En la mitología griega, Urano, también escrito Ouranos[1] (en griego antiguo, Οὐρανός; en griego moderno, Ουρανός [Uranós] «(el) Cielo», latinizado como Uranus) es un dios primordial personificador del cielo. Su equivalente en la mitología romana era Caelus.
En la griega, Urano era hijo y esposo de Gea, la Madre Tierra que, según cuenta Hesíodo en la Teogonía, había concebido a Urano por sí misma. Urano y Gea fueron los padres de la primera generación de titanes, así como los ancestros de la mayoría de los dioses griegos; sin embargo, ningún culto específico de Urano sobrevivió en la época clásica. Con todo, Urano podía aparecer en algunas invocaciones solemnes junto a Gea y Estigia.
El étimo más probable es la forma básica reconstruida (no hallada aún en ninguna inscripción) para el protogriego *(F)orsanόj, que se supone podría derivar a su vez del sustantivo *(F)orsό, también reconstruido, en este caso, a través del sánscrito: varsa, «lluvia». La raíz correspondiente en protoindoeuropeo sería la forma igualmente reconstruida (no documentada epigráficamente aún) *ers «humedecer», «gotear» (en sánscrito: varsati, 'llover'). Así, en el caso de que estas hipotéticas deducciones lingüísticas fueran correctas, Urano sería entonces algo así como «(el) lluvia» o «(el) de las lluvias», interpretaciones como «el que fertiliza», se alejan demasiado de lo único que se puede deducir por una palabra, que en el mejor de los casos, si existiese alguna manera de poder verificar las reconstrucciones propuestas y estas resultaran verdaderas, solo significaría "lluvia", sin significado verbal de ninguna clase. Otra etimología posible es «(el) de la/s altura/s» (en sánscrito: vars-man: altura, elevación). De nuevo, interpretaciones como «el que está en la posición más alta», son altamente especulativas y no se corresponden en lo absoluto con lo que se puede deducir de un solo sustantivo. Para tan siquiera proponer tales interpretaciones, es menester que en el nombre se puedan identificar al menos dos elementos, uno sustantival y el otro verbal. También es posible que el nombre derive de la raíz protoindoeuropea *wel («cubrir», «rodear») o *wer («cubrir», «encerrar»). La identificación con el Váruṇa védico, dios del cielo y de las aguas, es incierta.
Hesíodo afirma en la Teogonía que Gea «alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los dichosos dioses».[2] En otro poema épico, la Titanomaquia, es presentado como hijo de Éter, el dios de la luz celestial que se encuentra en las partes superiores del mundo.[3] Otros poetas lo refieren como hijo de un tal Acmón[4] («cénit» — de los cielos—, acaso lo mismo que Éter). Según los Himnos órficos, Urano era el hijo de Nix (la Noche), probablemente en su unión con Fanes.[5] Influido por los filósofos, Cicerón afirma en De natura deorum que Urano era descendiente de los antiguos dioses Éter y Dies (Hemera).[6] Higino también está de acuerdo y añade a Terra (Gea) y Mare (Talasa) como sus hermanos.[7]
Diodoro narra un curioso mito en que había existido también otro Zeus, el hermano de Urano, que reinaba en Creta y que engendró a los diez Curetes.[8]
Como elemento físico, ὁ οὐρανός era el límite superior del cosmos, una suerte de sólido techo del mundo, concebido, ya como broncíneo (χάλκεος),[9] ya como férreo (σιδήρεος).[10] La mayoría de los especialistas piensa que el cielo era concebido como una bóveda,[11] aunque West, comentador de la Teogonía, señala que los domos son poco frecuentes después del periodo micénico y cree que el cielo era pensado como plano y paralelo a la tierra, puesto que la forma de bóveda no permite explicar la necesidad de que Atlas tuviera que mantener una estructura semejante separada de la tierra.[12][13] En la épica griega es frecuente la calificación de Urano como ἀστερόεντος («estrellado»).[13]
En los poemas homéricos, ὁ οὐρανός es, a veces, la divinidad a la que los héroes invocan, y otras veces es simplemente un nombre alternativo del Olimpo en tanto que hogar colectivo de los dioses, como ocurre al final del libro I de la Ilíada, cuando Tetis surge del mar para suplicar a Zeus:
[...] saliendo de entre las olas del mar, subió muy de mañana al gran cielo y al Olimpo, y halló al largovidente Cronión sentado aparte [...]Ilíada, I, 495 y ss.[14]
Dice esto William Sale:
Ολύμπους se usa casi siempre para ese hogar, pero οὐρανός alude a menudo al cielo natural que hay por encima de nosotros, sin alusión alguna a que los dioses vivieran allí.Homeric Olympus and its formulae (El Olimpo homérico y las expresiones relacionadas con él).[15]
En la Teogonía de Hesíodo, ὁ Οὐρανός es una divinidad engendrada por Gea, que lo alumbra «con sus mismas proporciones» (ἐγείνατο ἶσον ἑωυτῇ) y a la que luego él desposará.[2] Este acto de alumbramiento asexuado ha sido concebido como una versión cosmogónica del principio cosmológico de la separación del cielo y la tierra a partir de una masa indiferenciada, cuyo duplicado poético es el mito de la castración de Urano.[16] Urano es a la vez consorte de Gea,[17] La unión entre ambos es motivo de frecuente aparición en mitos y rituales.[18] A partir de esa unión, nace un conjunto heterogéneo de divinidades: la primera generación de Titanes, los Cíclopes y los Hecatónquiros.[17]
En el siglo VI, cuando existía una distinción entre Afrodita Urania («celestial») y Afrodita Pandemos («de toda la gente»), οὐρανός significaba simplemente la esfera celeste.
En la Teogonía, Hesíodo narra que Urano retenía a sus hijos en el vientre de su madre cuando estaban a punto de nacer. Gea urdió un plan para vengar el ultraje: talló una hoz de pedernal y pidió ayuda a sus hijos. Solo Crono, el menor de ellos, estuvo dispuesto a cumplir con su obligación, emboscó a su padre cuando yacía con su madre, lo castró con la hoz y arrojó los genitales tras él. Al salpicar la sangre, Gea la recogió, y de ella surgieron los Gigantes, las Erinias y las Melias. Los genitales de Urano produjeron una espuma de la que nació Afrodita. Urano vaticinó que los titanes tendrían un castigo justo por su crimen, anticipando la victoria de Zeus sobre Crono.[19]
La Biblioteca mitológica recoge una versión diferente, en la cual Urano arroja a sus primeros hijos (los Hecatónquiros y los Cíclopes) al Tártaro, y Gea, irritada, persuade al resto de sus hijos (los Titanes) para que ataquen a su padre con la hoz. Derrotado Urano, los Titanes rescatan a los arrojados en el Tártaro para que aseguren el dominio de Crono.[20] Según la Teogonía y la Biblioteca, Gea y Urano habían vaticinado que Crono sería derrocado por uno de sus propios hijos, y así el titán intentó evitar su destino devorando a su descendencia. Ambos, mediante un engaño, ayudaron a Rea a salvar a Zeus, y este posteriormente liberó a sus hermanos y logró derrocar a su padre.[21][22]
Diodoro Sículo nos da una versión racionalizante en la que Urano antes fue un hombre mortal y fue deificado post-mortem. Cuentan el mito de los atlantes que primero reinó entre ellos Urano y reunió a los hombres, en el recinto de una ciudad e hizo que sus súbditos abandonaran una vidad sin ley y salvaje, descubriendo conservación de los frutos cultivados. Conquistó la mayor parte del mundo habitado y llegó a ser un observador de los astros y predecía muchas cosas que iban a suceder. Introdujo el año entre las gentes a partir del movimiento del sol y, los meses, a partir de la luna, y les enseñó las estaciones de cada año. Por lo tanto, las multitudes, que desconocían del orden eterno de los astros, supusieron que su introductor participaba de una naturaleza divina y, tras su muerte, lo denominaron «rey del universo».[23] De Urano nacieron cuarenta y cinco hijos de muchas mujeres y, de éstos, dicen que dieciocho son de Titea y, aunque tiene un nombre particular cada uno, a todos se les denomina en común titanes por su madre. También su esposa Titea (Titaía) era mortal, y más tarde fue deificada como Gea. También nacieron hijas pero entre ellas destacan dos, «Basilea (Tea), y Rea, la denominada por algunos Pandora».[24] Después del fallecimiento de Hiperión, su primogénito, cuentan que se dividieron el reino los hijos de Urano, los más ilustres de los cuales eran Atlas y Crono.[25]
El mito de la creación hurrita es similar al griego. En la religión hurrita, Anu es el dios del cielo. Su hijo Kumarbi le cortó los genitales y vomitó tres divinidades, a una de las cuales, Teshub, desposaría después. En la mitología sumeria, y luego en la asiria y en la babilónica, Anu es el dios del cielo y representa la ley y el orden. Es posible que Urano fuese, en un principio, una divinidad indoeuropea, identificable con el Váruṇa védico, el supremo guardador del orden que luego se convirtió en el dios de los océanos y de los ríos, tal como sugirió Georges Dumézil siguiendo la obra de Émile Durkheim Las formas elementales de la vida religiosa (Les formes elementaires du vie religieuse, 1912).[26] Otra posibilidad es que el dios supremo iraní Ahura Mazda sea un desarrollo del indoiraní *Vouruna-*Mitra. Esta divinidad tiene las mismas cualidades de Mitra, la divinidad de la lluvia. Sanjuniatón dice que, en la mitología fenicia, Urano y Gea eran hermanos e hijos de Elión Hipsisto y que de ambos nacieron Ilo —quien es llamado Crono—, Betilo, Dagón y Atlas.[27] Estos mitos antiguos de orígenes remotos no tenían reflejo en los cultos de los helenos.[28] La función de Urano es la de dios derrotado de una época pasada, antes de que el tiempo real empezase. Tras su castración, el Cielo no volvió a acudir a cubrir la Tierra por la noche, sino que ocupó su lugar, y «los padres originales llegaron a su fin».[29]
En la Teogonía se nos dice que «Gea alumbró (sin acostarse con nadie) primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contuviera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los dichosos dioses».[30] Urano fue el primero que dominó todo el universo.[31]
Georges Dumézil hizo una cauta defensa de la identificación de Urano con el Váruṇa védico del nivel cultural indoeuropeo más primitivo.[64] La identificación de Dumézil de elementos míticos compartidos por las dos deidades se basaba en gran medida en interpretaciones lingüísticas, pero no proponía un origen común, como entendieron Robert Graves y otros. La identificación del nombre Ouranos con el hindú Varuna, basada en parte en una raíz protoindoeuropea propuesta: *-ŭer, con el significado de «atar» (Varuna ata a los malvados, Urano ata a los Cíclopes) es ampliamente rechazada por quienes encuentran más probable la etimología del protogriego *worsanos, de la raíz protoindoeuropea *wers, «humedecer», «gotear» (referido a la lluvia). Sin embargo, para que el no documentado aún epigráficamente (y por ello tan solo reconstruido o inferido) término *worsanos pueda ser relacionado con uranos (ouranós), hay que asumir varios cambios internos bastante complejos como metátesis de la /a/, que cambiaría su posición de vocal de apoyo de la sibilante hacia la rótica anterior, y, además, hay que asumir elisión (eliminación) de la misma sibilante (/s/). Demasiada complejidad no solo hace inverosímil la propuesta, sino que se aleja considerablemente de la 'lex parsimoniae' o principio de la Navaja de Ockham. La hipótesis se ha mantenido no por ser la más probable o mejor, sino porque prácticamente solo ha tenido una propuesta competidora (ŭer- «atar»), que aún siendo menos compleja y más cercana al principio de la Navaja de Ockham, no ha tenido tanta suerte.