros de una cámara legislativa y los voto (elecciones) se transforman en escaños. En las elecciones presidenciales, el sistema electoral es la referencia que un candidato debe alcanzar para ser declarado elegido: ej. Pluralidad o mayoría de voto popular. La fórmula electoral afectará a muchas otras variables del proceso de las elecciones. En particular, tiene cierto efecto en el tipo de papeleta y en el procedimiento de escrutinio.
El efecto principal de la fórmula electoral en el tipo de papeleta es si se requerirá de los votantes una elección categórica u ordinal. Una papeleta categórica es aquella en la que el votante ejercita una opción directa, bien de un candidato bien de una lista de partido, o ambas al mismo tiempo. Una papeleta ordinal es aquella en la que el votante indica sus preferencias entre distintos candidatos o partidos numerando sus respectivas denominaciones en orden descendente (1.ª, 2.ª, 3.ª) o acumulando votos en determinados candidatos. En una papeleta ordinal un votante puede alterar su voto entre la primera y segunda vuelta de unas elecciones. La mayoría de fórmulas electorales exige que los votantes ejerzan una opción categórica, lo que significa que las papeletas de tipo categórico son las de uso más común. Las papeletas ordinales se emplean en tan solo una cuarta parte del total mundial. Este tipo de papeletas pueden emplearse para cuatro fórmulas: el voto alternativo, el voto único transferible, el voto en bloque, y el sistema de dos vueltas.
El hecho de que la papeleta requiera una elección categórica u ordinal no significa que una papeleta no marcada sea substancialmente diferente. Por ejemplo, pueden emplearse las mismas papeletas en dos distritos electorales uninominales que utilicen respectivamente el voto por mayoría relativa o voto alternativo. Los votantes podrán expresar su opción con una sola marca en el primer caso o por una serie de números en el segundo caso.
Otro factor importante de la papeleta en formato papel es su estructura. Existen dos opciones fundamentales: la papeleta australiana (llamada así por su país de origen) en que se agrupan los nombres de todos los partidos competidores y candidatos en una sola hoja de papel, a ser marcado por el votante; y una segunda opción, el sistema de la papeleta y el sobre, que requiere imprimir una papeleta distinta por cada uno de los partidos o candidatos que compiten, e invitar a los votantes a insertar un solo papel en el sobre que se introducirá en la urna.
Entre esos dos tipos existe una solución intermedia, la papeleta francesa, que lista a los candidatos a ser marcados por el votante. Este tipo de papeleta se usa en algunas jurisdicciones donde la representación proporcional se combina con el derecho de los votantes a expresar preferencias entre los candidatos individuales dentro de la lista del partido.
La mayoría de las fórmulas electorales son totalmente compatibles con cualquiera de las opciones de estructura de papeleta descritas anteriormente. Sin embargo, ambas opciones serán igualmente válidas en el caso de fórmulas electorales (pluralidad o mayoría relativa) en distritos electorales plurinominales que empleen el voto múltiple que puede distribuirse entre los candidatos de distintas listas o el voto preferencial. Las papeletas australianas son claramente aconsejables, sobre todo si el número de miembros a ser elegido es alto.
En último lugar, nos encontramos con algunas fórmulas electorales solo compatibles con papeletas australianas que no pueden funcionar con el sistema de papeleta y sobre. Este es el caso del voto alternativo y del voto único transferible, dado que ambos requieren una elección ordinal que no puede ser expresada con suficiente claridad en el sistema de papeleta y sobre.
La influencia más importante de la fórmula electoral en el escrutinio de votos reside en determinar qué debe computarse. Algunas fórmulas simplemente requieren el cómputo de los votos por candidatos o por partidos. Otras fórmulas requieren el escrutinio de votos tanto por partidos como por candidatos dentro de cada lista del partido. Si la fórmula electoral exige a los votantes que expresen una opción ordinal, el escrutinio de votos se realizará de una manera muy diferente.
Otra influencia de la fórmula electoral es la determinación del nivel territorial (mesa electoral, distrito electoral, o la nación en su conjunto) en que deben escrutarse y agregarse los votos.
Desde un punto de vista estrictamente jurídico se pueden señalar al menos cinco principios que podrían tenerse en cuenta a la hora de estructurar globalmente la normativa electoral de un determinado país: